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Nueva ruta hacia Chontales

Los chontaleños disponen ahora de una nueva ruta para conectarse por carretera con Managua, Granada, Masaya, Carazo Rivas y a la inversa.

Los chontaleños disponen ahora de una nueva ruta para conectarse por carretera con Managua

Guillermo Rothschuh Villanueva

20 de septiembre 2020

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Abreviando tiempo y distancia. Los chontaleños disponen ahora de una nueva ruta para conectarse por carretera con Managua, Granada, Masaya, Carazo, Rivas y a la inversa. La pavimentación del viejo camino que chontaleños y boaqueños utilizaban para viajar hacia Granada, (partiendo de El Papayal), aminora la distancia y acorta el tiempo. Casi la totalidad de la ruta fue construida de concreto hidráulico. Una diferencia radical con el resto de la carretera al Rama, debido a su solidez y larga vida. Pasaran muchos años antes que provoque problemas. Un desplazamiento sin contratiempos. Sin la presión que supone viajar desde Managua siguiendo por la carretera Panamericana.

Desde hace muchísimos años añorábamos la construcción de un trecho carretero que imprimiera un ritmo más vertiginoso y beneficioso para todos, en momentos que la carretera Panamericana daba signos de congestionamientos. No solo a partir de San Benito. La salida desde la capital se ha vuelto fastidiosa. Urgía esta alternativa. El embotellamiento es constante. El tiempo requerido para llegar a San Benito no se corresponde con la distancia. Son treinta y seis kilómetros que exigen casi siempre entre cuarenta y cinco a cincuenta minutos para cubrir la ruta saliendo desde la capital. El volumen vehicular es asfixiante y continúa creciendo. Nada lo detiene.


El ensanchamiento de la carretera a partir del kilómetro 13 (Zona Franca), hasta Tipitapa, ofrece mayor fluidez. Se circula de manera expedita. A partir del kilómetro 21 el tránsito se vuelve pesado. La anchura de la carretera es dos carriles. Se necesita la paciencia de Job para no desesperarse ante la larga fila de carros, camiones, camionetas y motocicletas. La economía de un país esta en relación directa con la calidad de sus caminos y carreteras. Una verdad ineludible. Productores de diversas partes del país —especialmente cafetaleros— todos los años demandan mantenimiento para los caminos de tierra. Si sumamos año por año, sus reparaciones resultan costosas.

Al adentrarnos por los llanos de Tipitapa, los plantíos de arroz visten de verde al paisaje. A ambos lados del camino su verdor se extiende por varios kilómetros. La sensación es agradable. Evita el cansancio. “Verde que te quiero verde”, como canta el romancero gitano, Federico García Lorca. En algunos tramos el agua necesaria para el cultivo de esta gramínea es abundante. En ciertas fincas se divisan tractores, otros se desplazan por la carretera. La tarde del 8 de septiembre me sorprendió no ver garzas volando a ras de suelo, como se aprecia en el Valle de Sébaco. A mí regreso de Juigalpa, el 12 de septiembre, bandadas de garzas contrastaban su blancura con el verde de los arrozales.

En su análisis sobre comunicación, el especialista belga-francés, Armand Mattelart, incluye las carreteras. Antes que apareciera el telégrafo y el teléfono, la comunicación entre los seres humanos se realizaba a lomo de mulas y palomas mensajeras. Igual ocurría durante las guerras. Hoy forman parte de la historia. Uno de los valiosos legados de Julio César al imperio romano fue la construcción de miles de kilómetros de carreteras. En su libro Periodismo y lucha de clases, Camilo Taufic, incluye no solo vías y carreteras, incorpora lo relacionado con la señalética, como la llaman expertos en signos y símbolos, algo que necesita mejorarse cuanto antes a lo largo de la carretera.

Un viaje especial

Foto: Confidencial

En el verano de 1969 a mi padre se le ocurrió realizar nuestro viaje a Granada —lo acompañábamos sus dos hijos mayores, Jorge Eliécer y yo— por un camino que él había recorrido en sus años mozos. Deseaba desandarlo. A la altura de El Papayal hizo un giro hacia la izquierda y comenzó el martirio. El jeep Toyota 4 X 4 ratificó que estaba diseñado para recorrer sin dificultades caminos intransitables. Nuestra única preocupación era que las piedras puntiagudas rompieran las llantas. Íbamos encantados. A nuestro viejo le divertía. En ciertos partes el camino permitía avanzar entre 30 a 45 kilómetros por hora. El resto del viaje fue a velocidad de tortuga.

La vegetación yendo hacia Granada era idéntica a las llanerías chontaleñas, continúa siéndolo. Decenas de árboles de jícaros y el tamaño de los potreros, anunciaban que estábamos frente a una explotación ganadera extensiva. Poco ha variado en la actualidad. Nuestro padre nos contó de sus viajes en barco con destino a la Escuela Normal de Varones Franklin D. Roosevelt. Lo hizo durante tres años. La única salida de los chontaleños hacia el resto del país —hasta mediados de los cuarenta del siglo pasado— era solo por agua, a través del lago Cocibolca. En Los pies descalzos de Nicaragua, Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, nos recuerda que nuestro país era fluvial.

Partiendo de El Realejo, uno de los puertos más importantes del país, el viaje hasta las orillas del lago Xolotlán, se hacía en locomotora —mitad agua— para luego embarcarse hacia Granada. Muchísimos nicaragüenses embarcaban en Granada para viajar hacia Estados Unidos, navegaban por todo el Desaguadero hasta llegar a San Juan del Norte. Mi padre para llegar a Puerto Díaz viajaba a caballo, luego se subía al Vapor Victoria rumbo a Granada, después a un bus que lo llevaría a Managua. Nuestra travesía marcaba una zona que el general Emiliano Chamorro conocía a la perfección. A caballo o en barco, se desplazaba por estos parajes cada vez que iniciaba sus montoneras.

Emiliano reclutaba buena parte de sus huestes en Chontales, mi bisabuelo, Rafael Suárez, originario de Camoapa, se enroló en sus filas y alcanzó el grado de coronel. Los chontaleños seguían embobados a quien fuese llamado “el último caudillo de América”. Una enorme equivocación histórica. Nicaragua ha sido pródiga en generar caudillos. Su figura ocupa un lugar central en la política nacional a lo largo del siglo veinte y lo que va del veintiuno. Durante casi toda la centuria los chontaleños fueron mayoritariamente conservadores. ¡Viva Emiliano! Era su grito de guerra. Después sería relevado con creces por el general Anastasio Somoza García y el comandante Daniel Ortega Saavedra.

En Malacatoya esperamos la barcaza para que nos cruzara hacia la otra orilla. No existía todavía el puente. Un logro formidable. Cercano al puente Emiliano tenía una finca que llamó Santa Lastenia, en honor a su esposa, Lastenia Enríquez. Cuando se analiza con detenimiento la región, nos percatamos de inmediato del valor militar que Chamorro le asignaba. Ideal para enrumbarse hacia Camoapa y Comalapa, municipios que marcaron su vida político-militar. Después de más de dos horas de viaje arribamos a Granada. Hoy el viaje se hace en una hora y veinte minutos. Para entonces los granadinos habían dejado su impronta en Chontales y se habían adueñado de sus mejores tierras.

Boaco-Chontales

A un par de kilómetros de la salida de El Papayal (Tecolostote, comarca de San Lorenzo), queda la frontera entre Boaco y Chontales. La división político-administrativa marca estilos de trabajo diametralmente opuestos. El mantenimiento de la carretera Boaco-Chontales, hace que luzca siempre en buen estado. Indica que el delegado del Ministerio de Transporte e Infraestructura (MTI), pone sus mejores esfuerzos para cumplir su labor. No me canso de alabar la dicha que tienen los boaqueños —casi siento envidia— de contar con un funcionario que cumple a cabalidad con el mandato recibido. Eso deberían hacer todos los empleados públicos.

Al trascender el límite de Boaco, se percibe un cambio sustancial. La carretera tiene hoyos y socavones. Un peligro para los viajeros. En algunos tramos el riesgo es mayor. A unos metros del puente San Lorenzo, próximo a la casa-hacienda de la finca que fuese de Emiliano, para evitar muertes, un enorme hueco fue señalizado por los vecinos. Después del puente Tía Sapa, vecino al Matadero Masesa, una hondonada abarca media carretera. Igual ocurre entre el restaurante Nawawas y la subasta ganadera. ¿Cuándo van a repararlos? Sería prudente que el MTI nombrara inspectores regionales para que transmitan a la sede central el estado actual de las carreteras y tomar nota.

En Juigalpa —la ciudad de mis amores— los perros seguimos ladrando sin poder levantar a la “vaca echada”. A todos entusiasmó el comienzo de la instalación del servicio de aguas residuales. Por fin desaparecería el hedor en las calles. Somos víctimas de funcionarios edilicios que pusieron la carreta delante de los bueyes, para expresarlo en lenguaje chontaleño. Primero fue el encunetado, después el adoquinado y hasta hace un par de años se inició la conexión de las aguas residuales. Las autoridades locales han sido incapaces de diseñar un plan de desarrollo urbano. En Juigalpa reina el caos. El centro fue convertido en mercado. Los altoparlantes anuncian la Torre de Babel.

Adoquines tirados por las aceras y las aceras transformadas en locales para la venta de tiliches, vuelven hostil caminar por el centro de la ciudad. Las personas disputan espacio a buses y taxis. Los tenderetes con ventas de comidas y accesorios para teléfonos celulares en el costado Norte de catedral y toldos para la venta de ropa en el Parque Central y en los corredores del CDI Tía Irma y la escuela pública Nuestra Señora de la Asunción, castigo inmerecido para quienes cruzan a diario por estos lugares. Los cráteres en las calles y el agua empozada por diferentes barrios, han convertido a Juigalpa en una de las ciudades más feas y sucias de Nicaragua. Creo que estamos en el primer lugar.

Las calles tienen meses de seguir intransitables, el encargado de obras municipales dijo a Punto Noticioso —dirigido por Marvin Miranda— que para el mes de diciembre la ciudad luciría como nueva. Demasiado optimismo. A mí me gustaría que su predicción se cumpliera. Faltan solo tres meses para que diciembre nos arrope con los cantos a la virgen y los villancicos al niño Jesús y no creo que para esa fecha el descalabro haya sido subsanado. Se requiere de un esfuerzo mayúsculo. El error de los dirigentes de la comuna fue no sentarse con los coreanos para discutir las reglas del juego. No lloverían duros reclamos contra el alcalde Erwing de Castilla, por el pésimo estado de la ciudad.

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Guillermo Rothschuh Villanueva

Guillermo Rothschuh Villanueva

Comunicólogo y escritor nicaragüense. Fue decano de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Centroamericana (UCA) de abril de 1991 a diciembre de 2006. Autor de crónicas y ensayos. Ha escrito y publicado más de cuarenta libros.

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