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Súper domingo electoral

En Argentina, la sorpresa residió en el mediocre resultado electoral oficialista (el más bajo en la historia del peronismo)

Vista de un mural en el centro de Buenos Aires invitando a votar por el oficialista Daniel Scioli. EFE/David Fernández.

Daniel Zovatto

6 de noviembre 2015

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El pasado domingo 25 de octubre la región experimentó una intensa jornada electoral: se celebraron dos elecciones presidenciales —primera vuelta en Argentina y balotaje en Guatemala—, además de importantes comicios locales en Colombia, cuyos resultados guardan estrecha relación con el proceso de paz y con las elecciones presidenciales de 2018.

En Haití también hubo elecciones (balotaje de las legislativas y municipales y primera vuelta presidencial) pero la falta de datos oficiales a la fecha (2 de noviembre) nos impide profundizar en el análisis. Sí cabe anticipar, que a medida que se vayan conociendo los resultados es muy probable que las denuncias de irregularidades y de fraude se incrementen y la situación política se tensione.


En Argentina, la sorpresa residió en el mediocre resultado electoral (el más bajo en la historia del peronismo) obtenido por el oficialista Daniel Scioli, a quien muchas encuestas —otras de las grandes perdedoras en este proceso— señalaban como posible ganador en primera vuelta si obtenía 40% de los votos, con una diferencia superior a 10% sobre el segundo. Scioli quedó lejos de ese objetivo (apenas superó 36%), aventajando en sólo 2,5 puntos al candidato del frente opositor Cambiemos Mauricio Macri, quien obtuvo 34%.

La otra sorpresa en estos comicios —la mayor de todas y que tampoco ninguna encuesta pudo anticipar— fue la derrota histórica del peronismo en la Provincia de Buenos Aires (tras 28 años de hegemonía justicialista), que también arrastró —como un verdadero terremoto político— a los llamados “barones” del conurbano bonaerense. En el mayor distrito electoral del país, María Eugenia Vidal superó por una diferencia de 5 puntos a Aníbal Fernández, convirtiéndose en la nueva gobernadora de la Provincia de Buenos Aires a partir del próximo 10 de diciembre.

Como consecuencia de los resultados de la primera vuelta, el 22 de noviembre se celebrará un balotaje histórico, además de inédito, ya que hasta ahora Argentina mantenía el récord de ser el único país de la región que, no obstante haber constitucionalizado el balotaje en 1994, nunca había recurrido a él.

El eje central de la campaña en la segunda vuelta —que anticipamos intensa y marcada por una campaña tanto negativa como sucia—estará centrado en la gobernabilidad y en el tipo de cambio que más conviene a la sociedad argentina: el cambio dentro de la continuidad que enarbola Daniel Scioli o el cambio como alternancia que propone Macri. Ambos candidatos han comprometido su participación en un debate nacional —otro hecho inédito en la historia política del país— y han empezado a desplegar sus respectivas estrategias para atraer los casi 8 millones de la primera vuelta que quedaron sin dueño para el balotaje (cinco millones de votos que recibió Sergio Massa en primera vuelta, quien, con 21%, ocupó el tercer lugar, los casi dos millones de votos de los otros tres candidatos —Del Caño, Stolbizer y Rodríguez Saa—, y los casi 800000 votos en blanco y nulos). Por el momento, la ventaja la lleva Macri, quien a pesar de haber ocupado el segundo lugar en la primera vuelta ha quedado mejor posicionado políticamente de cara al balotaje. Pero el final sigue abierto.

En Guatemala, los resultados del balotaje se ciñeron a los parámetros que venían indicando las encuestas. El comediante evangélico Jimmy Morales obtuvo un triunfo electoral contundente (67% frente a 33% de Sandra Torres). La victoria del outsider Morales se explica, sobre todo, debido a la actual coyuntura que vive el país centroamericano. Mientras sus rivales políticos (Manuel Baldizón y Sandra Torres) encarnaban los viejos vicios, Morales logró encauzar las aspiraciones de regeneración política, mayor transparencia y combate a la corrupción que clamaba la ciudadanía.

Pero, si ganar las dos vueltas electorales fue un trámite relativamente sencillo para Morales, los desafíos que deberá enfrentar como presidente (a partir del próximo 14 de enero de 2016) son mayúsculos. Su promesa, impresa en el lema “Ni corrupto ni ladrón”, apunta en la dirección correcta, aunque es insuficiente para estar a la altura de las expectativas ciudadanas de cambio y transformación política e institucional; ciudadanía movilizada y exigente que, en tan sólo seis meses, mediante sus protestas, logró derribar y enviar a prisión a la vicepresidenta (Roxana Baldetti) y al presidente (Otto Pérez Molina).

Si Morales desea preservar el bono democrático y el apoyo ciudadano que actualmente goza deberá dar respuesta rápida y efectiva a las demandas ciudadanas en temas tales como educación, salud, seguridad y lucha contra la corrupción. La situación fiscal es precaria y el Estado está al borde del colapso en varios ámbitos. Sus recursos políticos son igualmente escasos para garantizar la gobernabilidad e impulsar las reformas que demanda la ciudadanía: carece del respaldo de un partido fuerte y con incuestionables credenciales democráticas; aún no cuenta con un sólido equipo de gobierno, y su bancada en el Legislativo es insignificante (11 diputados de 158). Bajo estas premisas, el futuro político de Guatemala luce incierto y plagado de obstáculos.

En relación con las elecciones locales colombianas, cabe apuntar que los grandes triunfadores fueron el presidente Juan Manuel Santos y el vicepresidente Germán Vargas Lleras (uno de los aspirantes más fuertes para suceder a Santos en 2018). Ambos salieron fortalecidos al lograr que varios de sus aliados políticos alcanzaran el poder en los principales departamentos y capitales del país; autoridades locales éstas que desempeñarán un papel clave en la implementación de los futuros acuerdos de paz.

Por su parte, los principales derrotados fueron el nuevo partido de Uribe (Centro Democrático), que obtuvo resultados adversos no sólo en Bogotá (su candidato Francisco Santos quedó en un lejano cuarto lugar) sino también en la cuna misma del uribismo (Antioquia y Medellín). El otro gran derrotado de estas elecciones fue la izquierda, la cual, tras doce años ininterrumpidos de estar en el poder, perdió la joya de la corona, la Alcaldía de Bogotá en manos del ex alcalde Enrique Peñalosa, quien encabezó una coalición conformada por el partido de Vargas Lleras (Cambio Radical), la Alianza Verde y el Partido Conservador.

Mi opinión: el súper domingo electoral confirma la importancia creciente del balotaje para definir las elecciones presidenciales en América Latina. Las tres elecciones presidenciales de este año (incluido Haití) han debido definirse en una segunda vuelta; tendencia que también estuvo muy presente en la gran mayoría de los comicios presidenciales de 2014.

Estos procesos también han estado marcados por una demanda de cambio y el factor sorpresa que, de confirmarse en el caso argentino, podrían anticipar la llegada de un nuevo ciclo político a la región.

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Publicado originalmente en Infolatam.

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Daniel Zovatto

Daniel Zovatto

Investigador senior del Centro de Estudios Internacionales de la Universidad Católica de Chile. Es doctor en Derecho Internacional y Gobierno y Administración Pública. Máster en Gerencia Pública, Derechos Humanos, y Diplomacia. Es miembro del Consejo Asesor del programa para América Latina del Woodrow Wilson International Center for Scholars.

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