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La derrota del correísmo en Ecuador

Desde que se supo que Lasso ganó, desaparecieron los "iremos por ti", "pagarán los traidores" o "prepara maletas" del ejército de guerreros digitales

El presidente electo de Ecuador, Guillermo Lasso (c), ofrece una rueda de prensa en el hotel Dan Carlton de Quito (Ecuador). // Foto: EFE | José Jácóme

Martín Pallares

13 de abril 2021

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Aunque sigue siendo el mismo, hoy el Ecuador es distinto. Si bien sigue teniendo los mismos problemas, al fin de cuentas ni la pandemia ni la pobreza se acabaron, pero hay una enorme cantidad de elementos emocionales y otros mucho más concretos que estando presentes en la convivencia social desaparecieron cuando se supo que Guillermo Lasso había ganado las elecciones.

En la cotidianidad de quienes hacen la conversación sobre lo público en las redes sociales, ha desaparecido, por ejemplo, la estridencia agresiva del ejército de trolls y militantes correístas. Investidos de una petulante superioridad moral y de la certeza de estar ubicados en el lado correcto de la historia, estos usuarios habían convertido ese inmenso espacio de encuentro que son las redes sociales, en una zona de alta toxicidad y de polarización donde nadie logra escucharse.


Desde que se supo que Lasso había ganado, desaparecieron los «iremos por ti», los «pagarán los traidores» o los «prepara las maletas» con los que ese ejército de guerreros digitales y fanáticos militantes respondían a quien criticaba o ponía en duda la palabra de los iluminados que decían estar a punto de recuperar, nuevamente, la Patria. Dejaron de aparecer, como hongos luego de la lluvia, las descargas al estilo de «periodista pautado» o «empleado de banquero», cada vez que se hacía una crítica a las causas y dogmas de los redentores del país. Desaparecieron, asimismo, las tendencias en redes creadas artificialmente por esos ejércitos de cuentas que seguían consignas o iniciativas del caudillo que, ya sea desde Bélgica o desde México, quería advertirle a la sociedad que no había olvidado a quién castigar por haberse opuesto a su control monopólico del poder. «Mi tl ha amanecido más positivo que una prueba de Covid en la Bahía. Y lo apruebo», decía una usuaria guayaquileña que notaba cómo había operado el milagro en su feed de Twitter. «Amanece. Es el fin de una larga pesadilla», escribía @lepantox junto a una foto de la cordillera despejada. @HDGalarzaEc, una cuenta que se especializa en el análisis de lo que ocurre en redes hacía por su lado esta anotación: “Todo el troll center en Facebook quedó en stop”.

Desde que Lasso ganó, además, han desaparecido o, al menos dejaron de ser relevantes, asimismo en redes, los perfiles de personas que se se habían convertido en protagonistas diarios de un enfrentamiento que impedía a la sociedad poner la mirada un poco más allá de los límites que impone la polarización y el odio. Rafael Correa, por ejemplo, no solo que dejó de contaminar las redes sociales con sus insidiosos y frecuentes mensajes sino que dejó de ser un referencia  para la conversación en redes. No solo que Correa y otros personajes como Ricardo Patiño o agitadores de odio como Patricio Mery Bell dejaron de hacer ruido sino que, lo que quizá es lo más importante, de un día para el otro dejaron de importar.

En esa misma línea se silenciaron o dejaron de atacar algunos sitios que bajo la etiqueta de medios de comunicación servían como trampolín para la propaganda correísta y la descalificación de los sectores que lo critican. Entre esos casos, por ejemplo, está Ruta Krítica que además de haberse convertido en una de las principales plataformas donde el correísmo articula su pensamiento, tiene una cuenta en redes sociales en la que descalificaba y agredía a los críticos de esa corriente política. Algo parecido ocurrió con La Kolmeda y KolectiVoz. Aparentemente, el odio pasó de moda súbitamente.

El ánimo que se refleja en las redes es, por definición, el ánimo de lo que sucede en importantes sectores de la sociedad. La amenaza que sentía una buena porción de la sociedad por el posible regreso de quienes hicieron del autoritarismo y del odio una forma de gobernar el país, dio paso luego a una sensación de alivio luego de que se anunciaron los resultados electorales. El alivio es, sin duda, la sensación que mejor resume el estado anímico que ahora domina en la gran conversación nacional. Hasta el riesgo país bajó con la noticia del triunfo de Lasso.

*Este artículo se publicó originalmente en 4pelagatos.com con el título: "El ejército correísta se desmoviliza".

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Martín Pallares

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