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Maquillando la realidad

La gran mayoría de nicaragüenses estamos paralizados por el miedo, acallados y sometidos, sin poder reclamar nuestros derechos

Arnoldo Martínez Ramírez

21 de junio 2016

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Hace algunos años, solas o en alianzas con consultoras en mercadotecnia, surgieron firmas especialistas en innovación, creatividad, liderazgo, y cambios de imagen ofreciendo servicios a profesionales, artistas, políticos, entidades gubernamentales, partidos políticos, corporaciones, etc., impactando con resultados positivos o negativos en todos los continentes. Así, con urgida e indiscutible facilidad, personajes siniestros y sombrías empresas, fueron transformados en ídolos virtuosos, intocables e inaccesibles.

Gobernantes opacos, ineficientes y corruptos, fueron maquillados como estadistas, respetuosos de sus pueblos, listos para ser reelectos; dictadores y criminales de guerra, convertidos en señores respetables; políticos inescrupulosos e incapaces, afamados como trabadores e inteligentes; empresas fabricantes de químicos letales, lanzadas con nuevos productos como salvadoras de la humanidad; compañías de ingeniería, que mal construyeron obras importantes, habilitados para desarrollar megaproyectos empresarios evasores de impuestos y malos empleadores, distinguidos en las cámaras gremiales.


En 2015, la Universidad de Rutgers, New Jersey, EEUU, en el programa de graduados de “Social Media Marketing”, indicó la efectividad de los blogs en empresas como Caterpillar, Starbucks, General Electric, Marriott, SW Airlines, mejorando solución de conflictos, liderazgo, lealtad, relación con la comunidad, satisfacción del cliente, nuevas marcas e imagen. Ese año, la firma The Boston Consulting Group, clasificó 50 corporaciones (29 EEUU, 11 UE y 10 Asia), como líderes innovadores, entre ellas: Apple, Google, Microsoft, Samsung, Toyota, BMW.

Los comunicadores sociales informan sobre escándalos que tienen impactos que afectan a la comunidad como: Amazon, FIFA, Volkswagen, Nestlé, Comcast, Worldcom, Merk, Citi, HSBC, AIG, los gobiernos de México, Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Costa Rica, EEUU, Venezuela, Argentina, Brasil y de otros continentes, escándalos caracterizados por actos de corrupción, crimen organizado, engaño a clientes, venta de productos vencidos, acoso sexual, medicamentos alterados, pagos indebidos de impuestos, bajos salarios, y despidos injustificados.

Con el Internet y las redes sociales es más complejo que los gobiernos y corporaciones oculten eventos como los desastres naturales. Sin embargo es conocido cómo jefes de Estado y políticos mejoran su imagen mostrando una gestión efectiva en momentos de crisis y preocupación por la población. Las empresas consultoras tienen experiencia para presentar ángulos diferentes de algunos de estos desastres que impactaron poblaciones enteras, diseñados a la medida de los intereses gubernamentales. ¿Qué tanto informaron al mundo los comunicadores y gobiernos del terremoto de Cachemira, India y Pakistán en 2005; el diluvio de Río de Janeiro en 2010; la inundación en Tabasco y Chiapas, México, en 2007; el terremoto de Ica, Perú, en 2007; el huracán Katrina, EEUU, en 2005; el tsunami de Indonesia, en 2004; el terremoto de Haití, en 2010; y el terremoto y tsunami de Japón en 2011?

Ocultar la magnitud de un desastre, o sobredimensionar los logros de un proyecto, pareciera ser el pasatiempo preferido de gobiernos y corporaciones. Las epidemias y enfermedades se informan en cifras menores, igual que los feminicidios, homicidios, asaltos, accidentes de tránsito, violaciones a mujeres y menores de edad, acosos sexuales, medicamentos falsos, uso de agroquímicos letales, estragos de sequías o lluvias. Se magnifica la construcción de obras, los proyectos faraónicos (aunque no se realicen), las donaciones y regalos a comunidades marginadas, las festividades patronales, los días patrios, las conmemoraciones, y las mal llamadas obras de caridad.

Pese a no estar en las responsabilidades acordadas en sus convenios constitutivos, y carecer de experiencia en consultorías de imagen, en 2016 se han acentuado las opiniones de funcionarios de alto nivel de bancos multilaterales, organismos internacionales, e instituciones calificadoras de riesgo, sobre el desempeño del gobierno de Nicaragua, citando de excelente su manejo económico y concertación con el sector privado. Sus evaluaciones tipificaron su Cartera de Préstamos como la mejor en Latinoamérica, y mostraron su cogobierno con el sector privado como modelo a emular por otros países.

Sin embargo, el manejo de la información en Nicaragua es como el ejercicio de una sinfonía en proceso, carente de armonía, interpretada por músicos principiantes con instrumentos desafinados, que generan tonos grandilocuentes e indescifrables. Para los voceros del gobierno y sus medios oficiales todo está bien; no así para los medios no oficiales, que pocas veces reconocen sus logros. Hay un periodismo investigativo y periodistas independiente muy profesional, mientras la mayoría de académicos están silenciados, otros opinan a favor del gobierno, y sólo un pequeño grupo de profesionales critican la gestión estatal.

La gran mayoría de nicaragüenses estamos paralizados por el miedo, acallados y sometidos, sin poder expresar nuestro criterio, reclamar nuestros derechos, y actuar con libertad. Algunos, para defender sus intereses, opinan a favor de gobierno, y muy pocos dicen lo que en verdad piensan. Es probable que la violencia en el hogar, la agresividad de los ciudadanos en sus trabajos, al conducir, y en las escuelas; el abuso del alcohol y otras drogas, las violaciones sexuales, y el irrespeto a los demás, sean conductas originadas por la frustración de sentirse reprimidos por el gobierno y otros estamentos en la sociedad.

El gobierno y algunas corporaciones, apoyados por comunicadores especializados, perturban de manera sistemática a la sociedad nicaragüense presentando mundos distorsionados, alejados de nuestra realidad. Ciertos diarios, estaciones de radio y televisión, medios sociales, mantas, vallas, rótulos, volantes, etc., nos saturan todos los días con lemas, consignas, y símbolos para programar nuestros pensamientos (como androides), y perennizar nuestro sometimiento. Contra eso es que debemos de crear resistencias y lidiar.


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Arnoldo Martínez Ramírez

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