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Estancamiento y vulnerabilidad: el dictamen del Índice de Progreso Social para Nicaragua

La caída se da por la violencia política, pérdida de libertad de prensa y de expresión, derechos políticos; corrupción, y falta de libertad académica

Un vendedor ambulante de helados observa la propaganda gubernamental de Daniel Ortega y Rosario Murillo. Foto: Confidencial.

Franklin Murillo

6 de noviembre 2021

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Entre las naciones del mundo, y en Latinoamérica en particular, existe el caso de una nación que ha visto su índice de progreso social estancarse -y de hecho deteriorarse-como consecuencia de la caída de algunos de los indicadores más importantes para crear un ambiente propicio para la inversión, la cooperación internacional y el crecimiento de la prosperidad: Nicaragua.

A la presentación que hiciera el Social Progress Imperative en 2020 para Nicaragua, se le tituló “Otra década perdida”, pues en ella se mostraba claramente cómo el Índice de Progreso Social (IPS) del país, entre 2011 y 2020 -una década completa-, solo había cambiado en 0.89 puntos (de 100 posibles), mientras otras naciones de la región -independientemente de la ideología de sus gobernantes y en el mismo plazo- habían avanzado de manera mucho más significativa, como es el caso de Guatemala y Costa Rica, que crecieron 4.40 y 4.34 puntos, respectivamente, en Centroamérica; o los casos de Ecuador, Bolivia y Perú que crecieron 5.60, 5.52 y 5.18 puntos, respectivamente, en la región andina.


El IPS mide la capacidad de una nación de satisfacer las necesidades básicas de su población: nutrición y cuidados médicos básicos, acceso a agua potable y saneamiento, acceso a una vivienda, y seguridad personal; de instrumentar la movilidad social: acceso a educación básica, acceso a información y telecomunicaciones, salud y calidad medioambiental; y de crear un ambiente donde cada ciudadano tenga la oportunidad de alcanzar su más pleno potencial: ejercicio de sus derechos personales, libertad, inclusión social y política y acceso a educación superior.

Cuando se analizan las causas raíz, se encuentra que las principales razones del estancamiento de Nicaragua tienen que ver con el deterioro del desempeño nacional en temas como la violencia política, la libertad de prensa, el ejercicio pleno de los derechos de los ciudadanos, particularmente los de libertad de expresión y derechos políticos; la percepción de corrupción, y la libertad académica.

Normalmente no se espera que una nación retroceda en estos indicadores, pues conforme las naciones crecen y maduran, los derechos adquiridos tienden a consolidarse, y solo en situaciones muy extremas, a deteriorarse. Claramente, en Nicaragua, a la crisis sociopolítica de abril-mayo de 2018, le ha seguido un endurecimiento del régimen gubernamental que -en vez de aliviar-  ha profundizado la desconfianza de ciudadanos, empresarios productivos y sociales, agencias de cooperación y organismos multilaterales, que terminan por limitar los recursos con que cuenta el país para impulsar su desarrollo.

En el gráfico 1 se muestra la caída en el indicador de violencia política, que ha resultado en un franco deterioro del componente de seguridad en el IPS de 2021.

Gráfico 1. Violencia política (0 = baja; 1 = alta) Fuente: Cálculos de Social Progress Imperative, con datos de V-Dem.

Esto ya sería grave en sí mismo, pero para una nación cuya economía ha decrecido por “recesión política y recesión pandémica” y cuyo progreso social tiene una década de estar estancado; esta caída de indicadores clave para crear un ambiente de inversión y crecimiento es verdaderamente catastrófica, sin siquiera entrar a comentar aún sobre lo que significa en términos de democracia y libertad y, sobre todo, del bienestar colectivo de su sociedad que es, en última instancia, lo que mide el IPS.

En el gráfico 2 se muestra el deterioro del indicador de censura de medios, que es parte del componente de Acceso a Información y Comunicaciones, y que mide la frecuencia con la que los Gobiernos intentan directa o indirectamente censurar la emisión de información por parte de medios.  En 2011 Nicaragua se encontraba en una posición de rezago respecto al promedio latinoamericano, al promedio de los países del CA4 y al promedio mundial con la posición 118 entre 168 países. La brecha ha aumentado significativamente desde el 2018, y se ha caído aún más, quedando en la posición 145 de 168 países analizados.

Gráfico 2. Aumento de la censura de medios en Nicaragua (0 = censura frecuente; 4 = censura es rara) Fuente: Cálculos de Social Progress Imperative, con datos de V-Dem.

La pérdida de acceso a información por la censura de los medios, es un síntoma claro del deterioro del ambiente de democracia que debe existir en un país y sobre todo en uno que necesita avanzar de manera clara ante los enormes retos que enfrenta como consecuencia de tendencias y cambios en el contexto internacional.

Nicaragua tiene enormes retos como nación frente a sí: su enorme vulnerabilidad ante el calentamiento global, cómo incorporarse de manera efectiva y eficiente a la cuarta revolución industrial -que vendrá a cambiar la forma como se crea valor en todos los sectores-; el combate a la pobreza y la desigualdad, la informalidad profunda de su economía local, un sistema educativo obsoleto y pobre en desempeño y recursos, y cómo crear -una vez más- una semblanza de democracia institucional que le permita a otras naciones y a sus propios empresarios volver la vista hacia su economía…

En el gráfico 3 se muestra la pérdida en la libertad académica. En el componente de Acceso a Educación Avanzada, se incluye el indicador de libertad académica que mide el respeto a la libertad para investigar y enseñar, la libertad de intercambio y difusión académica, la autonomía institucional, la integridad de los campus, la libertad de expresión académica y cultural. En este indicador, el país se había mantenido estable desde el 2011, en el lugar 114 de 168 países, pero a partir de 2016 inicia una caída que se acelera en 2018 hasta poner a Nicaragua en la posición 144 de 168 naciones medidas. Y muy por debajo de los promedios regionales y global.

Gráfico 3. Libertad académica (0=baja; 1=alta)
Fuente: Cálculos de Social Progress Imperative, con datos de V-Dem.

Nicaragua está en serios problemas. La presión internacional de estos últimos días parece señalar que solo un cambio radical en los seis indicadores señalados anteriormente: violencia política, libertad de prensa, derechos políticos, libertad de expresión, percepción de corrupción, y libertad académica podrán marcar el camino hacia un nuevo pacto social y hacia la recuperación de espacios en el contexto internacional; y aunque el IPS 2021 aún no lo muestra (por el rezago en la publicación de indicadores internacionales), es claro que el encarcelamiento político de opositores y representantes de la Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia y de la Unión Nacional Azul y Blanco, así como de otras instituciones, profundizará la caída de estos indicadores en el IPS de 2022.

Para que Nicaragua vuelva a prosperar necesita de una de dos cosas: o permitir a su sociedad crecer en libertad, seguridad e inclusión -cosa que en la actualidad no se da-reconstruir una democracia verdadera; o encontrar a quienes estén dispuestos a sustentar la terrible situación actual-empresarios locales e internacionales y “naciones amigas”- que hayan decidido sacrificar estas ideas y valores fundamentales en favor de la arbitrariedad y la dictadura, con objetivos claramente egoístas o geopolíticos.

Cuando en 2009 se planteó la idea original de crear un índice de progreso social, se buscaba contar con una medición de desempeño de las naciones que fuera mucho más allá del Producto Interno Bruto y su tasa de crecimiento. Pues bien, si en 2021, como “rebote” de la recesión pandémica, Nicaragua ha logrado crecer en PIB, no lo ha hecho en IPS, la verdadera medida del desempeño de una nación, centrada en el bienestar de la colectividad.

En los años de medición entre 2017 y 2021, Nicaragua cayó de un IPS de 64.09 a uno de 62.45. Una verdadera recesión de bienestar causada principalmente por el retroceso en los indicadores señalados. El país sigue en una profunda recesión de bienestar colectivo, una de muy pocas naciones en el mundo que retrocedieron en IPS en el período indicado, y confirmando que, efectivamente, en la última década Nicaragua no creció en el progreso social -léase en el bienestar colectivo- de su población.

Tal y como muestran estos gráficos y viendo el desempeño en sus indicadores de seguridad, libertad, derechos, inclusión política, y corrupción, Nicaragua era una nación ya en problemas en 2011, pues en algunos de estos indicadores, ya el país se desempeñaba por debajo de los promedios internacionales. Pero es igualmente claro que a partir de 2017 el país se ha deteriorado profundamente en todos ellos y hoy se encuentra entre las naciones que no se consideran democracias funcionales.

Algo tiene que cambiar. Y si no lo hace pronto, el progreso social seguirá deteriorándose, lo que augura mayor migración, fuga de capitales, deterioro productivo y económico, aislamiento del país en el contexto internacional, y mucho, mucho sufrimiento de una población que merece mucho más.

Director Global de Perspectivas y Alianzas de Social Progress Imperative.


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