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Juan Carlos Ampié

15 de noviembre 2015

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“It Follows” no es la típica película de horror. Hace uso de las convenciones del género, pero las ennoblece con estilo hermoso y perturbador. Sus personajes son adolescentes – la audiencia meta de este tipo de películas – pero fue aclamada por la crítica especializada. Se estrenó en el Festival de Cannes, y se coló en muchas listas de lo mejor del 2014. A casi dos años de su estreno, es seguro asumir que no vendrá al cine. La buena noticia es que puede verla ya, por Netflix.

La primera escena es un prólogo inquietante. Annie (Bailey Spry) sale perturbada de su casa, en un pintoresco vecindario al atardecer. La normalidad del escenario contrasta con la disposición de la muchacha. Corre sobre la acera y cruza la calle, como evadiendo a alguien. Sus tacones suenan contra el asfalto, se amortiguan sobre el césped. Entra a casa intempestivamente, evitando al padre que entra por la puerta principal. Sube a su auto y huye. La cámara registra todo esto en una sola toma, fija en un mismo punto, girando sobre su eje más de 360 grados. La próxima vez que la vemos, se despide llorosa de su padre por celular, sentada a la orilla de un lago. Las luces del auto rompen la oscuridad de la noche, apuntando al camino. No sabemos de quien huye. Un corte abrupto nos lleva a la mañana siguiente. Su cuerpo, grotescamente mutilado, yace en la arena.


El foco de la película pasa a su legítima protagonista, Jay (Maika Monroe), una muchacha iniciando una relación con Hugh (Jake Weary). Desde casa, su hermana Kelly (Lilij Sepe), y sus amigos de infancia, Paul (Keir Gilchrist) y Yara (Olivia Luccardi), contemplan cómo su compañera de juegos camina tentativamente a la madurez, de la mano de un galán misterioso. Jay sostiene relaciones sexuales con Greg, y eso la condena. Al hacer el amor, él le ha “pasado” una maldición. Al menos, Greg se toma la molestia de explicarle las reglas del embrujo espectro que la perseguirá, hasta que le “pase” la maldición a otra persona. El espectro toma diferentes formas. A veces, puede encarnar a alguien que conoces, alguien que quieres, “solo por joderte”, dice Greg. “Es lento, pero no es estúpido”. Si te sigue, corre.

Todas las ansiedades alrededor del inicio de la actividad sexual hacen de ese momento un motivo fértil para el género del horror. Puede identificarse una agenda puritana y punitiva en la trama, pero la disposición de los personajes anula cualquier moralismo. Más que arquetipos conocidos - vírgenes y zorras, machos y eunucos - son muchachos convincentes en su normalidad, atrapados en una fantasía aterradora. El motivo de la maldición que se perpetúa en la transmisión, ha alimentado innumerables producciones. Por mencionar una, recuerda al temible video-casette de “Ringu” (Hideo Nakata, 1998), sus secuelas y sus adaptaciones estadounidenses.

Mitchell sabe que está trabajando dentro de una tradición. La inquietante música electrónica, compuesta por Rich Vreelance (Disasterpiece), emula el estilo de “Halloween” (John Carpenter, 1978). Lo que hace su película original es la puesta en escena. Sus composiciones visuales siempre parecen estar a punto de ser invadidas por un elemento extraño. La cámara giratoria del inicio se vuelve un motivo recurrente, cada vez más efectivo. Numerosas tomas abiertas capitalizan la amenazante lentitud del espectro, que sólo es visible para su víctima y nosotros. Lo vemos acercarse como un punto, moviéndose inexorablemente hacia nosotros. O es uno entre muchos, dificultando su identificación oportuna. El espectador, como la protagonista, nunca se siente seguro. Utilizando la dilapidada ciudad de Detroit como escenario, Mitchel convierte la realidad en un espacio intemporal y alegórico. Los muchachos ven películas en viejos televisores de tubo catódico, pero Yara lee “El Idiota” de Dostoievski en un libro electrónico con forma de polvera. Apartando a la fatídica Annie, ningún otro personaje parece tener un teléfono celular. Padres y madres, como suele suceder, son ausentes o inefectivos, y permanecen fuera de cámara con una terrible excepción.

Asígnele al espectro el significado que quiera: la madurez que se cierne sobre nosotros a medida que quemamos la juventud, el paso del tiempo, o la muerte que nos acecha desde que damos el primer respiro. Te sigue. Mira atrás. Ahí está.

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Juan Carlos Ampié

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