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Opositores burlan la censura del régimen en las redes sociales

Lo que ya no hacen los usuarios azul y blanco en sus redes sociales —debido a la represión— y lo que sí siguen haciendo

27 de octubre 2021

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Aunque los nicaragüenses continúan usando sus redes sociales con eficacia para comunicar el relato político que reclama democracia en su país, sí van perdiendo derechos digitales debido a la ola represiva del régimen, que también alcanzó a la “vida virtual”, según constatamos en siete cambios de comportamiento de los usuarios nicas con sus redes sociales.

Estos cambios en la manera de usar sus redes sociales no han ocurrido por decisión voluntaria sino —dicen— para evitar ser agredidos por el régimen. Así han optado por modificar la privacidad en sus redes sociales y se abstienen de comentar asuntos políticos, lo que va en detrimento de sus derechos plenos de ciudadanía digital.


Los derechos digitales o ciberderechos no son exclusivos del ciberespacio o mundo virtual digital, sino una extensión del mundo material y los Gobiernos tienen la obligación de proteger a sus nacionales. En cambio, en Nicaragua, el régimen ha violentado muchos derechos civiles en la vida física y ha extendido esta violencia a la comunicación digital.

Uno de los ejemplos más claros es la acusación contra el politólogo Manuel Orozco, a quien el régimen de Ortega le involucra en supuestos delitos de “conspiración” debido a pertenecer a un grupo de chat en donde se compartían y comentaban ideas y enfoques sobre la construcción de la democracia en Nicaragua. Con esa acusación el régimen no solo viola la privacidad digital sino el derecho de crear comunidades virtuales (grupos en WhastsApp, u otras redes de mensajería).

Otro caso es el del periodista Miguel Mendoza, que ha sido capturado y encarcelado solo por difundir sus opiniones políticas y sociales en sus redes de Twitter y Facebook. A Mendoza le convirtieron en delito sus derechos de ciudadano digital: el de libertad de expresión, crear comunidades digitales, libertad de pensamiento y el derecho de comunicarse mundialmente, pues los tuits de Mendoza alcanzaban un público internacional.

Siete cambios de comportamiento

Estos son los siete cambios de comportamiento que los nicaragüenses han adoptado debido a la pérdida de sus ciberderechos, en las redes sociales Facebook, Twitter, Instagram y Tik Tok. También se reflejan las maneras en que los usuarios continúan resistiendo para no doblegarse al régimen. Los ciberderechos violentados son:

  1. Conversar libremente por las redes sociales: La libertad de expresión está perseguida en el país y la gente tiene prohibido expresar sus ideas en público. Esto se traslada a las redes sociales, pues los usuarios han visto cómo el régimen apresó a Mendoza solo por expresarse en Twitter y Facebook. Aún así, los usuarios nicas sienten la necesidad de expresarse, pero la autocensuran por el riesgo de ser violentados. Si en las paradas de buses ya se habla por lo bajo, en las redes los usuarios han cerrado sus perfiles creando listas privadas solo para sus “mejores amigos”, en Facebook, en las stories de Instagram, con lo que pierden el derecho a conectarse mundialmente.
  2. Usar hashtags: El uso de etiquetas (hashtags) es uno de los recursos que tienen las redes sociales para crear comunidades. Los usuarios se adhieren a estas etiquetas para mostrar su acuerdo con el contenido y participar en la conversación nacional e internacional. Los usuarios nicas ya no participan abiertamente usando etiquetas, pues consideran que “los paramilitares orteguistas de las redes sociales” les encontrarán más fácilmente. Los nicas denuncian que el partido FSLN les “vigila” lo que publican en las redes sociales. Lo que hacen es limitar su derecho y optan por dar “Me gusta” al contenido que otro usuario creó con esa etiqueta. Tampoco se suman a campañas de comunicación social, aunque también hay pocas ahora, pues las organizaciones civiles eran quienes promovían este tipo de campañas y la mayoría están cerradas por la represión del régimen. Y las campañas que impulsa el régimen –por ejemplo, la de vacunación— obliga a usar un hashtag partidario y de pleitesía a los gobernantes que nada tiene que ver con la campaña social.
  3. Conversar entre cuentas y perfiles: Una de las actividades más participativas en las redes sociales es comentar los contenidos creados por un usuario –sea conocido o no— en Facebook, sumarse a un hilo de debate en Twitter, participar de la conversación en Instagram. Ha disminuido la práctica de conversar entre cuentas y perfiles, debido a que se desconoce “quién te está viendo”. La gente ha limitado su conversación solo entre cuentas y perfiles que garanticen una alta privacidad y donde esté garantizada la privacidad.
  4. Contar su vida: Uno de los usos más populares es crear contenido con texto, imágenes y enlaces para contar lo que hacen, cómo se sienten, comentar lo que están mirando y decir dónde están. Debido a la persecución policial en la vida física los usuarios evitan comentar su vida, y si lo hacen –que lo hacen— lo publican dos o tres días después. Y a veces llegan al extremo de dar “Asistiré” a eventos en Facebook que se celebrarán en lugares como Kurdistán, para causar despiste sobre su localización. Con esto se muestran limitados sus derechos a la libertad de expresión de su identidad digital.
  5. Opinar sobre política y hacer crítica política: Este es el ciberderecho más perseguido por el régimen. El relato sobre las heridas políticas que el régimen ha hecho al país siguen existiendo: hay mucha denuncia, opiniones, análisis. El relato sobrevive en buena parte por los nicaragüenses que viven en el exterior y los exiliados recientes. Los usuarios en el interior del país se han visto obligados a convertir sus cuentas en anónimas.
  6. Guardar tantas medidas de seguridad para que no los identifiquen: Este cambio de comportamiento es el equivalente físico a cuando un ciudadano le pone muro, rejas y alarmas de seguridad a sus casas para evitar que los delincuentes les agredan. El hecho mismo de estrechar la privacidad de los perfiles y cuentas en las redes sociales, siendo esta una medida obligada, ya es una vulneración al ciberderecho de participar libremente en la internet. En Twitter algunos usuarios han vuelto privadas sus cuentas y esto ocurre ahora mucho más en Instagram. Esto les priva del derecho a participar de la conversación pública nacional e internacional. En Twitter algunos usuarios cambian su nombre a menudo para continuar expresándose y a la vez pasar desapercibidos en el feed. Y es un atentado a su derecho a crear su identidad digital con libertad. 
  7. Los usuarios resisten con creatividad: Las ganas de expresarse libremente siguen existiendo y la gente desarrolla su ingenio para burlar la censura. Quienes hablan por sus redes sociales dejan mensajes crípticos relacionados con la lucha por la democracia, escriben y comparten contenido que habla de “la libertad de respirar aire puro en la naturaleza”, “disfrutar de una vida plena es la mayor de las conquistas”, por ejemplo. Incluso, están usando todos esos mensajes inspiradores con los que las influencers de Instagram se comunican con sus seguidores. Y los convierten en contenido político añadiendo el texto “el que entendió, ¡entendió!”.

Cómo recuperar los ciberderechos

A todas las agresiones a los ciberderechos se le suman mensajes que sugieren cerrar cuentas y perfiles en las redes sociales. La respuesta a ese mensaje debe ser: luchar por mantener tu cuenta y perfil con tu nombre y apellidos reales porque es una manera de resistir para defender el derecho a la identidad digital.

Los periodistas vuelven a tener un gran protagonismo en este tema porque resisten usando sus nombres propios y con muchos seguidores. Los usuarios pueden continuar usando su derecho a participar en comunidades digitales como las creadas por los periodistas y dar “Me Gusta”, compartir el contenido en sus redes privadas y comentar en sus muros.

En las redes de mensajería privadas (WhatsApp y Telegram) se han creado decenas de grupos para la organización política (de organización vertical), pero pocos grupos abiertos al debate político (de organización horizontal), por lo que convocar, por estas redes, a debates políticos y sociales fomentaría la recuperación de los ciberderechos a la libertad de expresión y participación en comunidades digitales.

La astucia de los usuarios nicas en las redes sociales está a prueba para continuar participando y defender sus ciberderechos. Se sabe que están allí, porque cuando alguien comparte un clip de video en cualquiera de las redes sociales, el número de visualizaciones es más alto que los “Me Gusta” expresados. También por la cantidad de “compartidos”. 

El reto es enorme y ya hay prácticas de las y los usuarios nicas que revelan gran creatividad. Aquí también cabe la frase que el Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (Cenidh) popularizó con éxito y que vamos a parafrasear: “Ciberderecho que no se defiende, ciberderecho que se pierde”.

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Mildred Largaespada

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