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El drama de los nicaragüenses refugiados en Costa Rica

En una bodega vacía, 25 nicaragüenses refugiados sobreviven sin empleo, con escasa comida y sobre colchones que algunos encuentran en la basura

Una bodega que sirve de refugio para nicaragüenses en Costa Rica. // Foto: Elmer Rivas

Colaboración Confidencial

Leticia Gaitán | Especial para Confidencial

6 de julio 2019

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En una bodega, improvisada como albergue, viven 25 nicaragüenses solicitantes de refugio, que ingresaron a Costa Rica por puntos ciegos, luego que el régimen Ortega - Murillo dejara un baño de sangre con la Operación Limpieza perpetrada por paramilitares en distintas zonas del país.

“Herty” es el responsable de este albergue y asegura que su participación en el levantamiento de tranques le costó persecución de grupos paramilitares. “Tuve que salir de Nicaragua porque yo era encargado de unas barricadas en mi pueblo, cuando la guardia hizo la operación en mi pueblo, me quedé escondido hasta que llegué a Costa Rica”, relata.


“China” es otro de los refugiados en la bodega. Ella huyó de Nicaragua por el hostigamiento de los oficialistas Consejos del Poder Ciudadano (CPC) de su barrio. “En tranque no estuve, pero si protesté tirando piedras, quemando llantas, retirando la publicidad del Gobierno y los CPC son los que más te están hostigando en el barrio. A mi Daniel no me conoce, a mi quienes me conocen es la gente que lo sigue a él, que acata ordenes, la gente que es fanática de él, esa es la gente que es mi enemiga personal”, asegura.

Ambos nicaragüenses aún no asimilan el cambio radical que dieron sus vidas después del 18 de abril de 2018, pero se ajustan a las circunstancias. En la bodega solo tienen varios colchones tendidos en el suelo, un baño y un inodoro.

“Es bastante difícil la adaptación porque muchos duermen en el suelo en colchones que son recuperados de la basura, la comida no es la adecuada, hay demasiadas limitantes”, afirma Herty.

El almuerzo del día es solo arroz y frijoles. El resto de los tiempos de comida son solo avena o café.

Solo cinco con trabajo temporal

Protesta de nicaragüenses en San José, Costa Rica, el 30 de mayo de 2019. // Foto: Elmer Rivas

De las 25 nicaragüenses que habitan el refugio, solamente cinco han conseguido un trabajo temporal. La misión de ellos es conseguir 550 dólares para continuar durmiendo bajo techo. “Un día no sabes si estás aquí o estás allá, porque aquí donde nosotros estamos es alquilado, no tenemos un apoyo constante de alguna institución, sino que nosotros tenemos que conseguir por cuenta propia o alguien de buena voluntad que nos da algo”, explica “China”.

Desde junio de 2018, con el inicio de la Operación Limpieza, que incluyó ataques paramilitares, persecución, secuestro, detenciones y desapariciones contra los manifestantes de la protesta cívica, unos 65 000 nicaragüenses se han exiliado en Costa Rica.

Santiago Navarro, del Centro de Derechos Sociales del Migrante (Cenderos), asegura que el desplazamiento forzado de miles de nicaragüenses, a consecuencia de la violencia estatal, rebasó las capacidades de las organizaciones que trabajan en esta área.

Navarro informó que el año pasado Costa Rica esperaba 10 000 solicitudes de refugio, pero terminaron el 2018 con cifras entre 40 000 y 50 000, solicitudes de refugio, y en el 2019 la cifra ya supera los 60 000.

Dificultades son la norma

El Estado costarricense tampoco ha logrado responder a todas las solicitudes. Daguer Hernández, subdirector de Migración y Extranjería, detalla que hasta ahora solo unos 33 000 nicaragüenses ya cuentan con su carnet provisional.

Además, solo el 13% de los nicaragüenses solicitantes de refugio han obtenido un permiso laboral. Los demás laboran desde la informalidad y viven de la caridad.

Wendy Flores, abogada exiliada del Colectivo de Derechos Humanos, Nicaragua Nunca +, subraya que a pesar que Costa Rica ha sido un país de puertas abiertas, los nicas tienen muchas dificultades, debido a que los plazos para obtener el permiso laboral son muy largos. Y tampoco el permiso es una garantía.

“China” ya cuenta con un carnet de refugio y carnet laboral, pero los empleos son escasos o pagan menos de lo mínimo de la jornada laboral.

Otra barrera es que, a pesar de tener capacidades profesionales, la inserción en el mercado laboral es muy reducida.

El Director del Colectivo de Derechos Humanos Nicaragua Nunca+, Gonzalo Carrión, también exiliado, sostiene que muchos nicaragüenses no están satisfaciendo sus principales necesidades y derechos humanos, pues no tienen acceso a salud, educación ni trabajo.

A esta limitante se suma que Costa Rica a traviesa el porcentaje más alto de desempleo, lo que  marca una tendencia: sí ya es difícil para el costarricense, lo es muchísimo más para el migrante.

La mano de obra nicaragüense ha reemplazado plazas desocupadas por los costarricenses, y eso ese trabajo duro que los nicaragüenses lo asumen, pero aun así en esas áreas hay muchos recortes, enfatiza María Asunción Dangla, de la organización Derechos Humanos desde Costa Rica.

Falta dinero para atender a refugiados

Cifras de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) detallan que el presupuesto de implementación asignado en el 2018 ascendió a los 6 805 167 dólares, que representa más del doble en comparación con el 2017. Sin embargo, este flujo de dinero, que se distribuye a través de las agencias socias en Costa Rica, como Hias, Ret, Cendero, Fundación Mujer y el Servicio Jesuita para Migrantes, es insuficiente para responder al número de refugiados.

Derechos Humanos desde Costa Rica fue una de las primeras organizaciones en entregar paquetes alimenticios a los exiliados, pero ahora la cantidad de víveres que repartían. Según Dagla, en diciembre entregaban entre 200 a 320 paquetes de comida a la semana; ahora solo pueden donar 92 kit de alimentos.

El coordinador de proyecto de Cenderos asegura que el Gobierno de Costa Rica podría hacer una declaratoria de emergencia, que pueda dar más recursos. "Estamos hablando de personas que están en riesgo, en la calle o que están en muy malas condiciones de vivienda, que comen una vez al día, o comen dos veces al día, incluyendo niños y niñas. Tras eso se suma un trauma por la violencia”, detalla un migrante. Ante la falta de presupuesto, son las organizaciones las que han declarado esa emergencia humanitaria, mientras tanto, la cantidad de refugiados nicaragüenses, ante una represión que no cesa, sigue en aumento.

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