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¿Por qué Ortega tardó más de 14 años en buscar a China y romper con Taiwán?

Nicaragua llega tercero: China fue generoso con Costa Rica, pero aún no cumple promesas a El Salvador

Iván Olivares

11 de diciembre 2021

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La decisión del régimen, de cortar lazos con Taiwán para establecerlos con China continental, podría no resultar tan beneficiosa económicamente hablando, según la opinión de dos economistas consultados por CONFIDENCIAL.

Este jueves nueve de diciembre, Daniel Ortega sorprendió a nicaragüenses y taiwaneses, cuando su canciller, Denis Moncada, leyó una proclama informando la ruptura de relaciones con el Gobierno de Taipéi, para establecerlas con el de Pekín, dando al traste con tres décadas de cooperación entre ambos países, en el que Nicaragua ponía la mano, y Taipéi ponía los dólares.


Con donaciones cercanas a los 58 millones de dólares, sumando los ejercicios 2020 y 2021, la pequeña nación asiática se constituyó en una especie de caja chica a la que podía acudir el gobernante cada vez que requería de fondos extraordinarios para acometer empresas de pequeño y mediano tamaño.

Nada que la extensa y superpoblada nación comunista no pueda superar, toda vez que su producto interno bruto (PIB), es de 14.9 billones de dólares, lo que es más de 22 veces superior a los 668 000 millones de dólares del PIB taiwanés.

“China tiene suficiente capacidad para reemplazar la ayuda de Taiwán. Nicaragua puede recibir más de China”, opina el economista Carlos Acevedo, expresidente del Banco Central de Reserva (BCR), de El Salvador.

“Los fondos que Taiwán le ha dado a Nicaragua no solo son para el presupuesto, sino para construir un pequeño acueducto, una clínica, y eso le ha servido al régimen para mantener su esquema clientelista y tener convencida a la población, y aunque ahora eso se acaba, es razonable creer que China los va a compensar”, opina por su parte el economista Ottón Solís, exdiputado y exrepresentante de Costa Rica ante el Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE), del que Taiwán es uno de sus socios extrarregionales.

Desde su experiencia como expresidente del Banco Central salvadoreño, Acevedo refiere que “Taiwán da ayudas pequeñas, cinco o diez millones, pero no cantidades mayores, mientras China otorga montos más fuertes, porque tiene mayor capacidad, aunque tampoco es que ayude desinteresadamente, así que no creo que vaya a soltar mucho dinero”, advierte.

La diplomacia de la chequera

Ambos expertos opinan que la generosidad taiwanesa se explica por la necesidad de la isla de mantener el reconocimiento diplomático internacional en su pulso por ser reconocida como representante del pueblo chino, y cómo Taipéi está perdiendo la batalla.

“Por su pleito con China, Taiwán había sido muy generoso al apoyar a quienes son sus aliados políticos en foros internacionales, pero comprar voluntades políticas de estos Gobiernos igual no le servía de mucho, porque ellos están quedando fuera de la mayoría de esos organismos internacionales”, detalló Acevedo.

Solís por su parte, opina que “Taiwán es una comunidad desesperada por no perder el reconocimiento diplomático de los pocos que le quedan, así que ayuda mucho a los Gobiernos, sobre todo con esos recursos para obras clientelares, lo que hace que sean bastante accesibles”.

El apoyo chino que fue efectivo para Costa Rica, cuando ese país decidió desconocer a Taipéi para reconocer a Pekín, y quizás lo sea para El Salvador, muy probablemente no lo sea para Nicaragua, porque entre menos sean los países que reconocen a Taiwán, es menor el valor de cada disidente que abandona las filas de seguidores de la isla.

Si Costa Rica recibió un estadio nuevo, 82 millones de dólares, vehículos para su fuerza policial, la construcción de un penitenciario, créditos blandos y asistencia técnica en educación y en comunicaciones; y El Salvador las promesas —aún no concretadas— de un estadio, una moderna biblioteca y un parque temático, es muy probable que Nicaragua no reciba nada.

“Esta alianza entre China y Nicaragua es diferente a la que Costa Rica y El Salvador establecieron en su momento, porque nadie estaba presionando a Taiwán para que se fuera”, opina el costarricense, quien defiende la tesis de que no fue Nicaragua la que rompió con Taiwán, sino Taiwán quien dijo adiós a Nicaragua.

Su análisis señala que si los dos vecinos pudieron negociar con China un acuerdo del tipo ‘rompemos con Taiwán, pero nos ayudan’, “es poco probable que Nicaragua pueda negociar de la misma forma”.

Ya era tiempo de salir

La razón es que “el apoyo que puede proveer Managua es marginal. Tal vez habría sido más importante cuando eran más los países que apoyaban a Taiwán, pero ahora el incentivo es menor. Estos nuevos apoyos están devaluados”, considera el salvadoreño, que se declara sorprendido porque Ortega no hubiera roto antes esas relaciones, siendo que “es lo que la gran mayoría de Gobiernos ha hecho”.

Del mismo modo, expresó que le “llama la atención que Estados Unidos critique a Nicaragua por romper ese vínculo, igual que criticó antes al Salvador, cuando ellos tienen relaciones con China desde la época de Nixon”, a principios de los años 70, añadiendo que el presidente estadounidense Joe Biden, invitó a Taiwán a la Cumbre de la Democracia, pero no a China, que es con quien tiene relaciones diplomáticas.

Puestos a mover fichas en el tablero geopolítico mundial, tanto Acevedo como Solís, advierten que es “muy probable” que cuando la presidenta electa de Honduras, Xiomara Castro, asuma la primera magistratura de su país, Tegucigalpa también decida abandonar a Taiwán.

Solís observa que Honduras y Guatemala son los últimos socios que le quedan a Taiwán en Centroamérica, y especula que “es posible que Xiomara Castro, que se identifica como ‘progresista’ también rompa con ellos”, porque a los empresarios hondureños les interesa hacer negocios con el gran mercado chino, que tiene 1300 millones de consumidores.

A Acevedo tampoco le extrañaría que Castro también rompiera con la nación asiática, “por la orientación ideológica y política del nuevo Gobierno, y porque la mayoría de Centroamérica y del mundo están alineados con China”.

Si pasa eso, habría que ver si Taiwán puede seguir en un instrumento del Sistema de la Integración Centroamericana (SICA), como es el BCIE, “y tal vez lo sustituya China, que con eso lograría una victoria más”, sobre su archirrival, esbozó el salvadoreño.

Rusia, Irán y China

Alejado de la influencia estadounidense y del apoyo taiwanés, Ortega deberá buscar nuevas fuentes de apoyo político y económico, y si bien puede estar seguro de que contará con las declaraciones de Pekín, Moscú y Teherán cuando sea necesario, es menos probable que sus bancos centrales se vuelquen a apoyar a Managua.

“No he oído que Rusia sea un país particularmente generoso, al menos con nuestros países. Quizás en el marco de la Guerra Fría, pero ahora, sus intereses geopolíticos no están mucho en esta área, además que su situación económica no es la mejor. Irán puede ser que quiera apoyar —tal vez para fastidiar a Estados Unidos—, pero no sé qué tan bonancible sea su situación económica como para repartir recursos por el mundo”, dijo Acevedo.

Solís opina que “Rusia e Irán no tienen nada qué ofrecer. Tal vez ayuda militar para reprimir al pueblo, pero no para hacer una guerra, porque nadie está en guerra. China sí tiene recursos, pero cada vez necesita destinar menos dinero para que le presten atención, porque son los países los que están buscando relación con ellos, así que ya no necesitan invertir para atraerlos a su órbita”.


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Iván Olivares

Iván Olivares

Periodista nicaragüense, exiliado en Costa Rica. Durante más de veinte años se ha desempeñado en CONFIDENCIAL como periodista de Economía. Antes trabajó en el semanario La Crónica, el diario La Prensa y El Nuevo Diario. Además, ha publicado en el Diario de Hoy, de El Salvador. Ha ganado en dos ocasiones el Premio a la Excelencia en Periodismo Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, en Nicaragua.

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