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Un gran paso adelante para la justicia fiscal mundial

Estamos todos en el mismo barco. Necesitamos estrategias inteligentes y tácticas audaces para concretar un programa realmente universal para todos

El multilateralismo ha estado a la defensiva estos últimos años. Hoy en día

Josep Borrell

29 de julio 2021

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BRUSELAS — El multilateralismo ha estado a la defensiva estos últimos años. Hoy en día, en un entorno mundial que es más multipolar que multilateral, la competencia entre Estados parece anteponerse a la cooperación. No obstante, el reciente acuerdo mundial para reformar el sistema internacional de fiscalidad de las empresas es una prueba positiva de que el multilateralismo no ha muerto.

Sin embargo, tampoco goza de buena salud. La globalización ha seguido su curso durante la pandemia de COVID-19 —aunque de un modo menos uniforme y a pesar de la sensación de creciente aislamiento entre la gente—, pero la interdependencia es cada vez más conflictiva. Incluso el poder simbólico se está empleando de manera coactiva: las vacunas, los datos y los estándares tecnológicos se han convertido en instrumentos de competencia política.


El mundo también está perdiendo libertad. La democracia misma está siendo atacada, en un desabrido enfrentamiento ideológico acerca de qué sistema político y económico puede producir mejores resultados para la ciudadanía.

La Unión Europea sigue creyendo en un mundo previsible de multilateralismo basado en normas, mercados abiertos, colaboración de suma positiva y justicia y solidaridad sociales, y sigue trabajando a tal fin. Seguimos convencidos de que solo se puede hacer frente a los desafíos del mundo actual —desde la lucha contra la pandemia hasta la acción contra el cambio climático— mediante la cooperación mundial. Por consiguiente, la UE seguirá liderando la revitalización del multilateralismo basado en normas, para mostrar a nuestra ciudadanía los beneficios tangibles de un concepto aparentemente árido y tecnocrático.

Al fin y al cabo, la alternativa a esta cooperación multilateral —«cada uno por su lado»— supone un acceso más limitado a las vacunas, una actuación insuficiente en materia climática, el enconamiento de las crisis de seguridad, la regulación inadecuada de la globalización y un aumento de la desigualdad mundial. Ningún país, ni siquiera el más grande, puede sobrevivir en solitario. Por todo ello, Italia ha situado con razón el multilateralismo entre los elementos prioritarios del programa de su actual presidencia del G20.

Ahora bien, la UE no puede limitarse a recalcar sus credenciales multilaterales. Europa debe demostrar que la acción multilateral puede proporcionar réditos a todo el mundo si todos los países invierten en ella. Y eso es precisamente lo que consigue el nuevo acuerdo tributario mundial.

El acuerdo, refrendado a principios de julio por los ministros de Economía y Hacienda del G20 y respaldado por 132 países, fijará un tipo impositivo mínimo mundial de al menos el 15 % para empresas multinacionales y asegurará que dichas empresas paguen impuestos en los países en los que generen sus beneficios. Se trata de un paso histórico hacia una globalización más justa y de un hito del multilateralismo eficaz.

En los últimos años, los gobiernos han tomado importantes medidas contra la evasión fiscal por parte de los particulares. Según la OCDE, entre 2009 y 2019, el intercambio automático de información tributaria entre Estados generó unos ingresos fiscales adicionales de 95 000 millones EUR (112 000 millones USD) en los países del G20, y dio lugar a una reducción del 34 % de los depósitos en paraísos fiscales.

Sin embargo, la lucha contra la elusión fiscal de las multinacionales, un problema aún mayor, ha demostrado ser más correoso. En 2018, la OCDE estimó que la elusión fiscal de las multinacionales generaba unas pérdidas de ingresos a escala mundial de entre 100 000 y 240 000 millones USD al año, es decir, entre el 4 y el 10 % de los ingresos totales procedentes del impuesto de sociedades. Por lo demás, el actual sistema internacional de fiscalidad de las empresas, concebido hace más de un siglo, está cada vez más desfasado en la economía globalizada y digitalizada actual.

La UE lleva tiempo empeñada en plantear una respuesta mundial ante este desafío. Sin embargo, ha sido la constructiva colaboración de la administración del presidente estadounidense Joe Biden durante los últimos seis meses la que ha permitido este reciente y decisivo avance. Se trata de un sorprendente y bienvenido restablecimiento del apoyo de los EE. UU. a una visión multilateral del mundo.

Los 132 países y territorios que actualmente apoyan el nuevo acuerdo sobre fiscalidad de las empresas representan el 90 % del PIB mundial. El acuerdo no solucionará por sí solo el problema de la elusión fiscal de las empresas multinacionales, pero sí supone un enorme paso adelante. Marca el principio del fin de la carrera de mínimos mundial en materia de tipos del impuesto sobre sociedades, una competición en la que ha habido unos cuantos ganadores muy pudientes y miles de millones de perdedores que ahora pueden comenzar a recuperar la confianza en el poder de la reglamentación.

El acuerdo asegurará a los Estados unos ingresos más elevados y más estables en un momento en el que todos los países deben sufragar los gastos de la lucha contra la pandemia y movilizar las inversiones necesarias para hacer frente a la crisis climática. Además, asegurará una mayor justicia en un momento de crecientes desigualdades entre el mundo desarrollado y los países en desarrollo.

Ante todo, el reciente acuerdo fiscal muestra cómo la acción multilateral puede propiciar una forma más equitativa de globalización. Ahora necesitamos respuestas internacionales de igual eficacia en otros ámbitos, desde el acceso a las vacunas y la crisis climática hasta la seguridad de los datos y los estándares tecnológicos.

Las generaciones futuras no nos perdonarán si ignoramos la principal lección de la pandemia: estamos todos en el mismo barco. Necesitamos estrategias inteligentes y tácticas audaces para concretar un programa realmente universal para todos.

*Josep Borrell, alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, es vicepresidente de la Comisión Europea y preside el Grupo de comisarios para una Europa más Fuerte en el Mundo. Paolo Gentiloni es comisario europeo de Economía y antiguo presidente del Consejo de Ministros (2016-2018) y ministro de Asuntos Exteriores (2014-2016) de Italia. Copyright: Project Syndicate, 2021.


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Josep Borrell

Josep Borrell

Político español. Desde el 1 de diciembre de 2019 ocupa el cargo de alto representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad y vicepresidente de la Comisión Europea.

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