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¿Una oleada electoral en Estados Unidos?

Los republicanos podrían obstaculizar la tarea de Clinton, incluso si pierden en una oleada

La candidata demócrata a la Casa Blanca, Hillary Clinton, que hoy cumple 69 años, pronuncia su discurso durante su campaña electoral en el estado de Florida en la escuela universitaria Palm Beach State College en Lake Worth. EFE

Elizabeth Drew

27 de octubre 2016

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WASHINGTON, DC – En momentos en que el mundo está hipnotizado por la carrera presidencial de Estados Unidos de este año, ha habido mucho menos atención hacia las elecciones de la Cámara de Representantes y el Senado, pero sus resultados podrían ser determinantes para los planes de la próxima presidencia.

A pesar de todo el poder que detenta un presidente, los 100 miembros del Senado tienen la última palabra sobre los tratados internacionales, así como las nominaciones y propuestas legislativas presidenciales. La Cámara de 425 miembros no tiene tanto poder como el Senado, pero si un  mismo partido controla la Casa Blanca, el Senado y la Cámara se podría superar gran parte del estancamiento que ha debilitado la gobernanza del país en los últimos años.


En las elecciones estadounidenses no se vota necesariamente por los candidatos de un mismo partido: los votantes pueden castigar a una formación (por lo general, la de gobierno), votando contra todos sus candidatos, apoyando por completo a un partido en particular, o dividiendo sus papeletas al votar por el candidato presidencial de uno y los candidatos al congreso de otro distinto.

El ritmo de los acontecimientos ha sido rápido desde que el Washington Post diera a conocer una grabación de hace 11 años en que el candidato presidencial republicano Donald Trump se jactaba de su agresividad sexual. Han mejorado las opciones de los demócratas de recuperar no sólo la mayoría en el Senado, sino también la de la Cámara.

Con anterioridad, casi nadie pensaba que la Cámara pudiera estar en juego. La caída de Trump en las encuestas desde que hiciera pública la grabación ha cambiado la situación, y el candidato no ha hecho más que empeorarla al negar haber manoseado o agredido sexualmente a mujeres, lo que llevó a que numerosas mujeres hayan salido a la palestra para dar testimonio de lo contrario.

Aun así, para los Demócratas no será fácil ganar la Cámara, ya que los distritos para el congreso se han redistribuido muchísimo para beneficiar determinados intereses, y los republicanos controlan una cantidad mayor de las gobiernos y legislaturas estatales que supervisan este proceso.

Los demócratas deben ganar al menos 30 escaños de la Cámara y cuatro del senado para recuperar el control de cada uno de estos cuerpos. Si ganan cuatro en el senado se produciría una división de 50 y 50; en tal caso, si gana la candidata presidencial Hillary Clinton, su vicepresidente Tim Kaine tendría el voto de desempate.

Los candidatos al Senado que han preferido distanciarse de Trump tienen mejores perspectivas que quienes no lo han hecho. Por ejemplo, Trump llevaba ventaja en Ohio antes de que se difundiera la grabación, pero las últimas encuestas muestran que ahora va a la zaga de Clinton. Tras conocerla, el Senador Rob Portman de Ohio (junto con otros nueve senadores) retiró su apoyo a Trump, y sigue pareciendo mantener una sólida ventaja. Sin embargo, cuando los partidarios de Trump atacaron a los republicanos que lo habían abandonado, unos pocos volvieron a apoyarle.

Existe un amplio consenso de que la preferencia por el primero de la lista influye sobre el voto para el resto de los candidatos al congreso. Aunque no está claro hasta qué punto es así, cuando ocurre de manera abrumadora se denomina una “oleada electoral”. Un ejemplo fueron las elecciones de 1980, cuando Ronald Reagan barrió con Jimmy Carter y ayudó a que los republicanos recuperaran el Senado y ganaran otros 34 escaños en la Cámara. Los republicanos no tenían el control formal de ésta, pero en la práctica Reagan tenía una mayoría para funcionar, ya que muchos demócratas del sur votaban a favor de sus iniciativas. Si bien pueden pasar muchas cosas en las restantes tres semanas de esta campaña, puede que Estados Unidos se acerque a otra oleada electoral.

Hay algunas campañas senatoriales que desde hace mucho se consideran ganadas para los demócratas. En Wisconsin, el ex Senador Russ Feingold está claramente por delante del actual senador Ron Johnson, tras perder por estrecho margen hace seis años, y en Illinois la dirigencia republicana ha descartado en la práctica al Senador Mark Kirk, proclive a las meteduras de pata.

Los escaños senatoriales de New Hampshire, Nevada, Carolina del Norte, Pennsylvania y otros estados que se consideraban  ya decididos antes de las grabaciones ahora parecen más al alcance de los demócratas. En Florida, se pensaba que el Senador Marco Rubio, que compitió contra Trump en las primarias republicanas, ganaría las elecciones; ahora parece vulnerable. Si se produce una oleada electoral en Estados Unidos, podrían caer incluso los Senadores republicanos que hasta ahora se consideraban seguros, como John McCain en Arizona.

En todo caso, los republicanos podrían obstaculizar la tarea de Clinton, incluso si pierden en una oleada. Una eventual minoría republicana en el Senado todavía puede limitar su agenda mediante el discurso obstruccionista (o “filibusterismo”), ya que se necesitan 60 votos para poner fin a un debate y hacer que se lleve a votación una propuesta de ley. Si los republicanos mantienen el control de la Cámara, el Vocero Paul Ryan, que pueden estar apuntando a la nominación presidencial republicana en 2020, podría tratar de cooperar con la presidenta en algunos temas para demostrar que puede lograr resultados reales, pero es probable que los republicanos más conservadores de la Cámara se rebelen.

Mientras tanto, la Corte Suprema sigue con sólo ocho miembros en lugar de los nueve usuales, creando la posibilidad de que se produzcan fallos divididos en decisiones de importancia clave. Los republicanos se sienten ansiosos por mantener intacta la composición ideológica de la Corte tras la muerte en febrero de Antonin Scalia, un claro conservador, y por eso han bloqueado desde marzo a Merrick Garland, nominado por Obama y de inclinaciones más liberales.

Así pues, incluso si los demócratas controlan el Senado a partir de enero, los republicanos podrían seguir bloqueando las nominaciones y el programa político de una eventual Presidenta Clinton. Y, puesto que es improbable que los demócratas ganen la Cámara, persisten las perspectivas de una parálisis en Washington.

Elizabeth Drew escribe con regularidad en la New York Review of Books. Su último libro es Washington Journal: Reporting Watergate and Richard Nixon’s Downfall (El diario de Washington: el informe de Watergate y la caída de Nixon).

Copyright: Project Syndicate, 2016.
www.project-syndicate.org


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Elizabeth Drew escribe con regularidad en la New York Review of Books. Su último libro es Washington Journal: Reporting Watergate and Richard Nixon‚Äôs Downfall (El diario de Washington: el informe de Watergate y la caída de Nixon).

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