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IMÁGENES

La gente encapuchada observa atenta detrás de la trinchera, mientras cuatro chavalos, músculos tensos, fildean a media calle.

Funeral de Jorge Zepeda, uno de los jóvenes asesinados en Masaya. Carlos Herrera | Confidencial

Mario Urtecho

1 de julio 2018

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En Belén y sus alrededores, Herodes ordenó la Matanza de los Inocentes. En Managua también. A una niña de 3 años y su hermanito de 5 meses los quemaron vivos. A Teyler, de 14 meses, lo mató una bala en la cabeza. —¡Fue un policía! -acusó la mamá enardecida.  


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Marcelo yace abatido en la calle. Un francotirador le encarnó una bala en el pecho. Su mano, debajo del cuerpo desangrado, aún aferra la tiradora. —¡Ayudenmé!, clama su mujer. La gente afirma que el alma de Marcelo se hizo fuerza y alimento. Por algo será.

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Torsos desnudos, ojos atentos, morteros alzados. En cada calle, cuadra y barricada, los hijos de Masaya resisten las embestidas. En territorio indígena, sobre una pared, alguien escribió con letras apresuradas: Monimbó, volcán de dignidad. ¿Quién lo dudaría?  

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Irrumpieron a balazos. La adrenalina enardecida se parapeta y riposta con morteros y tiradoras. En la acera, junto a la barricada, de cuerpo entero y traje diplomático, Rubén Darío está echado de costado. ¿Será que también lo mataron?

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La gente encapuchada observa atenta detrás de la trinchera, mientras cuatro chavalos, músculos tensos, fildean a media calle. El bateador espera la bola buena. Si la pasa sobre la barricada es jonrón. Éste puede ser el último beisbol callejero que jueguen en sus vidas.    

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Paramilitares con armas de guerra y tecnología de punta atacaron otra vez a los chavalos de la UNAN. Y como la vez anterior, les hicieron muertos y heridos. Los morteros en vano dispararon al cielo, intentando descachimbar el dron que los ubicó.   

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Al inicio de las protestas -después que mataron a Álvaro- otro niño de 15 años fue herido de bala. Los chavalos corriendo lo auxiliaron mientras las cámaras de televisión los filmaban. —No me graben –pidió el niño- ¡porque si me ve mi mama me va a turquear cuando llegue!    

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Nahomy, la Comandante Macha, es de Diriamba. Tiene 21 años y dispara morteros. Usa máscara antigás y, cubierta con la bandera, resiste en una barricada en Jinotepe. Dice que de allí se irá hasta que se vayan. Hay días que no la mortifican los dolores del cáncer.  


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Mario Urtecho
Mario Urtecho

Escritor originario de Diriamba

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