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Un político tradicional apuñala por la espalda

Oscar René Vargas

18 de septiembre 2016

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Creo que Eduardo Montealegre no ha entendido el momento político que vivimos. A partir que el gobierno elimina las diputaciones, Montealegre tenía que elegir entre dos opciones.

Una, que defiende muchos sectores de sus aliados del círculo íntimo y sobre todo de los políticos tradicionales, que es la de buscar acuerdos con el gobierno Ortega porque, en el fondo, sienten cierta cercanía con el gobierno para congraciarse con el gran capital; aunque eso implique perder la retórica y pueda ser arriesgado en el plano de las elecciones municipales del 2017. Sin embargo, para ellos su objetivo principal es ser un partido legal.


La segunda opción era seguir en la línea política de denunciar las elecciones de noviembre 2016 y evidenciar que no hay por quién votar, deslegitimar el proceso electoral. Pero temían que el discurso de no hay por quién votar fortalecía a los movimientos sociales emergentes, debilitaba al grupo de Montealegre, los alejaba del gran capital que no quiere ningún ruido que pueda alejar a los inversionistas extranjeros.

Montealegre y su círculo íntimo escogió la primera opción. Tendríamos que hacer un análisis, muy difícil, de saber el por qué Montealegre decidió negociar con Ortega ahora, después que Ortega le quitó el partido y no antes. Creo que hay una ensoñación de Montealegre de ir al pasado y piensa seguir siendo el referente principal de la oposición.

Hay que estar claro que Montealegre no rompe la Unidad Opositora (llamada Coalición Nacional por la Democracia) a cambio de nada. Montealegre se entrega al gobierno como resultado de una negociación.

La manera que la nueva organización Ciudadanos por la Libertad ha gestado la separación con sus antiguos aliados, entre ellos el Movimiento Renovador Sandinista (MRS) y el Partido Acción Ciudadana (PAC), significa que se produjo un trueque entre Montealegre y Ortega.

El trueque es: Montealegre no hace campaña para deslegitimar las elecciones de noviembre de 2006. Ortega le promete la personería jurídica para su nuevo movimiento político, el cese de toda persecución penal contra Montealegre y su participación en el diálogo que promueve Humberto Ortega y el gran capital, a través del COSEP. Aparentemente gana Montealegre; sin embargo, Montealegre se sitúa al mismo nivel que Arnoldo Alemán. Es decir, una pieza más del ajedrez político de Ortega.

Por el momento no sabemos el todo de la negociación. Lo que sabemos es Montealegre se separó de la lucha contra el gobierno autoritario, abandonando su discurso y a los sectores sociales que creían en él. En Nicaragua un buen político tradicional apuñala por la espalda.

15 de septiembre 2016


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Oscar René Vargas

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