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La troquelada información internacional

Entre más y mejores instrumentos tecnológicos existen para la información, amplios sectores sociales ignoraran muchas realidades del mundo

La efectividad y alcance de estos mercenarios no solo se debe a su talentoso equipo de trabajo

Onofre Guevara López

15 de diciembre 2020

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Estos primeros veinte años del Siglo XXI parecen ir en pos de convertirse en los años de las paradojas y, por ahora, de una gran paradoja: entre más y mejores instrumentos tecnológicos existen para la información, amplios sectores sociales ignoraran muchas realidades del mundo y, por ende, de la vida humana fuera de nuestras fronteras.

A lo interno, si no fuera por la valiente resistencia informativa del periodismo independiente, esos sectores sociales serían víctimas de las mentiras de los agentes de prensa de la dictadura, con su portavoz única al frente. Ignorarían la opresión, la corrupción y de la desmontada institucionalidad con la que se permite la dictadura pisotear sus derechos humanos y democráticos.


Antes de continuar, una explicación elemental: el verbo ignorar es no saber cosas y no prestar atención a algo o a alguien, lo que se pudiera confundir con el sustantivo ignorancia lo cual significa falta de instrucción. Lo aclaro, porque con un poco de mala intención podrían hacerme parecer que estoy tratando de ignorantes a los sectores populares.

Continúo. La razón para que se produzca la referida paradoja, es que todas las formas existentes de propiedad privada en una sociedad, se reproducen en los sistemas de la comunicación mundiales. O sea, son propiedad de una minoría de empresas.

Esa hegemonía en la comunicación se expresa en el ejercicio de un neocolonialismo ideológico, cultural, no menos absorbente que el colonialismo decimonónico del control físico por la fuerza bruta de territorios más extensos y con mayor población que los países colonizadores.

Además del saqueo de sus riquezas naturales, ese colonialismo traficaba con la vida humana y era permisivo de las actividades de corsarios y piratas en su competición inter colonialista. El neocolonialismo en lo económico y con la verdad trafica de manera virtual hasta donde se lo permite la técnica moderna para la comunicación, con la ventaja extra de hacerlo todo de manera abstracta, tal como corresponde a un fenómeno ideológico, cultural.

Este monopolio de la información, pese a toda su modernidad técnica, sus efectos que son tan comunes y tradicionales en términos especulativos y comerciales, como la especulación con el arroz y los frijoles. Tampoco se limita a los pobres mercados locales, porque su matriz es internacional. Local, solo la clientela que absorbe todo lo que le ofrecen, sin posibilidad de la libre escogencia, porque libre… solo el mercado.

Consecuente con eso, las noticias y comentarios (editoriales incluso) se escriben con el mismo contenido del discurso de la burócrata de los máximos centros de poder estadounidenses y europeos, y las agencias lo esparcen por el globo con fidelidad del troquel.

Cual libreto teatral, ese discurso se reproduce localmente apenas con ligeras modificaciones, y se distinguen por la firma de quienes lo asumen como propio. Y así lo defienden también.

Eso no termina ahí. Ese mismo discurso se vuelve parte substancia del discurso político en las disputas nacionales por el poder, y las redes sociales se vuelven sus receptoras y reproductora.  Aquí, la información troquelada se modifica con aparente libre interpretación, pero sin dejar de ser la versión del mismo contenido, solo que en otro nivel cultural y con fobias hacia una u otra tendencia política, y contra unos y otros personajes de la política y de sus proyectos políticos.

Dije aparente libre interpretación, porque hay usuarios de las redes sociales que se imaginan estar combatiendo por una causa justa con sus propias ideas, sin sospechar que solo están multiplicando el contenido del libreto troquelado que predomina mundialmente.

Como se trata de un colonialismo cultural, ideológico, no puede percibirse la cadena que las atan al libreto de importación. Con la imaginación se puede, naturalmente, recrear ese libreto y expandirlo con lenguaje propio y con toda la libertad posible, aunque es casi imposible advertir que todo ese espacio de libertad es imaginario y tiene los límites que quieran marcarles las matrices colonizadoras de la información troquelada desde el exterior.

Nada, sin embargo, sucede de modo invariable, único ni absoluto, sino de modo relativo, por eso aparecen noticias que –de vez en cuando— reflejan la realidad de las contradicciones sociales en las democracias modelo, aunque sea a medias, pero imposibles de ocultar. Otra cosa, es que señalan los efectos, pero se cuidad de no referirse a sus verdaderas causas.

Invito a leer un ejemplo de eso en el diario La Prensa, página cinco, jueves 10 de diciembre 2020. Es una noticia reproducida de la Voz de América, cuyo titular dice mucho:

En Estados Unidos. Covid-19 enriquece más a los multimillonarios. Subtítulo: Se profundiza la desigualdad social en Estados Unidos a causa de la pandemia.

Si la desigualdad se “profundiza”, es porque siempre ha existido y no solo por la pandemia. Sus efectos están expuestos en el texto, pero no busque sus causas. No están.

Otra rareza informativa referida a las armas que garantizan al neocolonialismo, igual que garantizaron al colonialismo decimonónico, la veremos...

Al margen de estas cuartillas

*La comunicación troquelada divulga la idea de que los Estados Unidos y los países europeos tienen la única democracia (y sobra quienes la aceptan y repiten como una verdad bíblica).

*De tal manera que se ha concedido el derecho de propagar su democracia por el mundo (parecen sentirse nobles Quijotes desfaciendo entuertos de otros). ¿Con cuáles fórmulas?

*Con la tierna caridad del prestamista (FMI, BM, etcétera).

*Con la “ayuda”, políticamente condicionada.

*Bloqueando las relaciones comerciales y políticas de países que no están en su redil.

*Determinando quiénes y cómo deben hacerse las elecciones, aunque las suyas no son ejemplos de transparencia ni justicia (ni las “más rápidas del Oeste” ni del Oriente para informar los resultados).

*La otra rareza informativa prometida: este año, los 25 fabricantes de armas más grandes ganaron 361 mil millones de dólares (el 8% más que el año anterior). El 61% corresponde a los fabricantes de armas estadounidenses.

*Ese dato lo dio Euronews, órgano de la Unión Europea, sin sentido crítico, pero con un titular irónico: La industria de armamentos goza de una salud de hierro.

*¿Para qué y con cuál propósito se fabrican armas, cada vez en mayores cantidades y más mortales? Ni respuesta merece esta pregunta, solo recordemos que tampoco son para dar vidas, sino para quitarlas.

*¿Qué relaciones tienen los fabricantes de armas estadounidenses, con la agenda geopolítica de su país?

*Usted también lo sabe (¿o es de los que se hacen que no saben?): son los que aportan millonadas de dólares para las campañas electorales de los candidatos a presidente de los Estados Unidos.

*Y si “no hay almuerzo gratis”, menos que haya inversionistas sin sus ganancias, que se las garantizará el candidato ganador. El perdedor, lo hará en su momento, si acaso no ha hace desde su cargo.  Lo importante… es defender la democracia.

*Los beneficios los obtienen cuando gobierno, pone a trabajar las armas cada vez que lo cree necesario contra “enemigos” …hasta prefabricados.

*Con nuevos contratos para fabricar armas cada vez más sofisticadas y, por ende, más caras, más mortales.

*Inventando amenazas a la “seguridad nacional” para estimular la compra de armamentos y fortalecer los instrumentos que las utilizan (su propio ejército, los ejércitos amigos-clientes, la OTAN y similares).

No hay fórmulas en contra de tanta belleza, solo basta el buen sentido y el interés de descubrir en dónde y detrás de qué noticia o comentario se ocultan las verdades de esta Tierra ancha y ajena. Pero tan nuestra… tan de todos.

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Onofre Guevara López

Onofre Guevara López

Fue líder sindical y periodista de oficio. Exmiembro del Partido Socialista Nicaragüense, y exdiputado ante la Asamblea Nacional. Escribió en los diarios Barricada y El Nuevo Diario. Autor de la columna de crítica satírica “Don Procopio y Doña Procopia”.

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