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Muchas sombras y pocas luces

La otra cara del déficit de libertad de prensa es la autocensura: una epidemia más devastadora que el Chikungunya

Periodista protestan contra la censura frente a la Corte Suprema. D.U./Confidencial.

Carlos F. Chamorro

10 de septiembre 2015

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El panorama de la libertad de expresión en Nicaragua se puede resumir en una sola frase: muchas sombras y pocas luces.

Celebramos los 15 años de periodismo independiente de Esta Semana bajo la premisa de que la libertad de prensa no es patrimonio de los periodistas y los medios, sino un derecho y responsabilidad de todos los ciudadanos. Pero al mismo tiempo reconocemos que el periodismo independiente en nuestro país es una especie en extinción, que se puede contar con los dedos de las manos. Ante la ausencia de un contrapeso estatal autónomo ante el poder autoritario, esos pocos medios y periodistas, junto con un puñado de organizaciones y voces de la sociedad civil, representan la primera y última línea de defensa de la libertad. Sin embargo, entre los ciudadanos, los actores económicos y la clase política, no existe plena conciencia de lo que está en juego si desaparecen estos espacios democráticos.


El diagnóstico de la concentración de la propiedad de medios y el duopolio televisivo está documentado ampliamente, pero sus consecuencias no han sido debidamente analizadas. El empresario mexicano Angel González es dueño de los canales 2, 7, 9, 10 y 11 y la familia presidencial Ortega-Murillo es dueña de los canales 4, 8, 13 y el 41 en UHF, además de controlar el canal 6. Solo el canal 12 de la familia Valle está fuera del control del duopolio en televisión abierta, mientras en la radio se replica una situación similar.

Noticias de gran relevancia para el debate público nunca son difundidas por los canales de televisión y radioemisoras que se dedican a la propaganda y a la nota roja. La concentración de medios restringe drásticamente la diversidad informativa y el pluralismo de opiniones. La Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) presentó un alegato contundente en contra de esta tendencia continental ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA, endosando el artículo 12 de la Declaración de Chapultapec que proclama:¨ Los monopolios u oligopolios en la propiedad y control de los medios de comunicación deben estar sujetos a leyes antimonopólicas por cuanto conspiran contra la democracia al restringir la pluralidad y diversidad que asegura el pleno ejercicio del derecho a la información de los ciudadanos.". No obstante, nuestras cámaras empresariales nunca se han atrevido a cuestionar el esquema de concentración de medios y el duopolio televisivo, pues hacerlo equivaldría a desafiar abiertamente uno de los pilares del actual esquema antidemocrático de poder.

Es cierto que no hay periodistas presos, pero desde que Ortega regresó al poder se practica una política deliberada de intimidación y exclusión contra los medios independientes, en el acceso a la información pública. Empezó con la prohibición a los Ministros a brindar entrevistas y con el control de la publicidad estatal, después se extendió a todas las estructuras del estado, al extremo de prohibir acceso a conferencias de prensa y audiencias del sistema judicial, y se agrava con la negativa a aplicar la ley de acceso a la información pública.

La otra cara del déficit de libertad de prensa es la autocensura: una epidemia más devastadora que el Chikungunya, pues aquella es una enfermedad que se cura, pero la autocensura es mortal para la salud democrática del país. Su ¨mosquito transmisor¨ es el garrote, la represión, el miedo y la cooptacion económica. Así se autocensura el ciudadano, que tiene temor de hablar de política con sus vecinos; el periodista, cuando omite hacerle preguntas incómodas al poder; el empleado público, que teme perder su puesto de trabajo; el empresario, cuando se rehusa a denunciar la corrupción; y los intelectuales y catedráticos, cuando se cierran los espacios en las universidades.

A pesar de ese panorama sombrío, las pocas luces que defienden la libertad de expresión son esperanzadoras. Por un lado, hay un pequeño grupo de periodistas y medios de comunicación en cuyo ADN resulta inseparable la búsqueda de la verdad y la fiscalización del poder, como una función intrínseca del papel de la prensa en la democracia. Ese periodismo crítico que promueve la transparencia pública, no proyecta una ¨imagen negativa¨ del pais como alegan los aliados del régimen, sino que más bien le da prestigio Nicaragua.

Por el otro lado, hay que reivindicar el ejemplo de los ciudadanos que desafían la autocensura. Celebremos tres casos destacados: el economista e investigador Adolfo Acevedo Vogl en su incansable promoción de la transparencia pública y la rendición de cuentas; la directora del Centro de Prevención de la Violencia, Mónica Zalaquett y su labor de pacificación en los barrios; y el teniente primero y médico militar, Yader Montiel, encarcelado por un supuesto delito contra el decoro militar, cuando se solidarizó con los campesinos reprimidos por protestar contra el proyecto canalero. Los tres fueron víctimas de las represalias del poder, pero no se sometieron a la autocensura. Así es como se construye la libertad de expresión.

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Palabras pronunciadas en el foro del Pen Nicaragua ¨Libertad bajo Fianza¨ el Día internacional del Periodista.


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Carlos F. Chamorro

Carlos F. Chamorro

Periodista nicaragüense, exiliado en Costa Rica. Fundador y director de Confidencial y Esta Semana. Miembro del Consejo Rector de la Fundación Gabo. Ha sido Knight Fellow en la Universidad de Stanford (1997-1998) y profesor visitante en la Maestría de Periodismo de la Universidad de Berkeley, California (1998-1999). En mayo 2009, obtuvo el Premio a la Libertad de Expresión en Iberoamérica, de Casa América Cataluña (España). En octubre de 2010 recibió el Premio Maria Moors Cabot de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Columbia en Nueva York. En 2021 obtuvo el Premio Ortega y Gasset por su trayectoria periodística.

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