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40 años después: veneración a Ortega

El poder de Rosario Murillo se refuerza

Matthias Schindler

26 de julio 2019

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El 19 de julio de 2019 fue el cuadragésimo aniversario del triunfo de la revolución sandinista. La celebración del presidente Daniel Ortega y su partido FSLN (Frente Sandinista de Liberación Nacional) arrojó luz sobre el estado actual de la sociedad nicaragüense.

Durante la celebración del aniversario, que duró cinco horas, se tocó principalmente música animada, cumbia, merengue, canciones revolucionarias históricas (en contra de la voluntad expresa de su compositor Carlos Mejía Godoy) y canciones de las campañas electorales del FSLN. Muchas de estas canciones repetidas constantemente ("Daniel, Daniel, el pueblo está con él ... con Daniel, con Daniel, con Daniel ... adelante comandante ... el gallo ennavajado ...") elogiaron a Daniel Ortega como el gran líder de la gente.


La parte política del evento fue inaugurada por la vicepresidenta Rosario Murillo, con sus palabras, innumerables veces repetidas: “¡No pudieron, ni podrán! ¡No podrán jamás!”. Con esta consigna retó al movimiento democrático de oposición y gritó que nunca lograría expulsar a Ortega y al FSLN del poder.

Después de varios saludos de representantes de estados amigos (Osetia del Sur, Venezuela, Cuba) algunos pastores protestantes y un sacerdote católico, interrumpidos muchas veces con música animante, el Presidente Ortega presentó su inusualmente breve discurso de solamente 33 minutos.

Aunque se dirigió a todos y todas los y las nicaragüenses en una oración inicial y se expresó a favor de una convivencia pacífica de todos, no hizo ninguna promesa de restaurar las libertades democráticas fundamentales, de liberar a los presos políticos que aún están en la cárcel, para disolver las tropas paramilitares incondicionales fieles a él, por no mencionar una investigación de los responsables de las más de 300 muertes del año pasado.

Una vez más, alegó que el levantamiento pacífico del abril de 2018 fue un intento de golpe de estado planificado y organizado por los Estados Unidos. Se quejó de las sanciones internacionales y tildó a los opositores que exigen tales sanciones como traidores. Sin embargo, dichos opositores solo piden esto porque, a pesar de cientos de muertos, miles de heridos y decenas de miles de refugiados como víctimas de la represión estatal, se aferran a formas de resistencia civiles y pacíficas por las que solicitan apoyo internacional igualmente civil y pacífico.

Todo el evento estuvo marcado por una propaganda emocional que debía enfatizar la ecuación pueblo = FSLN = gobierno = Ortega = poder sobre todas las instituciones estatales. Cualquiera que no pertenezca a este grupo es un vendepatria, traidor, enemigo, conspirador, subversivo, golpista, terrorista.

Hubo varios combatientes históricos del FSLN presentes en la tarima, Comandantes Guerrilleros, los Comandantes de la Revolución Bayardo Arce y Víctor Tirado, varios pastores protestantes, sacerdotes católicos, el Alto Mando del Ejército, la Policía, representantes de la Corte Suprema, del Consejo Supremo Electoral, de la Fiscalía General, ministros y excomandantes de la Contra. El mensaje: cuando Ortega llama, todos ellos se ponen a su disposición.

Incluso al predicador republicano ultra reaccionario Ralph Drollinger, quien dirige círculos de estudios bíblicos en todos los Estados Unidos, hasta en el Congreso y en la Casa Blanca, se le permitió enviar un mensaje de saludo. Al parecer, Ortega está tratando de mantener un canal de comunicación con el gobierno de los Estados Unidos a través de la “conexión cristiana”.

Pero quedó claro que el empresariado no había enviado a ningún representante, y la Conferencia Episcopal de Nicaragua también brilló por su ausencia. La participación pública de ellos probablemente les habría desacreditado demasiado ante los ojos de gran parte de la población.

También fue notable que –a diferencia de los años anteriores– el “rosado-chicha”, escogido alguna vez por Rosario Murillo como un nuevo color sandinista, había desaparecido por completo y fue reemplazado por los colores tradicionales de la revolución, el rojo y negro. Los exuberantes arreglos florales de épocas anteriores tampoco estuvieron allí. Pero, la memoria detallada de los caídos de la lucha sandinista contra Somoza y la presencia masiva de muchos combatientes históricos del FSLN debió transmitir la impresión de que el régimen actual está en una tradición política directa con la lucha de liberación del FSLN y con la revolución sandinista.

Sin embargo, el sello distintivo de este mitin fue que en el acto de la conmemoración del 40 aniversario de la revolución sandinista no se habló en absoluto sobre esta revolución. Este evento fue nada menos y nada más que una celebración, completamente despolitizada, para venerar al nuevo Dios Daniel Ortega.

La Plaza de la Fe, Juan Pablo II estuvo llena de personas que agitaban principalmente banderas rojas y negras del FSLN. Miles incluso se quedaron en la avenida Bolívar. Los empleados de los ministerios y otras instituciones públicas tuvieron que asistir a la manifestación si no querían perder sus empleos. Y también estaba el viático obligatorio de 200 Córdobas como incentivo adicional para participar. Pero incluso cuando muchos se vieron obligados a comparecer en la plaza, decenas de miles llegaron voluntariamente a celebrar a su comandante.

Mientras el orteguismo demostró su poder de movilización y su capacidad para realizar grandes y emocionales escenificaciones, la vida normal bajo la dictadura continuó. Ya el 17 de julio, la policía de León mató a Bryan Yeraldín Murillo López, de 22 años, cuando entró a su casa por la noche sin orden judicial, disparándole con armas de guerra e hiriendo gravemente a otros dos miembros de la familia. El trasfondo de este crimen es, obviamente, su participación en las protestas del año pasado. También desde otras partes del país se reporta diariamente nuevas redadas policiales, a veces mortales, contra ciudadanos desarmados, acusados de haber participado en manifestaciones o incluso de haber cometido actos criminales. La más reciente noticia fue el asesinato de la estudiante Janis Raquel Gómez López, muerta a tiros por paramilitares orteguistas el 22 de julio en Chinandega.

*Publicado en esquerda.net


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