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¿Qué tan heroicas son las tropas rendidas en Mariúpol?

¿Fue un error militar su atrincheramiento en la planta siderúrgica Azovstal?

Los vehículos militares rusos siguen a los autobuses (no en la imagen) que transportan a los militares ucranianos que están siendo evacuados de la planta siderúrgica Azovstal sitiada en Mariupol. Foto: EFE / Confidencial

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Hace tan solo un poco más de un mes exalté a los soldados atrincherados en la planta siderúrgica de Azovstal, en Mariúpol, y pedí urgente ayuda para ellos. Ahora tengo muchas otras inquietudes tras la rendición de más de dos mil combatientes del Regimiento Azov incorporado a las Fuerzas Armadas Ucranianas, en lo que constituye una severa derrota a manos de los invasores rusos.

¿Te imaginás que se hubieran rendido dos mil soldados de Vladimir Putin?


Ignorante de detalles del atrincheramiento en una de las mayores plantas de acero de Europa, y desconocedor de las artes militares, me figuraba que era imposible que esas tropas simplemente quedarán ahí, seguramente habría refuerzos y aprovisionamiento, y ante una situación más extrema, al menos una ruta de escape

Cuando supe que estos valerosos soldados ucranianos se estaban movilizando en túneles bajo la gigantesca instalación industrial, mi imaginación voló: saldrían detrás de las líneas enemigas y destruirían una a una, en una labor sistemática, las unidades de combate rusas.

También imaginé que atraerían a los carniceros rusos a los túneles y ahí los emboscarían una y otra vez, en una guerrilla imposible de ganar para los invasores. Victoria tras victoria en los subterráneos de la fábrica, los gloriosos soldados ucranianos después comenzarían a combatir los puestos instalados por las tropas rusas en los escombros de la devastada ciudad de Mariúpol.

Pero nada de lo que imaginé ocurrió.  Y ahora en mayo las tropas que resistían en Azovstol comenzaron a entregarse a los invasores, primero casi trescientos y después varios grupos más hasta sumar más de dos mil. ¡Son más dos mil vidas salvadas!

En Moscú, rabiosos perros de la guerra ladran por desconocer a los soldados ucranianos su condición de prisioneros de guerra e incluso han exigido que se les trate como criminales de guerra y declarar “organización terrorista” al Regimiento Azov. Hasta hoy se ha impuesto la cordura y la Convención de Ginebra: han recibido atención médica y no se han denunciado maltratos ni torturas. ¿Por cuánto tiempo más?

El Regimiento o Batallón Azov que se entregó al enemigo ruso, durante más de dos meses mantuvo en alto el espíritu de rebeldía y de combate y el honor del pueblo y la nación ucraniana. Incluso expertos militares aseguran que su resistencia en esta ciudad devastada por el horror que imponen los rusos con su experticia en destrucción sistemática de edificios, permitió el avance de Ucrania en otros frentes o impidió otras ganancias de los invasores. Eso estaría muy bien.

Sin embargo, su atrincheramiento sin ninguna capacidad de actuar sobre las tropas rusas indica que se metieron a un callejón sin salida, que de manera torpe y sin sentido se fueron a ubicar a una ratonera. ¿Esto es correcto desde la perspectiva militar? Desde que tomaron esa decisión sus mandos supieron cuál sería el resultado final.

Y este resultado está comprometiendo a Ucrania porque le ha dado el invasor una importante victoria militar en el terreno, algo que no habían podido lograr en casi tres meses de mortíferos y destructivos ataques a instalaciones militares, depósitos de combustibles, infraestructuras y todo tipo de edificaciones civiles, tanto residenciales como de servicios de salud, escolares, de entretenimiento y de servicios comerciales, especialmente de alimentos.

Haberse entregado esta enorme unidad militar de más de dos mil soldados le ha dado a Rusia y a Putin no solo la rendición de más de dos mil soldados, que es mucho, sino que le ha servido en bandeja un símbolo, un símbolo victorioso, lo que es más grande que la derrota de muchas tropas, es algo inmenso para un invasor que solo había mordido el leño podrido y asqueroso de la derrota.

La entrega de los atrincherados en la siderúrgica de Mariúpol le ha dado a Putin una victoria que bien administrada podría moralizar a las tropas invasoras y a sectores del pueblo ruso manipulado hasta ahora a gusto y antojo por el enorme y sofisticado aparato de propaganda oficial que ha estado vomitando mentiras, medias verdades y cortinas de humo.

Lo que no tuvo Putin el opaco y sombrío día de la celebración en Moscú de la victoria contra Hitler, lo tiene ahora: un poderoso argumento para tragarse las sucesivas y dolorosas derrotas que ha estado teniendo en una campaña imprevistamente difícil contra unos tercos defensores heroicos, que según él debía ser un paseo de dos o tres semanas.

Ucrania sabrá levantarse de este traspiés, como lo está haciendo en Jerson, donde recuperó por completo todos los territorios que habían sido ocupados por los rusos en esta segunda ciudad más grande del país, y a los brutales ocupantes los han obligado a retroceder hasta cuarenta millas, hasta la frontera, y ahora muchas de esas maltrechas y derrotadas tropas están siendo enviadas a otras zonas de combate donde su hedor de fracaso ya está siendo sentido por sus nuevos compañeros de invasión.

La cuestión es si la decisión de meterse en un callejón sin salida fue un grave error militar del Regimiento Azov, o si el aporte de la resistencia de estas tropas ucranianas es superior a todo lo que con su rendición le han entregado a Rusia.

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Guillermo Cortés Domínguez

Guillermo Cortés Domínguez

Periodista nicaragüense. Escribió prensa clandestina y fue redactor y editor del diario Barricada. Coautor de "Corresponsales de Guerra". Fundador y director de la revista Medios y Mensajes y la editorial Editarte. Ganó el Premio Latinoamericano de Periodismo José Martí, de la agencia de noticias Prensa Latina S.A. Además, es autor de "Huérfanas de Guerra" y "El oráculo de la emperatriz", entre otros libros.

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