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Indio Maíz y la alianza altruista juvenil

La represión les enseño mucho a los jóvenes, quienes están digiriendo, aprendiendo e imaginando nuevas formas de lucha por el bien común

Una joven participa en una marcha contra la negligencia del Gobierno ante el incendio de la Reserva de Biósfera Indio Maíz. EFE | Jorge Torres |CONFIDENCIAL.

18 de abril 2018

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Duele ver el bosque quemado, y duele ver el intento de quemar la natural rebelión solidaria juvenil ambientalista. Se quemó el ecosistema boscoso tropical húmedo, y se quemaron las posibilidades de establecer redes y alianzas eco-socio-sistémicas entre segmentos juveniles importantes en el país. Solo que la devastación fue desigual: 1% de bosques naturales contra 99% de la vocación innata de las nuevas generaciones de nicaragüenses de luchar todos juntos, como jóvenes, en el cuido de la madre tierra. La causa, sin embargo, es la misma: fuego arcaico.

El fuego arcaico empezó a ser utilizado por diferentes especies humanas hace 300,000 años de manera cotidiana para iluminación, generar calor, como arma poderosa que neutralizaba la fuerza muscular de los acechantes felinos y para quemar bosques para encontrar posteriormente animales  quemados para alimentación y tubérculos así como para crear áreas de pastos que facilitaran la caza y para cocinar. Esta domesticación del fuego hicieron bastante irrelevante las limitaciones físicas del cuerpo del Homo Sapiens que dificultaban su sobrevivencia como especie, en un mundo salvaje, dándole un poder nunca visto en millones de años anteriores.


Hoy, todavía, desvergonzadamente utilizamos fuego arcaico en las áreas de expansión agrícola a costa de las áreas protegidas de Nicaragua, pero ahora por razones muy alejadas de la supervivencia como cazadores y recolectores de la Edad de Piedra; este fuego es encendido por la pobreza y un modelo económico depredador y extractivista del que todos somos cómplices, aunque son más culpables los que detentan el poder económicos y político-burocrático.

El mismo carácter arcaico, está detrás del fuego que quemo imperdonablemente la solidaridad y alianza potencial entre diferentes segmentos juveniles del país.

En los jóvenes prima la lucha entre ideas que compiten por ser más altruistas, visionarias y desinteresadas que las otras. Esa es la más linda de las competencias del Homo Sapiens, superando las leyes biológicas de la selección natural de las especies. Al no estar comprometidos con intereses creados por el poder político, económico, la familia patriarcal y la cultura machista, señalan y critican con vehemencia  la injusticia e insensatez de los adultos acomodados en el estatus quo.

A los adultos (conscientes) les toca tolerar (poniendo la barba en remojo) y aconsejar (las canas algo enseñan) como encauzar sus energías de manera inteligente y estratégica, estando a lado o, mejor aún, detrás de ellos. Pero nunca adelante, mucho menos con uniformes de antimotines representando al Estado autoritario. La historia está plagada de estos errores, y se ha cosechado siempre lo que se ha sembrado; esto es ley de la vida, a nivel individual y colectivo.

No habría nada de malo en sí mismo en que una Juventud Sandinista (de la que muchos de la generación de los 80 se sentían tan orgulloso) patrocinada por el Estado y un poder político “cristianos, socialista y solidario”, sea movilizada desde arriba para levantar conciencia nacional sobre el peligro que enfrentaba la Reserva Indio-Maiz, y preferentemente con un enfoque critico de educación ambiental, en las ciudades, e incluso de apoyo a las tareas obligatoria del Estado de apagar el incendio forestal lo más pronto posible. Más que un festival coyuntural se hubiera esperado en realidad una movilización masiva de la JS y de jóvenes no sandinistas, juntos, alrededor de la superación de la crisis ambiental que alarmo y preocupo a la conciencia nacional; en otros tiempos eran oportunidades en medio de vicisitudes para reactivar la mística juvenil, liderada por los mismos jóvenes, desde abajo…

La JS podría haber sido políticamente más inteligente promoviendo festivales y muchas otras actividades en una alianza amplia,  para todos los jóvenes sin ninguna distinción, invitando con creatividad en las escuelas secundarias y universidades, permitiendo y hasta fomentando una dosis sana y necesaria de critica juvenil libre al Estado mismo (reconociendo que los funcionarios estatales no son perfectos) así como el desarrollo de un síntesis de las visiones juveniles en su lucha común por una economía y sociedad más justa y sostenible.

Pero predomino más el interés político miope y cortoplacista, lo que evidencia que no son jóvenes quienes lideran a la JS, sino almas envejecidas, sin imaginación e insensibles a las aspiraciones de una juventud crítica e informada que avanza imparable en la era de la sociedad de la información y la economía del conocimiento. La espontaneidad y fuerza de la movilización de los jóvenes es una prueba contundente de esta nueva juventud, lo que sorprendió y propinó, sin pretenderlo, un golpe político de gran magnitud a la JS.

El verdadero poder político (en el sentido amplio del concepto, no en el “partidiario”) que genera nuevas hegemonías alternativas (a la Gramsci) hoy en día no se logra y manifiesta en “victorias” pírricas procurando el rápido control oportunista físico y patético de rotondas que reflejan más bien un culto a la “vivianada” y el uso de la fuerza de instrumentos represivos del Estado, y de motorizados que ocultan el rostro, porque no sienten que sus caras pueden mostrar la frescura de los jóvenes que expresan auténticamente desde sus corazones sus indignaciones y la fuerza de la verdad.

El poder radica cada vez más en la realidad virtual de las redes de información que es capaz de trasparentar todo, facilitar nuevas formas de organización y movilización social, y de encender chispas y generar fuegos basados en fuentes alternativas de energía cibernética moderna de la que se alimenta las nuevas generaciones, más auténticas y beligerantes, del siglo XXI de Nicaragua. El poder político tradicional y arcaico, de todos los signos, no comprende muy bien las nuevas contradicciones y oportunidades que se han generado, subestimando a estas nuevas fuerzas. Por eso, mejor que se aparten.

Así, el Estado, con un enfoque adultista, soberbio y mediocre, rápidamente califico a los otros jóvenes no sandinistas de ladrones, ambientalistas de computadoras, etc. y los reprimió con una fuerza primitiva separándolos física y emocionalmente de los otros jóvenes de la JS quienes, entonces, ‘aprenden’ que su ‘rebeldía’ juvenil está asegurada por papa Estado y el manto ideológico de camisetas blancas con árboles artificiales de la vida metálicos a colores. Fuego arcaico que quema imperdonablemente el desarrollo de sus capacidades argumentativas y, lo que es más importante, de predicar con el ejemplo a como en su momento lo hacia la misma JS. Que tan alejado del espíritu de la Cruzada Nacional de Alfabetización en la que participaron jóvenes de todos los signos, con un fuerte liderazgo de la JS de entonces,  y sobre la que hoy en día todos los que participamos, moros y cristianos, nos sentimos tan orgullosos, como parte de una misma familia, de una misma generación.

El Estado burocrático y el poder político partidario más bien castró a la JS y les dijo a sus miembros: les ganamos las batallas por ustedes, los otros jóvenes son falsos rebeldes, ilegítimos, sin argumentos válidos y ustedes no necesitan acercarse a ellos para dialogar, convencer y hacer frente común por una causa nacional, no se preocupen, el Estado se los puede quitar de encima. La JS no es la mayoría de los jóvenes del país y tiene su imagen inevitablemente comprometida con la suerte política-ideológica del Estado. Independientemente de los esfuerzos del Estado (a la postre exitoso aunque inicialmente muy lentos) por sofocar el incendio forestal, la JS, desde su perspectiva, indudablemente cometió un error político histórico cuyas consecuencias en términos de desprestigio son difíciles de imaginar. Y todo parece indicar, que lo seguirán cometiendo.

Pero la represión también les enseño mucho a los otros jóvenes, quienes están digiriendo, aprendiendo e imaginando nuevas formas de lucha por el bien común que supera en espíritu y visión incluso a la generación de los 70, 80 y 90.

En conclusión, el mismo fuego arcaico ha ocasionado en Nicaragua, 300,000 años después del inicio de su uso, tanto un desastre natural como generacional. Quemó, en realidad… una barbaridad de activos naturales y humanos nacionales. Mañana, cuando se disipe el humo, veremos el hollín, los puentes inter-juveniles quemados y muchos, pero muchísimos “puntos de calor”, reales y virtuales, con potencial de generar más incendios.

¿Qué hacemos? De nuevo, nosotros, los adultos, definitivamente quitarnos del camino de los jóvenes, ponernos como compañeros sinceros y no manipuladores de su andar o como respaldo. ¿Y los jóvenes, que deben hacer? Jaja. No se preocupen, ellos saben qué hacer. Nicaragua es ejemplo de ello.


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Rene Martin Escoto

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