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Estamos en el momento oportuno de evitar una catástrofe por el covid-19

Nicaragua solamente tiene 0.9 camas por cada mil habitantes; pero podemos evitar impacto brutal en el sistema de salud con las previsiones necesarias

22 de marzo 2020

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Según los datos demográficos proporcionados por el Instituto Nicaragüense de Censos y Estadísticas (INEC), la población estimada de Nicaragua en el año 2018 era de 6 465 513 habitantes. En los cálculos del Gobierno de turno se estima que la infección por el SARS-CoV-2 afectará a 32 500 personas, lo que representa solamente un 0.5% de la población.

Pero imaginemos el peor de los escenarios, es decir, tomemos en consideración las proyecciones realizadas por algunos expertos que establecen una tasa de infección del 60 al 70% de la población, tal y como lo declaró recientemente la canciller alemana Ángela Merkel en un escenario hipotético para Alemania.


Sin las medidas de contención y mitigación adecuadas que ralenticen o “aplanen” la curva de contagios, ya sea por indolencia, desconocimiento o incapacidad técnica, entonces la cantidad de personas que podrían verse afectadas en nuestro país es de unos 3.3 millones. Si aplicamos la misma fórmula del Gobierno y estimamos una tasa de mortalidad del 2.5% la cantidad de fallecimientos se aproximaría a unos 82 000 en el período de la epidemia y no a 800 como tienen previsto.

Si analizamos las proyecciones del Gobierno, hay una subestimación de los datos, señalemos un par de ejemplos: Italia con 53 578 casos hoy en día ha registrado 4825 muertes, e Irán con 20 610 casos ha reportado un total de 1556 muertes. Es obvio que las diferencias en calidad de atención y recursos sanitarios son muy distantes y Nicaragua tiene uno de los sistemas de salud más frágiles de la región, con una capacidad de camas muy por debajo de los estándares internacionales.

Estamos entre los cinco países de Latinoamérica con menos recursos de camas hospitalarias disponibles según los datos del Fondo Mundial, con solo 0.9 camas por mil habitantes y con serias limitaciones en la disponibilidad de estas en las Unidades de Cuidados Intensivos. Adicionalmente, ocupamos la posición 73 entre los países, con un puntaje de 43.1 según el Índice Global de Seguridad Sanitaria de la Universidad Johns Hopkins.

Volviendo al ejercicio anterior, pero con una tasa más conservadora de casos —tasa de ataque de un 30%—, entonces el número de afectados se aproximaría a 1.9 millones de personas, de los cuales un 80% cursarían con una infección leve, eso significa 1.5 millones de personas que tendrán un cuadro “catarral” que no requerirá ingreso hospitalario y que podrían recuperarse sin mayores intervenciones en sus domicilios.

Sin embargo, si nos basamos en los datos arrojados por la experiencia en China, un 15% cursará con una infección grave que requerirá ingreso hospitalario y un 5% manejo en una Unidad de Cuidados Intensivos. En números absolutos significan 225 000 y 75 000 respectivamente. Aunque esta aproximación es muy general, algunos modelos matemáticos deseñados para Nicaragua —que han tomado en cuenta variables como la pirámide poblacional, la distribución de la población en urbana o rural, la transmisibilidad del virus y las posibles medidas de contención—, han proyectado resultados similares. Ahora, imaginemos este escenario en cuestión de semanas o meses. Sería verdaderamente catastrófico, ningún sistema de salud en el mundo está preparado para una situación así. Sin embargo, todavía estamos en un momento oportuno —en el cual solamente se han registrado dos casos importados—, para que el Gobierno intensifique y reoriente la tímida campaña de educación que ha iniciado y que brinde a la población nicaragüense información adecuada sobre las conductas de protección que reduzcan la posibilidad de transmisión del SARS-CoV-2, tales como:

  • El lavado de manos frecuente;
  • El distanciamiento social (evitar saludar de mano y besos, asistir a lugares concurridos, no tocar la cara con las manos sucias, mantener al menos un metro de distancia entre una y otra persona y permanecer en casa);
  • Tomar las medidas de contención y mitigación recomendadas por la Organización Mundial de la Salud, es decir la detección rápida y oportuna de los casos;
  • Establecer medidas de aislamiento a los enfermos y sus contactos;
  • Establecer otras medidas de distanciamiento social como la restricción de reuniones públicas mayores de 25 personas, el cierre temporal de escuelas, universidades y sitios de recreación y hacer teletrabajo;
  • Entre otras recomendaciones, sin descartar la posibilidad de cuarentena.

Todo con el objetivo de impedir un escenario tan grave como el que hemos señalado. Como varios expertos ya lo han enfatizado, será cuestión de tiempo registrar los primeros casos autóctonos o comunitarios de COVID-19 en el país, y aunque no podamos impedir el desarrollo de la epidemia, sí podemos ralentizar la curva epidémica para evitar un impacto brutal en el sistema de salud, el cual, dicho sea de paso, ya está saturado con la atención rutinaria de la población. Demandamos que el Ministerio de Salud tome todas las previsiones necesarias que aseguren al pueblo de Nicaragua un impacto reducido de la epidemia de COVID-19.

*El doctor Carlos Quant es Internista Infectólogo en Nicaragua.

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Dr. Carlos Quant Durán

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