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Un campeón que le dio la espalda a su pueblo

Un agente del régimen que le hace propaganda al dictador. Se baña en millones de dólares, pero sin el favor de la población

Román "Chocolatito" González cuando llegó al ring del American Airlines Center, en Dallas, Texas. Iba vistiendo la propaganda de la dictadura. Foto: Efe

17 de abril 2021

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Srisaket Sor Rungvisai estrelló su poderosa derecha en el “Chocolate” González y lo mandó a las profundidades de una contundente y humillante derrota por primera vez por nocaut y perdió su título mundial esa deshonrosa noche del 10 de septiembre de 2017. Pero esta no ha sido su peor pelea, sino la que lo sacó del corazón de millones de nicaragüenses que ahora lo desprecian por su insensibilidad ante el dolor de su pueblo y su traicionera alianza con la dictadura criminal de los Ortega-Murillo.

En los años 1993-1994 dos pugilistas de los pesos pequeños estremecieron el mundo del boxeo con tres peleas, las dos primeras, trepidantes: Humberto (Chiquita) González y Michael (Manitas de Piedra) Carbajal, quienes por primera vez lograron ganar un millón de dólares, algo fuera del alcance de los boxeadores de los pesos moscas hasta que 27 años después Román (Chocolatito) González lo logró  y lo repitió en su segunda y vibrante pelea con (El Gallo) Estrada el mes pasado, con quien está prevista una tercera en septiembre próximo, en lo que será la segunda trilogía mosca relevante de la historia. 


En casi 30 años tampoco se había producido una rivalidad tan fuerte en estos pesos pequeños como la de “La Chiquita” y Carbajal, hasta ahora, con “Chocolate” y “El Gallo” que al igual que en su primera pelea, en la segunda generaron mil emociones, fueron más allá de la espectacularidad y mantuvieron en vilo a los fanáticos durante doce delirantes asaltos. Quizá esta sea la mejor pelea del año y un clásico del boxeo mundial en la categoría mosca. ¿Será encarnizada la tercera o carecerá de voltaje?, como la última de “La Chiquitita” y Carbajal.

González está bañado en plata pero no puede darse una zambullida en el afecto y la ternura de la ciudadanía, de la que está divorciado, especialmente desde que decidió continuar exhibiendo la gorra oficial de la Policía Nacional, tras los más de 300 asesinatos que esta fuerza cometió contra la población indefensa para sofocar el estallido social de abril de 2018.

Un súper agente de la dictadura

González no es un boxeador que apoya de manera pasiva a los Ortega-Murillo, al contrario, es un súper agente que ha realizado importantes tareas propagandísticas sobre todo en el exterior y que es parte de los organizadores de una serie de actividades que se realizarán en los próximos días para tratar de “borrar” abril 2018 de la mente de los nicaragüenses.

Para eso le encomendaron organizar el 17 de abril –en vísperas del estallido social de hace tres años-- un concierto con el cantante cristiano de Puerto Rico, Danny Berríos, para la población evangélica de la que es parte el boxeador. El artista había aceptado, pero el 9 de este mes anunció su retiro de la actividad quizá debido a la gran cantidad de mensajes de protesta de nicaragüenses que señalaron se trataba de una maniobra política. Posteriormente, Berríos se retractó.

La grandeza boxística está con González, pues claramente es un superdotado de este oficio de los puñetazos, donde ha conseguido desarrollar una maestría boxística singular. Es un boxeador talentosísimo, con unas largas combinaciones relampagueantes y una gran capacidad defensiva. Es una excepcional mezcla de estilista y fajador con una considerable pegada que ha venido disminuyendo con cada salto a categorías de mayor peso.

Pero Román no es grande entre la mayoría de la gente, no ha podido disfrutar de ese toque casi mágico que conceden los pueblos a sus héroes, y más bien ha tenido que tragarse el orgullo herido por la repulsa nacional, que, entre otras manifestaciones, recientemente tuvo la de más de tres mil aficionados al boxeo que en mensajes por las redes sociales le expresaron su apoyo al contrincante de González, “El Gallo” Estrada. 

Su apoyo a la familia Ortega-Murillo es escandalosamente inmoral

Román González no conoce de la popularidad que tuvieron algunos boxeadores nacionales y mucho menos la del más grande de todos, Alexis Argüello, pese a sus deslices políticos que, por supuesto no se comparan con las burradas de “El Chocolate” como agente de propaganda de un dictador peor que Somoza García y Somoza Debayle juntos.

Es que “El Chocolate” cruzó una raya crucial y en vez de solidarizarse con los presos políticos, con el dolor de las madres, esposas, esposos,  hijas e hijos de estos, más bien es un adulador del tirano, es su propagandista, le hace campaña electoral, exhibe su imagen adonde quiera que vaya y con eso se convierte en un cómplice del régimen.

Es altamente probable que el agente de la dictadura le haya solicitado al “Gallo” Estrada que se distanciara de la imagen de apoyar a las fuerzas azul y blanco que adversan al orteguismo, que proyectó cuando publicó una fotografía en la que aparece con una bandera de Nicaragua con el escudo invertido, que es el símbolo de lucha de los opositores a la familia Ortega-Murillo. Como consecuencia, después “El Gallo” apareció disculpándose.

Román González como una persona famosa que puede influenciar sobre todo a la juventud, está moralmente obligado a cuidar cada paso de su vida, incluyendo la privada. Ha fallado en sus asuntos personales así como en lo que respecta a la nación, al traicionar los ideales de un pueblo que lucha por la libertad y la democracia. Su apoyo a la familia Ortega-Murillo es algo escandalosamente inmoral y lo convierte en cómplice de los delitos de lesa humanidad cometidos contra el pueblo nicaragüense.


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Guillermo Cortés Domínguez

Periodista nicaragüense. Escribió prensa clandestina y fue redactor y editor del diario Barricada. Coautor de "Corresponsales de Guerra". Fundador y director de la revista Medios y Mensajes y la editorial Editarte. Ganó el Premio Latinoamericano de Periodismo José Martí, de la agencia de noticias Prensa Latina S.A. Además, es autor de "Huérfanas de Guerra" y "El oráculo de la emperatriz", entre otros libros.

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