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Ya llegó el Niño Dios. ¿Traerá algo nuevo el próximo año?

Aquí están los hombres encarcelados, buscando luz y vida a través de la alta ventana de la celda, esperando un amanecer que se desvanece

Luis Rocha Urtecho

29 de diciembre 2018

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JAIL
Here are the men in jail
-indolents, bored, defeated-
searching light and life through a high window,
awaiting for a sun-up that always fades,
and hoping only the clemency of the calendar.

The guilty men of crime, of sin, of viciousness
whose lives are the dusty barren leaves of the tree;
the man with every treachery, with every evil,
with every dirtiness and depravation and fault.

O imprisoned God, could it be even posible
that beneath the rotten leaves of all this autumm
can be found a pink, pure petal of innocence?
I know it may happen; You knew it too.

“Poemas de un joven que no sabe inglés”.
Joaquín Pasos.


CÁRCEL

Aquí están los hombres encarcelados
-indolentes, aburridos, vencidos-
 buscando luz y vida a través de la alta ventana de la celda,
esperando un amanecer que se desvanece,
y con la única esperanza de la clemencia del calendario.

Los hombres criminalizados, acusados de pecado, de vicio
cuyas vidas son la hojarasca de cualquier árbol;
los hombres portadores de toda truculencia, todo mal,
toda suciedad,  depravación y culpa.

Oh Dios aprisionado, ¿será siquiera posible
que encima de las podridas hojas de todo este otoño
pueda encontrarse un rosado y puro pétalo de inocencia?
Sé que es posible; Tú también lo sabes.

(Joaquín Pasos.
Traducción libre de “Poemas de un joven que no sabe inglés”,
sección de su libro “Poemas de un joven”. )

Dice Ernesto Cardenal que en el patio de la casa de Joaquín Pasos, había un palo de mango donde él se subía a leer, reflexionar y escribir, probablemente, digo yo, poemas como CÁRCEL, que se inspira en el sufrimiento de los seres humanos brutalmente encarcelados. Ahí, para Joaquín, poeta de profundas convicciones religiosas, también está Dios, cruelmente prisionero de la  injusticia. Ahí, es algún lugar de Nicaragua. Joaquín, como pájaro que es, se acomoda en su rama favorita, y divisa a una muchacha que camina presurosa. Va huyendo. Va buscando posada urgida porque está a punto de dar a luz la luz. Está por llegar el Niño Dios. Es una Virgen desolada que va caminando descalza por la calle de la amargura. Es la Virgen. La Purísima Virgen. La mismísima Inmaculada Concepción, y Joaquín Pasos está admirado y agradecido de ser beneficiado con aquella imagen viva que anuncia la Navidad. Bien sabe que esta época es el tiempo de la Natividad de Nuestro Señor Jesucristo. Desde el día de su nacimiento, hasta cuando llegan a verlo los Reyes, guiados por la estrella que evade las acechanzas de perseguidores del amor.

Nuestro poeta Joaquín Pasos se asoma por entre las hojas, y cuidándose de no dejarse ver,  sorprende a la Virgen, que ya siente en su vientre el fruto bendito pugnando por llegar a este mundo (donde más vale tardar en venir); el urgente advenimiento del símbolo de libertad, y le declama a la Virgen Pura dos estrofas de su PEQUEÑO CANTO PARA BIEN PARIR: “Como la Virgen del Carmen/ vas a parir,/ en una cama de nardos./…/Como la Virgen del Carmen/  vas a parir, / un muchachito moreno.” José y María entienden el mensaje de Joaquín, a quien creen un pájaro de Dios, es decir, un ángel pobre por honrado, y se apresuran a buscar posada, hasta que una pareja de pastores más pobres que un suspiro, se la dan con amor infinito.

Y así nació el Niño Dios, y Joaquín, ahora encaramado en la Estrella de Belén, que guiaba a los Reyes Magos,  cantó su VILLANCICO INDIO: “Un indio nuevo ha nacido, / un indio nacido hoy;/ hoy mismo, a la media noche,/ el indio nuevo nació./…/Vamos a buscar al indio, /vámonos pronto, señor,/ porque el indio está desnudo, / está desnudo y pelón.”  Entonces se arma una algarabía, pues llegan los pastores con petates, chamarras y calzones para el Niño, y le cantan todos los poemas del MISTERIO INDIO de Joaquín Pasos, y los pastores, como vivimos en Nicaragua, no son otros que los buenos obispos (aunque de todo hay en la viña del Señor), el cardenal Leopoldo Brenes, y hasta el Papa Francisco, bien representado por ellos, quienes preocupados por nuestra situación, en especial la de los presos políticos y falta de diálogo, están ahí para tomar secretos consejos del Niño, quien se los va diciendo al oído, en el momento en que lo adoran, para después sonreír y reírse, agú, como se ríen los niños que están en el secreto de la vida.

Joaquín, quien había decidido asumir el papel de maestro de ceremonia en aquella pastoral de pastores, va llamando, confianzudo, uno a uno a todos los pastores presentes: “ Polito, le dice al cardenal: ¿Cuál es su opinión? Y sorprendido el cardenal, con sus blancos pelos parados, dirigiéndose a los periodistas atina a decir: “Mi oración para que el Señor los cuide y ustedes puedan siempre trasmitir una noticia veraz, para que informen de una manera objetiva y tengan esperanza de seguir adelante con confianza en el Señor.” Obviamente lo expresó refiriéndose a los cierres de medios de comunicación por órdenes del Gobierno.

Entonces Joaquín llamó a Monseñor Silvio Báez, quien dijo: “Quien es siervo de Dios, lo demuestra siendo siervo de los demás. Hay que encontrarnos para servir, no para humillar y producir dolor. Hemos vivido un doloroso año de desencuentros, secuestros de personas, de allanamientos de casas, de violencias; no hemos aprendido a visitarnos, a encontrarnos en el calor humano.” Indudablemente que en esta frase se hace referencia a lo que debe de ser un Año Nuevo. Precisamente, poco antes, monseñor Rolando Álvarez, evidentemente sobre este acuciante tema, había afirmado un concepto verdaderamente justo y necesario sobre “feliz Navidad”, cambiándolo por “santa Navidad”:  “Por respeto al dolor y al sufrimiento que los hermanos están viviendo, he decidido desearles santa Navidad, y no porque desearnos feliz Navidad sea malo, sino porque queda la pena de poder herir el sentimiento del que sufre. Por eso he decidido desearles una santa navidad, que abarca lo feliz y nos permite estar más conscientes de que la santidad viene por Dios, que se hace niño.”

Le pidió entonces prestado, sin decir para qué, su celular a Polito, quien un poco incómodo le advirtió que tenía poco saldo, y Joaquín sin inmutarse, se acercó a monseñor Báez, ajeno a esta escena, a quien le solicitó un número que marcó en el celular de Polito. Todos, sorprendidos, oyeron cuando Joaquin decía: “¿Aló, el Vaticano? Quiero que me comunique con Panchito, sí, sí, el Papa. De parte de Joaquín Pasos.” Les extrañó que casi de inmediato se oyó, muy afable, una voz en el altavoz que decía: “¿En qué puedo servir a mi querido poeta Joaquín Pasos?” Y Joaquín le explicó que estaban todos reunidos, para escuchar su mensaje sobre Nicaragua, y el Papa accedió diciendo: “Ruego delante del Niño Jesús, los habitantes de Nicaragua se redescubran hermanos, para que no prevalezcan divisiones y discordias, y todos se esfuercen por favorecer la reconciliación.” El papa Francisco se refirió finalmente, con gran afecto a cada uno de los presentes, y a otros que no estaban en ese momento.

Después se despidió de Joaquín, no sin dejar de recordarle que lo llamara cuantas veces quisiera, a través del celular del cardenal Leopoldo José Brenes, y encomendó que fuera Monseñor Miguel Mántica, quien resumiera, en lo referente a Nicaragua, como cierre de aquella reunión, su mensaje de bendición apostólica “Urbi et Orbi”, quien ciñéndose estrictamente a las palabras del papa, las resumió así: “Él está bien enterado de lo que sucede en el país. Sabe que no hay apertura de diálogo por parte del Gobierno y reitera que la iglesia busca el camino de la negociación.” Monseñor Báez comentó que: “La autosuficiencia, la prepotencia y el irrespeto a la dignidad humana son la mayor negación del misterio de Belén.”

Nuestros pastores, y del Niño Jesús, junto con Joaquín Pasos comenzaron a retirarse. Joaquín se acercó al Niño y dándole un beso en la frente, le repitió al oído, pero todos lo oyeron, el final de su poema CÁRCEL: “¿será siquiera posible / que encima de las podridas hojas de este otoño / pueda encontrarse un rosado y puro pétalo de inocencia? / Sé que es posible; Tú también lo sabes.” Y el Niño, agitando sus bracitos y sonriendo, parecía estar dando a entender que, aunque muy difícil, era posible. Luchaba ya por ser amamantado. Algo así como la reafirmación del misterio de Belén, había en la mirada hacia su madre.

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Luis Rocha Urtecho

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