Logo de Confidencial Digital

PUBLICIDAD 1M

PUBLICIDAD 4D

PUBLICIDAD 5D

La encrucijada de América Latina

Latinoamérica necesita poner en marcha reformas que combinen la eficacia, equidad social, seguridad jurídica y estabilidad política

Daniel Zovatto

6 de enero 2016

AA
Share

El cierre del año, y la celebración del 37 aniversario del inicio de la tercera ola democratizadora en América Latina es una ocasión propicia para hacer un balance acerca del estado de la democracia y del desarrollo en la región.

Partamos por una afirmación: Latinoamérica es hoy radicalmente diferente a la de hace tres décadas y media. En nuestros días, la democracia es la forma mayoritaria de gobierno si bien existe un alto grado de heterogeneidad entre los países. Durante estos años, no sólo hemos logrado recuperar la democracia y hacerla sostenible sino, al mismo tiempo, dotarla de un importante piso de apoyo ciudadano (56% según Latinobarómetro 2015). El desafío reside ahora en cómo seguir avanzando y que este proceso pueda mantenerse en el largo plazo.


Empero, América Latina presenta una paradoja: es la única región en el mundo que combina democracias electorales en la casi totalidad de los países que la integran, con amplios sectores de su población viviendo por debajo de la línea de la pobreza (28,1% para 2013, según la CEPAL), con la distribución del ingreso más desigual del mundo, con altos niveles de corrupción y con elevadas tasas de homicidio.

Esta inédita combinación determina que nuestras democracias exhiban importantes déficits así como serios desafíos que afectan su calidad. Las asignaturas pendientes (el vaso medio vacío) abarcan los problemas institucionales que impactan negativamente en la gobernabilidad y el estado de derecho, la independencia y la relación entre los poderes del Estado, el fenómeno de los hiperpresidencialismos y de las reelecciones, la corrupción, las restricciones a la libertad de expresión, el funcionamiento deficiente del sistema de partidos políticos, la falta de equidad de género, así como graves problemas de inseguridad ciudadana, factores todos ellos que generan desconfianza ciudadana e insatisfacción con su funcionamiento.

Desaceleración y conflictividad social

Últimamente las noticias en el ámbito económico no son buenas para América Latina. Después de una década dorada (2003-2013), el viento de cola dejó de soplar. La marcada desaceleración económica que afecta a la región (sobre todo a Sudamérica), y el estancamiento en la reducción de la pobreza (a partir de 2013) muestran un cuadro creciente de malestar social, graves escándalos de corrupción, un fuerte derrumbe de la popularidad de muchos presidentes y condiciones de gobernabilidad complejas en varios países.

Esta brusca desaceleración no es coyuntural, sino que ha venido para quedarse, es un fin de ciclo. La CEPAL proyecta para 2015 una contracción económica regional de 0,4% y un anémico crecimiento del 0.2% para 2016 si bien con alta heterogeneidad entre países. El BID confirma este sombrío panorama al anunciar que las exportaciones de la región (altamente concentradas en materias primas salvo en México) cayeron por tercer año consecutivo.

Por su parte, la OIT acaba de anunciar otra mala noticia: el aumento del desempleo por primera vez en cinco años (1.7 millones de personas han perdido su trabajo) e indicios de que podría estar subiendo la informalidad debido a una mayor generación de empleos de menor calidad.

¿La tormenta perfecta?

¿Son estos fenómenos dolores de parto que alertan sobre un cambio de ciclo no sólo en el panorama económico sino también en el ámbito social y, en consecuencia, en el escenario político-electoral? Los resultados de las recientes elecciones en Argentina (presidencial) y en Venezuela (parlamentarias) en las cuales el oficialismo (que llevaba largos años en el poder) fue derrotado en ambos países parecieran indicar el inicio de un nuevo ciclo en América del Sur caracterizado por la alternancia y un viraje hacia posiciones de mayor equilibrio entre el estado y el mercado y mas respeto hacia las instituciones y la división de poderes.

Pero, más allá de estos recientes resultados electorales, lo que parece quedar cada vez más claro es que la combinación explosiva de estos factores (desaceleración económica, programas de ajuste, estancamiento de la reducción de la pobreza y riesgo de reversión, denuncias de corrupción al alza y popularidad de los mandatarios a la baja) constituye una tormenta perfecta que anticipa mayor conflictividad social y una gobernabilidad más compleja en varios países de la región.

Me pregunto ¿Tendrán las instituciones políticas la capacidad para adaptarse a este nuevo y complejo escenario regional y poder dar respuesta a las demandas de una ciudadanía mas movilizada, empoderada y exigente?

Mi opinión: América Latina se enfrenta a una encrucijada histórica cuya definición marcará su rumbo de cara a las próximas décadas. La compleja y heterogénea realidad política latinoamericana demanda un nuevo tipo de debate que se centre en la calidad de la democracia; en cómo garantizar no sólo la legitimidad de origen sino también la legitimidad de ejercicio, y que ambas estén sometidas al estado de derecho como lo prescribe la Carta Democrática Interamericana.

Y para poder hacer frente de manera exitosa a estos desafíos no sólo son necesarias instituciones políticas legitimas y eficaces sino también un liderazgo que ponga en marcha, en los diferentes países latinoamericanos, espacios de dialogo y unas reformas estructurales encaminadas a repensar la agenda de crecimiento y el modelo de desarrollo, diversificar la matriz productiva, elevar la tasa de ahorro e inversión, modernizar la infraestructura, e invertir fuertemente en educación e innovación, todo ello con el objetivo de mejorar la productividad y la competitividad (el talón de Aquiles de nuestra región) de América Latina de cara al nuevo ciclo económico.

No hay más excusas ni tiempo que perder. El nuevo contexto global y regional, plagado de incertidumbre, volatilidad y desafíos, demanda decisiones acertadas y urgentes por mas difíciles que sean. La región necesita poner en marcha, de manera responsable y no populista, una agenda de reformas que combine eficacia (mediante una transformación económica acelerada), equidad social, seguridad jurídica y estabilidad política. Esta década será mucho mas dependiente de lo que la región haga por si misma. Hoy más que nunca, el destino de la democracia latinoamericana y de nuestro desarrollo está en nuestras manos.

--------------------------
Publicado originalmente en Infolatam.

PUBLICIDAD 3M


Tu aporte nos permite informar desde el exilio.

La dictadura nos obligó a salir de Nicaragua y pretende censurarnos. Tu aporte económico garantiza nuestra cobertura en un sitio web abierto y gratuito, sin muros de pago.



Daniel Zovatto

Daniel Zovatto

Investigador senior del Centro de Estudios Internacionales de la Universidad Católica de Chile. Es doctor en Derecho Internacional y Gobierno y Administración Pública. Máster en Gerencia Pública, Derechos Humanos, y Diplomacia. Es miembro del Consejo Asesor del programa para América Latina del Woodrow Wilson International Center for Scholars.

PUBLICIDAD 3D