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Heroico personal de salud está salvando muchas vidas

Desde el inicio de la peste han fallecido unos 200 miembros del personal de salud pública y privada, entre ellos unos 75 médicos

OPS afirma que el Minsa tiene la capacidad para identificar a ómicron. Médicos independientes afirman que ya han visto pacientes sospechosos.

Guillermo Cortés Domínguez

27 de septiembre 2021

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El comportamiento del personal de salud pública, especialmente de las enfermeras, ha sido sacrificado y ejemplar, una verdadera demostración de consecuencia con los principios de su profesión y de solidaridad con la población, sobre todo a partir de la vacunación de los jóvenes adultos de 30 a 49 años, debido a los esfuerzos extraordinarios que han tenido que hacer ante el desborde en los centros de aplicación de la vacuna.

Algunas personas se abstienen de hacer reconocimiento alguno aduciendo que ese mismo personal de Salud le negó atención a los jóvenes heridos durante la represión al estallido social de 2018, pero eso no se puede generalizar, y las enfermeras no tienen capacidad de dar órdenes que corresponden a la jefatura del Ministerio de Salud, de los hospitales y de los centros de salud.


Además, desde el inicio de la peste han fallecido unos 200 miembros del personal de salud pública y privada, entre ellos unos 75 médicos, muchos de ellos especialistas que estudiaron diez y hasta quince años y que no se pueden reponer de inmediato, por lo que significan una baja extraordinaria para toda la sociedad. Qué pesar da perder a cada uno de estos profesionales.

Ningún otro gremio como el de la Salud ha sido tan afectado, pues entre maestros se habla de unos 75 muertos, 21 sacerdotes católicos, unos 30 pastores evangélicos, diez periodistas, etcétera, y eso se corresponde con el hecho de que son los que están en la primera trinchera de enfrentamiento al coronavirus, muchas veces sin los equipos de protección adecuados y sin los protocolos recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Es inexcusable no establecer la distancia física

Recientemente vi en “Facebook” una fotografía de un centro de vacunación en la India. Es un local amplio, bajo techo, pareciera un centro deportivo, con las marcas cada dos metros para el distanciamiento social. Esto, que es indispensable y sencillo de hacer, no lo hemos visto en Nicaragua, donde en los centros de vacunación hay largas filas y las personas están juntas unas y otras.

Mi esposa Carolina se contagió en una fila de gente casi amontonada en el centro de salud familiar y comunitario “Carmen Lau”, en el local confiscado a “Popol Na”, por Plaza España, y así como ella, muchísimas más. No hay ninguna razón, de ningún tipo, para no establecer la distancia física necesaria por lo que esta anarquía es incomprensible e inexcusable.

Cuando me correspondió, tardé siete horas para que me vacunaran en el Hospital Bertha Calderón y dije que eso era un récord mundial, pero con la vacunación a los treintones y cuarentones mucha gente ha esperado doce y trece horas, lo cual es absurdo y al mismo tiempo un sacrificio innecesario al que es sometida la población. Muchos se han visto obligados a llegar a los centros de vacunación la noche anterior y dormir ahí. ¿Dormir ahí, en la calle? ¡Es insólito!

¿Qué se podría hacer para mejorar la vacunación?

Debido a esta falta de políticas adecuadas de la que se derivan la desorganización y graves riesgos, el personal de salud pública se ha visto forzado a redoblar turnos. Es admirable como enfermeras que comienzan a vacunar a las tres de la mañana, se toman uno o dos breves descansos, y continúan en la tarea hasta el final del día.

Ninguna aprehensión debe impedir no solo solidarizarnos con las enfermeras y otro personal de Salud, sino también felicitarlas por el gran trabajo que están haciendo y que está salvando vidas.

Todavía hay tiempo para hacer mejor las cosas, entre ellas: segmentar a los grupos que serán vacunados cada día; establecer más locales para vacunación; que la gente esté bajo techo, sin exponerse al sol y a la lluvia; que el lugar esté señalizado para guardar el distanciamiento físico requerido; etcétera.

Tampoco es justificable que Nicaragua sea el país con menor porcentaje de vacunados en Centroamérica y uno de los peores en el escalafón latinoamericano.

Finalmente, otra política que debería tomarse, es ponerle fin al secretismo y hacer transparentes las estadísticas de contagios y mortalidad, porque continuar ocultando los verdaderos números expone al ridículo a quien lo hace, pues la población se da cuenta de quiénes fallecen en su vencindario y las redes sociales están llenas de obituarios y pésames hasta el punto que ya no dan ganas de entrar a ellas para no angustiarse o deprimirse ante tantas malas noticias. Y en la OMS y OPS y el mundo en general, no hay confiabilidad en esos reportes oficiales.

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Guillermo Cortés Domínguez

Guillermo Cortés Domínguez

Periodista nicaragüense. Escribió prensa clandestina y fue redactor y editor del diario Barricada. Coautor de "Corresponsales de Guerra". Fundador y director de la revista Medios y Mensajes y la editorial Editarte. Ganó el Premio Latinoamericano de Periodismo José Martí, de la agencia de noticias Prensa Latina S.A. Además, es autor de "Huérfanas de Guerra" y "El oráculo de la emperatriz", entre otros libros.

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