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Las elecciones de Venezuela el seis de diciembre

El chavismo ha organizado esta votación con el fin de hacerse del control del único poder público que hasta ahora le es esquivo, la Asamblea Nacional

Fotografía que muestra un grupo de personas mientras participa en un acto de campaña por las elecciones a diputados de la Asamblea Nacional el 26 de noviembre de 2020, en Caracas, (Venezuela). La campaña política en Venezuela ha terminado, pero los discursos de algunos candidatos y dirigentes aún resuenan todavía, cuando faltan horas para unas elecciones legislativas cuestionadas por la oposición mayoritaria y buena parte de la comunidad internacional. EFE/ Miguel Gutiérrez

Andrés Cañizález

5 de diciembre 2020

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Lo que ocurrirá el 6 de diciembre, a partir de la experiencia previa en 2017 y 2018, puede ser pronosticado con cierta certeza. Al cierre de la jornada de votaciones de ese día el chavismo exhibirá un triunfo arrollador que le permitirá tener un control de la Asamblea Nacional.

Ya en las votaciones que se dieron en 2017, para elegir a una Asamblea Nacional Constituyente, y en 2018, para reelegir a Nicolás Maduro como presidente, el chavismo construyó y mostró una narrativa de un éxito político.


En aquellos años, quienes visitamos centros electorales e hicimos recorridos en ambas jornadas, pudimos constatar la escasa presencia de votantes junto a la maquinaria partido-Estado, para remolcar y compensar a los electores.

El 6D se repetirá esta historia ya conocida. Habrá un control de las comunicaciones (caídas de Internet, bloqueo de contenidos, órdenes para que no se reporte la alta abstención), junto a la activación de una maquinaria partidista que se alimenta de los fondos y de la capacidades técnicas y financieras del Estado.

Si vota el 30 por ciento del padrón electoral sería una cifra elevada, dada la desmotivación y desinformación que reina en torno a las elecciones parlamentarias de este 2020.

Nada de esto importará, en verdad. Ya está cantado el triunfo del chavismo el 6D. Habrá que ver qué cuotas y porcentajes les quedan a las fuerzas distintas al PSUV, pero en todo caso, nada que se salga de escala.

El chavismo ha organizado y empujado esta votación con un claro fin, hacerse del control del único poder público que hasta ahora le es esquivo, la Asamblea Nacional.

Dicho esto, en verdad, debemos voltear la mirada hacia el siguiente día 6. Debemos mirar al 6 de enero, un día después de que asuma tanto el nuevo Parlamento como su nueva directiva.

Creo que hay tres ámbitos que podríamos colocar en signos de interrogación. En primer término, la pregunta de cajón es: ¿y qué pasará con la Asamblea Nacional, con el cuerpo de diputados? que, si bien fue legítimamente electo en 2015, queda, a mi modo de ver, en un limbo político, jurídico e institucional.

No basta que el actual presidente de la AN, Juan Guaidó, asegure que ellos seguirán firmes y sesionando como un parlamento legítimo. Creo que en este momento es válido preguntarse, si lo que queda de una desmembrada coalición democrática, afrontará una sana revisión de las estrategias que ha seguido entre 2019 y 2020, teniendo a Guaidó como principal referente.

¿A partir del 6 de enero, la sociedad venezolana y los partidos que le apoyaron en 2019 y 2020 le darán un respaldo a Guaidó, nuevamente?

Un segundo ámbito, en el cual creo que caben serias dudas,  será lo que genéricamente hemos pasado a llamar el chavismo crítico. Se trata de actores y organizaciones con un peso específico disminuido, indiscutiblemente, pero que es justo en torno al 6D que se han movilizado para hacer tienda aparte.

Si esos grupos que decidieron lanzar candidatos propios y tener una estrategia que simbólicamente les separara del poder que encabeza Nicolás Maduro, de cara al 6D, me pregunto si aceptarán de buena manera una nueva imposición de Miraflores.

Será todo un desafío interesante para los diputados que resulten electos, si es que algunos terminan siendo juramentados como diputados, que identificándose con Hugo Chávez se planten como una alternativa distinta a Maduro.

En la década de 1990, lo recuerdo porque era periodista entonces, una minúscula fracción parlamentaria de La Causa R, logró hacer mucho ruido y tener impacto, más allá de que Acción Democrática y COPEI impusieran su agenda parlamentaria en aquellos años.

Habrá que ver si la estrategia va por allí a partir del 6 de enero y todo ello, obviamente, estará asociado a la capacidad que tengan estos grupos políticos de movilizar y cuidar a sus votantes para que no sean  presionados por el PSUV o chantajeados en las propias puertas de los centros de votación.

Finalmente, la gran interrogante estará en qué respuesta dará la comunidad internacional a la nueva Asamblea Nacional y su directiva, que será designada el 5 de enero de 2021. Es previsible que se abra un compás de espera hasta tanto ocurra la toma de posesión de Joe Biden, prevista para el 20 de enero.

Dado que la administración de Donald Trump estuvo al frente de las estrategias internacionales, fallidas, ya que Maduro sigue en el poder, es previsible que haya un lapso de reacomodo una vez que llegue Biden y se comience a transitar en la estrategia de recomponer la alianza atlántica, poniendo énfasis en la relación de Washington con sus aliados históricos de Europa.

El gobierno de Trump es el único, hasta ahora, que ha manifestado expresamente que seguirá reconociendo a Guaidó como presidente interino, aún más allá del 6 de enero 2021. Ya veremos también qué pasos y qué dirección, terminan tomando los principales países de Occidente, una vez ocurra la toma de la Asamblea Nacional por parte del chavismo.

Ese artículo fue publicado originalmente en politikaucab.net. 

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Andrés Cañizález

Andrés Cañizález

Periodista y politólogo venezolano. Doctor en Ciencia Política por la Universidad Simón Bolívar, (Caracas). Investigador asociado de la Universidad Católica Andrés Bello. Fundador y director de Medianálisis.

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