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Los menos, ¡fueron más!

Una de las mayores apuestas políticas fue controlar de inmediato Telcor. Las concesiones hechas a favor de González fueron claves.

Periodistas independientes durante un pronunciamiento por la libertad de prensa. Foto: Carlos Herrera | Confidencial

Guillermo Rothschuh Villanueva

12 de agosto 2018

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“…recordar que la crítica sí importa, que nadie está
por encima de ella y que cuestionar no es atacar.”

Gabriela Warkentin de la Mora


Una aproximación al fenómeno. Existen diversas maneras para constatar que el control de los medios de comunicación no supone ninguna garantía política. Son aliados estratégicos. No por eso puede deducirse que el control y propiedad de la mayoría de medios constituyen una salvaguarda. Para incidir en el ánimo de la sociedad, los medios deben estar en sintonía con su realidad sociopolítica. Entre más ajenas sean las narrativas con el quehacer ciudadano, menores probabilidades de impactar en sus conciencias. Esto explica en parte los motivos por los cuales la ciudadanía nicaragüense se rebeló contra el gobierno. Prueba de la importancia de buscar la mayor correspondencia con el discurrir cotidiano de las personas. Una verdad experimentada en sociedades sumamente mass-mediatizadas.

A pesar del control en la parrilla televisiva en VHF y buena parte del dial —con un martilleo constante sobre las cabezas— la acumulación de sinsabores hizo que la conquista de la mente y los corazones se resquebrajara. La seducción fue superficial. Una lectura mecánica de las relaciones socioeconómicas con el estado de las libertades ciudadanas, conduce a callejones sin salida. El estilo de ordeno y mando fracturó incluso a la membresía sandinista. Siempre será prudente dejar espacios para que los miembros de cualquier partido expresen su sentir. Los gobernantes —intérpretes de los sueños populares— decidieron qué hacer, cómo hacer y cuándo hacer. El verticalismo asomó el rostro desde 2007. Margine Gutiérrez fue despedida abruptamente del Instituto Nicaragüense de Cultura (INC). Su caso sigue siendo emblemático.

Un conjunto de acciones basadas en la premisa, lo hago porque así lo quiero, (convertir las oficinas del FSLN en casa presidencial, violaciones a la Constitución Política, ruptura de la relación Ortega-Marenco porque Nicho desaprobó la destrucción de la fuente musical en la Plaza de Cultura, prórroga indefinida en los cargos de los jefes de la Policía Nacional y Ejército de Nicaragua, concesión canalera onerosa a Wang Jing, defenestración de Xochilt Ocampo, separación intempestiva de Leticia Herrera, cooptación de los poderes del Estado, fraudes electorales, violencia política y creación de fuerzas de choques, para lanzarlas a las calles contra quienes disienten) muestran el ejercicio de un poder absolutista. Sin posibilidades de escuchar otras voces que no sean las suyas. Atenido únicamente a sus propias reglas.

El presidente Ortega desde las elecciones de 2011 perdió el contacto directo con las bases departamentales. Dejó de recorrer el país como siempre lo hacía. Decidieron dejar la mayor carga política proselitista en su aparato mediático y en las gigantografías. Debido a la crisis económica casi pierden Canal 4. A cambio de programación, la mayoría de las acciones habían sido traspasadas a Ángel González. El triunfo electoral del comandante Ortega en 2006 revirtió la situación. La devolución de las acciones a la familia gobernante, se tradujo en mayor presencia de González en Nicaragua. Con la compra de Canal 8 (2010), la familia Ortega-Murillo empezó acrecentar su presencia en la televisión nacional. La frecuencia de Canal 13, Telcor se las entregó en 2011. Carlos Pellas intentó que le fuese adjudicada.

Los excesos de Telcor. Una de las mayores apuestas políticas fue controlar de inmediato Telcor. Las concesiones hechas a favor de González y de la familia presidencial, fueron claves para la conformación del duopolio televisivo. Su alcahuetería no conoce límites. González y Wang Jing fueron premiados con la entrega de varias frecuencias para operar distintos servicios, incluyendo la televisión por suscripción. Ni González ni Jing han dado muestras de querer asumir esta prestación. Por menos, Castillo ha sancionado a varios operadores. Su parcialidad es resentida por decenas de dueños de canales televisivos y estaciones radiales. El favoritismo con que procede daña los intereses nacionales. Se afianzó en el cargo al convertirse en firme defensor de los intereses mediáticos de los gobernantes.

Sin tener facultades impone a capricho las cadenas televisivas. Aprovechando las inundaciones provocadas por el invierno de 2010, emitió el Acuerdo Administrativo 009-2010. La resolución ordenaba a todas las estaciones televisivas poner a disposición del Sistema Nacional de Prevención de Desastres (Sinapred), los noventa y tantos canales. Para enmendar sus excesos —dejar en negro las pantallas, como ha ordenado en varias ocasiones— emitió el Acuerdo 013-2010. La modificación consistió en poner 1 canal a disposición de Sinapred por cada 31 a 37 canales; y así sucesivamente. Ni un solo artículo dice que otras instancias pueden solicitar cadenas televisivas. Castillo jamás ha escuchado las protestas de los usuarios, ni los requerimientos de los operadores audiovisuales. Permanece imperturbable a todo reclamo.

El director de Telcor no se apega ni a lo que él mismo ha estatuido. Ejerce el cargo a sabiendas que su supeditación con el Poder Ejecutivo le ponen a salvo de ser interpelado por la Asamblea Nacional. Nunca se ha preocupado porque la señal para el encadenamiento de las televisoras, se origine en el canal del Estado. Le tiene sin cuidado lesionar el sentimiento de los nicaragüenses. El gobierno celebró el Repliegue a Masaya el viernes 13 de julio. La señal que mandó a encadenarse a los canales se originó en Canal 4. Una actitud dispensable —hasta comprensible— al inicio de la gestión de gobierno del comandante Ortega (2007). ¡Demasiada arrogancia! ¿Será tan iluso de no comprender que la suma de ilegalidades provoca animadversión? No ha querido entenderlo. Los gobernantes se sienten satisfechos con su actuación.

Sobresaturación. Después de diez años, las comparecencias al medio día —de lunes a viernes— de la vicepresidente Murillo, informando acerca del desarrollo de la gestión pública, era inevitable que llegaran al límite. Desde hace rato sus comparecencias provocan saturación. Un efecto del que no quiere ni pretende librarse. Trata de mantener comunicación mediática con las bases sandinistas y generar expectativas entre los medios. Hay temas que la vicepresidente debería dejar en manos de los entendidos o responsables de las diferentes carteras. A ellos es a quienes compete abordarlos en su calidad de expertos. Resulta un exceso que sea ella quien diserte sobre el estado del tiempo, las reformas educativas, la marcha de la economía, las relaciones y acuerdos internacionales, la cura de enfermedades, etc.

La disponibilidad de diversos canales, ofrecía la posibilidad de establecer políticas informativas y editoriales diferenciadas. Segmentar las audiencias. Una mirada somera corrobora que los mismos funcionarios —es decir los mismos rostros— son los que se turnan hablando de los mismos temas, con los mismos resultados: generan saturación. La exclusión de rostros y temas en los programas de opinión han creado la percepción —en comunicación, la percepción equivale a verdad— que funcionarios y militantes del FSLN, no son capaces de debatir sobre la marcha de la función pública, las leyes que van a ser sometidas a aprobación en la Asamblea Nacional, las reformas al Código Penal, las asignaciones presupuestarias, etc. Gigantografías con sus imágenes saturaron toda Nicaragua. En comunicación existen límites.

El pecado capital de la política de comunicación del FSLN sigue siendo el culto a Daniel. ¿A qué resultados condujeron los esfuerzos por ensanchar su base de apoyo? Los programas asistencialistas —hambre cero, usura cero, etc.— tenían ese propósito. Su política informativa jamás dejó de ser para iniciados. No hubo intento de irradiar su discurso hacia un universo más amplio. Sus canales tienen estrategias informativas similares. Con el tiempo la población acabó por entender que uno era el discurso y otro su comportamiento. La contundencia de las marchas y demandas ciudadanas, muestran que la política de avestruz solo produce réditos a corto plazo. Pasaron de una agenda política cerrada, a una política informativa contestataria. Perdieron la iniciativa. El centralismo y autoritarismo, ¡les están resultando caros!

Cambios en la correlación de fuerzas. Al replicar las audiciones de la mañana de la Nueva Radio Ya —a través de Canal 6— confirman la colusión de intereses Estado-familia-partido. ¿No se percatarán que decenas de dueños de estaciones radiales se sienten agraviados? ¿Cómo no comprender que el favoritismo con que actúan —beneficiando una radio de su propiedad— resulta contraproducente? ¿No hay nadie que les diga que esta decisión genera descontento? La insistencia de Telcor por encerrarse entre cuatro paredes ha resultado adversa. ¿Nunca han pensado que los estudiantes y periodistas que acuden a Telcor en busca de datos para elaborar sus investigaciones o tesis de grado, recriminan la falta de atención a sus demandas? La Ley de Acceso a la Información Pública (Ley 621), les obliga.

Una característica de los noticieros de los canales 9, 10 y 11, había sido no contradecir a los gobernantes. González siempre buscó dejarlos a salvo de críticas. Una manera de no agraviar a su más grande benefactor mediático. El cambió ocurrió con la insurrección de abril. El país entraba a otra realidad. En un giro inesperado, Acción 10 —transmitido por el canal de mayor audiencia nacional, como reconoció el presidente Ortega— modificó su política informativa. González fue convencido que no podían quedarse al margen de lo acontecido. ¿Cálculo político? Cualquiera hayan sido las razones, Acción 10 por primera vez presentó imágenes de los insurrectos y ha continuado informando acerca de las protestas ciudadanas. Mauricio Madrigal, su director, firmó a nombre de canal 10 los dos comunicados emitidos por periodistas y dueños de medios, condenando los ataques contra la prensa nacional.

El cambio en la correlación de fuerzas mediáticas, precipitó la crisis de la narrativa oficialista. Ya no es uno, sino tres canales —10, 12 y 15, (63 en el cable)—, dos medios impresos —La Prensa y El Nuevo Diario— uno digital —Confidencial—, varias radioemisoras —Corporación, Darío, Romance, Universidad, Costeñísima, etc.— y miles de usuarios en las redes, los que informan y editorializan acerca de la rebelión ciudadana. Sobre todo 100% Noticias. (La correlación de fuerzas sociales y políticas también cambió). Tener bajo tutela la inmensa mayoría de canales televisivos —siendo una prima bien alta— no constituye un seguro político. La eficacia discursiva de los medios opositores se debe a que están en sintonía con el momento histórico que vive Nicaragua. Son portadores de las expectativas de quienes luchan por la democracia.


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Guillermo Rothschuh Villanueva

Guillermo Rothschuh Villanueva

Comunicólogo y escritor nicaragüense. Fue decano de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Centroamericana (UCA) de abril de 1991 a diciembre de 2006. Autor de crónicas y ensayos. Ha escrito y publicado más de cuarenta libros.

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