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Ocultamientos, tergiversaciones y mentiras

Para la burocracia orteguista, es una recurrencia habitual hablar de la historia nacional en su versión antojadiza, mutilada y parcial

From the impact of the university youth

Onofre Guevara López

22 de junio 2021

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Son tres recursos con los cuales se ha causado deficiencias en el conocimiento de los nicaragüenses respecto a los hechos políticos que han forjado nuestra historia. Tergiversar, ocultar y mentir en torno a los hechos históricos, es contrario al hecho de hacer ficción histórica en la literatura, porque a la historia la vuelven una ficción política.

Quienes aprenden esas versiones de la historia en la escuela, la universidad, en los medios de comunicación, en casa y en la calle, están sujetos a volverse ciudadanos pasivos en la vida pública, y, a la vez, idóneos para ser convertidos en actores activos manipulados.


Ese binomio, dirigencia-bases, está unido en la práctica partidaria y en la vida separados en cuanto a intereses económicos y sociales. En la vida política cotidiana, viven en unidad y en contradicción, haciendo los hechos y creando historia.

Cuando hablamos de historia, acostumbramos ubicar su raíz a partir de los doscientos años de “independencia” del coloniaje español y casi solo en términos nacionales, que es otra manera de ignorar la historia. Y es así cómo se facilita su distorsión, el ocultamiento y la mentira.

II

Después de la resolución de 26 países miembros de la OEA (15/06/21), sobre la crisis de Nicaragua y la demanda de libertad para los secuestrados y elecciones libres, fundamentada en la información veraz sobre la razia fascista contra precandidatos presidenciales, políticos y periodistas de todos los matices políticos e ideológicos, los portavoces de los dictadores han emprendido una ofensiva publicitaria, local e internacional.

Se presentan hipócritamente como víctimas de una confabulación injerencista del imperio yanqui a causa de su posición “revolucionaria y patriótica, en defensa de la soberanía nacional”.

Para la burocracia orteguista, es una recurrencia habitual hablar de la historia nacional en su versión antojadiza, mutilada y parcial:

+ Comienzan con el año 1856, fecha símbolo de la resistencia contra los filibusteros de William Walker, también el año que –lo recalca la propaganda dictatorial—, arranca la injerencia imperialista de los Estados Unidos en Nicaragua.

+ Además de ese hecho histórico cierto, recuerdan también que fue un intento de continuar en Nicaragua el esclavismo derrotado en el Oeste estadounidense, y, al mismo tiempo, continuidad de la política expansionista embrionaria estadounidense.

+ Pero, para que el filibusterismo se apropiara de Nicaragua a solo medio siglo de su “independencia”, contó con la complicidad de los políticos liberales y conservadores, herederos criollos de las clases dominantes del colonialismo español.

+ Esa complicidad la hicieron política de Estado los conservadores primero, y los liberales después. Entre 1902 y 1903, los conservadores deseaban una Enmienda Platt para Nicaragua, copia de la cual la intervención imperial estadounidense había impuesto en la Constitución de Cuba.

+ La Nota Knox de 1909 y la intervención armada de 1912 a 1933, fue solicitada por políticos conservadores y aceptada por los liberales. Ambos partidos fueron alcahuetes y cómplices del imperialismo.

En ninguno de esos desgraciados sucesos históricos, el pueblo, la base de esos partidos, fue responsable de sus traiciones. Sin embargo, las clases populares han estado pagando las consecuencias en cuotas de atraso educacional, falta de libertades públicas, la ausencia derechos sociales y humanos plenos, hasta el día de hoy.

III

A costa de la vida y la sangre de miles de mujeres y hombres del pueblo, comenzando con Sandino, al fin se derrocó a la dictadura de los tres Somoza, herencia imperial estadounidense, hasta 1979. Pero no significó una conquista prolongada de derechos políticos y sociales, y aún menos los derechos económicos para el pueblo.

Daniel Ortega, un comandante de la revolución (título honorífico no ganado en combates) llegó ocasionalmente a ocupar el cargo de coordinador de la Junta de Gobierno y después presidente de la República.

Y, de nuevo, la complicidad política libero conservadora con los Estados Unidos se hizo presente, más las aberraciones y errores del liderazgo de la revolución, convirtieron en triste realidad un largo sueño de libertad.

La restauración del viejo sistema político libero conservador, tuvo dieciséis años de vigencia de una democracia con la siempre ausente justicia social, aunque con libertades políticas y de prensa.

Pero volvió la mula al trigo. Disfrazada de segunda parte de la “revolución”, se nos impuso otra dictadura, ahora con ropaje de izquierda, pero con el alma en la derecha.

En 2007, y mediante un pacto político, al peor estilo tradicional, con el corrupto Arnoldo Alemán, Ortega pudo Volver con el Frente marchito al poder. O sea, que el Frente Sandinista volvió solo con el nombre como bandera y la bandera rojinegra vestida de rosado chicha.

IV

Ahora, catorce años después de la maniobra “maestra” con el liberal Arnoldo Alemán, seguimos bajo la opresión dictatorial de Ortega y Murillo.  Todo el mundo de la oposición y del periodismo crítico están siendo perseguidos, acosados, encarcelados, procesados y, de propina, calumniados como “agentes del imperialismo”.

Mujeres y hombres, jóvenes y mayores, de las más diversas militancias políticas y concepciones políticas e ideológicas, y con diversidad de clases y de profesiones, están en la cárcel, moralmente unidos y no orgánicamente, como en vano se intentó hacer para enfrentar al adversario común.

Todo tipo de injusticia pesa de modo indiscriminado sobre todos, lo cual tiene una extensa proyección internacional entre distintas corrientes políticas, también diversas en lo ideológico, como corresponde al interés general de la humanidad actual, cuyo derecho a la vida ha sido por siglos ignorado por todo tipo de gobernantes y de sistemas políticos.

Buena parte de esa humanidad, ha convertido los derechos humanos en una justa bandera, agrupada en organismos internacionales, los que no tienen una imposible perfección ni pureza, como tales son todas las cosas del mundo real.

V

Dentro de esa realidad, los organismos internacionales, preocupados por nuestra tragedia política, están prestos a darnos alguna solidaridad, aunque en esos organismos “no están todos los que son ni son todos los que están”, de lo cual nadie en particular es culpable ni debe sorprenderse, porque es un hecho histórico objetivo.

Digámoslo de una vez: en la OEA, en la ONU, en UE y en casi todo organismo internacional, está presente la influencia de los Estados Unidos, cuyas políticas y políticos han tenido una incidencia negativa en nuestra historia.

No obstante, realista, sincera y objetivamente –como quedó demostrado anteriormente—, la injerencia de ese país en nuestra historia ha contado siempre con la complicidad de quienes nos han desgobernado durante dos siglos. Y, en la actualidad, los culpables de su injerencia, son los Ortega Murillo por otros motivos y de otra manera, pero son responsables, porque:

+ Alcanzada la paz en 1990, no fueron los Estados Unidos lo que obligaron a Daniel Ortega y su camarilla a practicar la piñata con las propiedades del Estado, y luego hacer una fortuna a la sombra del poder.

+ Nadie desde el exterior, vino a crearles el conflicto intrafamiliar, según la acusación de Zoilamérica (1998).

+ Desde hace catorce años, no han sido gobernantes de los Estados Unidos, quienes han venido a violar la Constitución Política para reelegirse con fraudes electorales indefinidamente, sino Ortega.

+ No son los gobernantes estadounidenses los que aconsejaron a Daniel Ortega, que se apropiara de los poderes del Estado, les impusieran una burocracia incondicional, y rompiera con el principio de la separación de poderes.

+ No es el embajador estadounidense, sino los Ortega y Murillo, quienes ordenaron los asesinatos y secuestros de centenares de jóvenes a partir de las manifestaciones antidictatoriales del 18 de abril de 2018.

+ No fueron congresistas estadounidenses, sino diputados de Daniel Ortega, quienes aprobaron cuatro leyes-guillotina para descabezar los derechos políticos de los aspirantes a la presidencia y dirigentes de oposición, a quienes se las están aplicando, además, con carácter retroactivo.

+ No fue por orden de ningún funcionario estadounidense, que los Ortega Murillo no ingresaran al Presupuesto General de la República la multimillonaria colaboración venezolana y que aún no rindan cuenta de ella.

+ Ningún estadounidense, sino Rosario Murillo, destila odio, mentiras y ridículas homilías seudorreligiosas en contra de los opositores todos los días, desde sus medios de comunicación. Y, etcétera, más etcéteras…

Al margen de estas cuartillas

*En un movimiento político de oposición diverso, tienen cabida políticos de todo el espectro político, ideológico y de clases, y lo justifica el hecho de que la dictadura Ortega Murillo, les cercena por igual sus libertades…

*Los señores del Foro de Sao Paulo y de la Copppal, deberían apartar por un momento sus ideas troqueladas para que se den cuenta: su solidaridad no es con Nicaragua, sino con sus opresores, porque las sanciones van contra ellos…

*Dos siglos de dominación, corrupción e injusticias sociales de los herederos del virreinato español en Lima, han explosionado con la victoria electoral de Pedro Castillo, un maestro rural de profesión…

*La tardanza en declarar esa victoria, son por maniobras derechistas, no para revertir los resultados, sino para crear dudas sobre los mismos y luego montar campañas y sabotajes contra del nuevo Gobierno…

*Es la tragedia más grande en el siglo XXI para grupos sociales con sentimientos y prácticas de virreyes del siglo XVII…


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Onofre Guevara López
Onofre Guevara López

Fue líder sindical y periodista de oficio. Exmiembro del Partido Socialista Nicaragüense, y exdiputado ante la Asamblea Nacional. Escribió en los diarios Barricada y El Nuevo Diario. Autor de la columna de crítica satírica “Don Procopio y Doña Procopia”.

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