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Rebelión solidaria contra el devorador de su pueblo

“Saturno devorando a su hijo”, es la muestra del más despiadado canibalismo, dicen los entendidos

Cuadro "Saturno devorando a su hijo" de Goya. Tomado de Wikimedia

Luis Rocha Urtecho

12 de septiembre 2020

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A mis hermanos parlanchines, porque dicen y escriben lo que sienten

La solidaridad también es canina, pues hasta un perro nos enseña lo que es lealtad y fidelidad, cosa que no hacen los poderosos. Hace poco una joven, Quilalí Urtecho, hija de mi amigo Mario Urtecho, el narrador, me recordó esa cualidad en un escrito suyo al que hago referencia como la introducción buena, porque lo es, a este escrito mío desde el suyo, titulado Nico en memoria de su perro. Es el perro de la familia, y resulta que su madre y padre, son Mario y Argentina, padres de Quilalí, y los hermanos de Nico los otros dos perros de la casa, “Mango” y “Laya”, compañeros de correrías y fraternidad insigne. Por eso es que “Puno Nicolás, mejor conocido como Nico, es el perro loco” que llegó a agitar la existencia de todos, en esa casa encendida de amor canino, hasta que tuvo que dejarnos. “Fue un gran perro y lo vamos a extrañar”, pues “nunca perdió esa mirada de niño inocente…Ahora debe de estar en el cielo perruno, revolviendo las nubes y persiguiendo pájaros…Gracias por pasar, Nicolai.” Y gracias a Quilalí por con tanta ternura mostrarnos la diferencia de sentimientos que existe entre el cielo de Nico, solidarios con el género humano, y el infierno de Saturno, quien vive en algún lugar de Ninguna Parte.


Ahora pues, bajemos al infierno, para hacer un ejercicio de contrastes. Caminando hacia “El Carmen” llegamos a la “Quinta del Sordo”, como era conocido el gran pintor don Francisco de Goya y Lucientes en toda España, y en esa casa que habitaba tenía sus famosas “Pinturas Negras”, trabajadas al óleo sobre cartones, y entre estas pinturas descollaba la terrible de “Saturno devorando a su hijo”, muestra del más despiadado canibalismo, dicen los entendidos, para evitar, como un dios que se creía y dice la mitología, poder ser sucedido en el poder. Pero el pintor también fue víctima de Saturno. Se diría que el modelo del cuadro –Saturno- y el cuadro mismo se confabularon contra Goya y que fue el plomo el que lo contagió pintando y causa de su sordera, y otras enfermedades a las que se atribuyen “saturnismo, plumbosis o plombemia”, envenenamiento en la sangre, sabiéndose que esas enfermedades producen desequilibrios  psíquicos en algunos proclives a infanticidios y, como dijimos, a canibalismo, o a recetar “plomo” a los ciudadanos. Según Freud, “Saturno devorando a su hijo”, está relacionado con la “melancolía y la destrucción”. Desde el punto de vista del psicoanálisis como una figuración de la impotencia sexual, o sencillamente de la impotencia que no encuentra otro recurso para aferrarse al poder –como cuando Saturno procede a devorar a su hijo- que engullir salvajemente a su pueblo.

Se afirma con vehemencia, en toda la extensión territorial de Ninguna Parte, que la solidaridad entre los ciudadanos de un pueblo oprimido, es el antídoto contra el “saturnismo caníbal”. Esa solidaridad tiene manifestaciones de estar germinando, y por dolor, fuerza y dignidad, se está convirtiendo en una “rebelión solidaria”. Después de plantear los contrastes entre el bien y el mal, como acabamos de hacer, vamos ahora a entrar a precisar algunos de esas expresiones del espíritu y del intelecto que, a través de la solidaridad, nos conducen o nos conducirán inexorablemente hacia la libertad.

Tan sólo vamos a seleccionar algunas, de ellas, comenzando con el artículo “Extorsión o cárcel” de Edmundo Jarquín, refiriéndose a las “alternativas” que en estos momentos Saturno ofrece a la ciudadanía, retomando el terror, viejo ardid de tiranos, que la reactivación de una acusación judicial politizada genera, para tener a los involucrados como rehenes. Este capítulo de Saturno, se podría titular, sino “La guillotina impaciente”, como el cuento de Edgar Allan Poe “La fosa y el péndulo”. Y tal y como está planteado por Saturno, no deja más alternativas que “extorsión o cárcel”, olvidando que esas alternativas, por no serlo, conducen a la rebelión solidaria. Y ahí está el meollo de ese artículo, que abogando por uno de los perseguidos y su familia, como ejemplo, y por centenares “de empresarios de todo tamaño”, denuncia que son objeto de extorsión y persecución con amenazas de cárcel. Terrorismo fiscal. El problema, sostiene Mundo, no es simplemente recaudatorio o intimidatorio, pues los “sultancitos” recaudadores “actúan” en nombre del estado, para que los perjudicados vayan a tocar las puertas de “El Carmen” para pedir como favor lo que por derecho les corresponde. Pero la “rebelión solidaria” induce a que, cuando Saturno se asome por la rendija de la cerradura, le digan que no llegan a pedir ningún favor, sino a exigir la justicia y democratización que se necesita en Ninguna Parte.

Eso le preocupa a Julio Francisco Báez Cortés, porque nos debe de preocupar a  todos, y lo manifiesta en sus didácticos textos referidos a reforma tributaria a deshora, y junto con Mundo Jarquín, al desesperado aumento de impuestos -extorsión o cárcel- que “con un objetivo exclusivamente recaudatorio, pésimamente estructurado hacia una mayor regresividad, inequidad y afectación del sistema productivo nacional, lo convirtió en la peor reforma tributaria del último medio siglo.” En este contexto nos recuerda que en un reclamo de esta envergadura –con tal solvencia moral y ética- es que dedica su artículo Bailando vals en el naufragio, “A nuestros 100 reos de conciencia. ¿Podría hoy demostrarse que no han sido olvidados?” En el contexto de nuestra progresiva rebelión solidaria contra el saturnismo caníbal, que es la verdadera ideología de los “cristianos” de El Carmen, el “humanismo beligerante” de Julio Francisco Báez funciona como una catapulta, en el instante en que “el Titanic ya se fracturó contra el iceberg.” Cabe exclamar junto con él: “Este régimen no tiene autoridad moral, política ni ética para motivarnos a asumir retos tributarios  en aras del bien común y la justicia fiscal. Ya perdió toda legitimidad, credibilidad y respeto.”

Mario Hanón no fue favorecido en su disputa para presidente del Cosep con Michael Healy. Son cosas que tienen que pasar en unas elecciones. No obstante, cuando le preguntaron su opinión, simplemente dijo: “Ganó el Cosep”. Ojalá que sea así, y ojalá que Michael pueda actuar con independencia. Con total independencia. Como advirtió Hanón poco después de aceptar como ganador, al propio Cosep: “Cosep no es la solución, pero si es parte de esa solución.” Y ello me recordó que hace muy poco vi en “La Prensa” lo que pudiera ser el surgir de un nuevo estilo de empresarios: Dos muchachos que se habían conocido en la cárcel y habían hecho juntos proyectos para el futuro, decidieron montar una pequeña fábrica de café, y planearon su distribución en base de contratar a otros excarcelados políticos, que necesitaran el trabajo. La experiencia cristiana de ellos ya había sido puesta a prueba, pues habían pertenecido a la “Banda de los aguadores”, y por dar de beber al sediento, fueron perseguidos y encarcelados. Saturno no tiene ni debe tener lugar en este proyecto hecho con las uñas, pero que es un gran ejemplo para actuar con independencia; de amor al prójimo y de ser parte de esta rebelión solidaria. Ya tienen la experiencia de haber dado de beber al sediento. Talvez ellos no sean la solución, pero no olvidemos que son parte importante de ella.


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