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El mundo de los niños

Para adentrarlos en el fascinante mundo de la lectura hay que enfrentar tropiezos y vencer aprehensiones

Guillermo Rothschuh Villanueva

8 de diciembre 2019

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“Les hemos transmitido a los niños una noción de la literatura que tal vez sea buena para nosotros y hecha por nosotros, pero que sin duda nada tiene que ver con la magia de los niños”.
Gabriel García Márquez, Cuentos de niños.

Como acostumbro desde hace algún tiempo, una vez más decidí regalar a una niña, esta vez de nueve años —Maykelin— un par de libros para introducirla en la pasión y hábito de la lectura. Para la generación a la que pertenezco esto no era inusual, crecimos y nos amamantamos leyendo penecas o paquines (pasquines) como La pequeña Lulú, Tom y Jerry, Lorenzo y Pepita, Roy Rogers, El Llanero Solitario, El Fantasma, Superman, Batman y Robin, etc. Ahora lo niños antes de destetarse ya han visto un buen tiempo televisión —su baby sitter— otros han tenido la oportunidad de tener en sus manos un teléfono móvil. Introducir a los niños por el camino de la lectura supone una odisea. La lectura no entra entre las prioridades de muchos padres de familia. Especialmente para los pobres que carecen de pan, techo, cama y medicinas.


Para adentrarlos en el fascinante mundo de la lectura hay que enfrentar tropiezos y vencer aprehensiones. Hay que bregar a contracorriente. Es fatigoso, pero no imposible. Algunas madres han comprado libros para sus chiquitines a la vez que adquirieron los juegos electrónicos. Nada anormal. Todos somos hijos de nuestro tiempo. El paisaje ha cambiado por completo. Creo que uno no debería criticar ni oponerse a las diversiones de sus hijos, contraponiendo los juegos que volvieron feliz nuestra niñez. Algunos iluminados lamentan que sus niños no eleven barriletes, no jueguen trompos ni Jack, tampoco que jueguen Rayuela, (en la entrada oeste de Cinemas Galerías está dibujada en el piso una Rayuela para niñas y niños). Las nuevas generaciones vieron primero Batman en la pantalla grande. Nosotros mucho después.

El desafió es mayúsculo, ¿Cómo competir con la televisión se preguntan muchos alarmados? ¿Cómo no entender la seducción que les provocan los juegos que vienen en los móviles? Debemos comprender que la lectura en el despertar de la niñez cabalga a medio camino entre la diversión, el aprendizaje y el hábito de lectura. Existen estrategias para inducirlos y animarles a leer a una edad cuando son capaces de adquirir y sentir placer de hacerlo. Sobre todo, ahora que los libros para niños vienen ilustrados. Son ediciones baratas muy bien editadas. El mérito de Libros para niños continúa siendo para mí la manera como han logrado sobrevivir y la forma que promueven la lectura en su sede y en distintas librerías. Mis parabienes.

Es lógico que exista la tendencia por comprarles para las navidades, los diferentes artefactos creados expresamente para su solaz y esparcimiento. La producción de videos para alimentar la creciente demanda de nuevas y viejas producciones se ha convertido en una industria altamente rentable. Las empresas electrónicas se dedican a fabricarlos en serie. La crítica que se formula ahora a los video juegos es la misma que se hace a los muñequitos que se exhiben en las pantallas televisivas: su naturaleza violenta. Producidos en oriente y muy bien recibidos, los muñequitos japoneses son mucho más violentos que los muñequitos que vio la generación de los ochenta y noventa del siglo pasado. Aunque no hay que olvidar que El Coyote y el Correcaminos es una serie violenta por donde quiera que se analice. Un gusto promocionado.

La más grave equivocación que cometí en la primera escogencia fue haber creído de antemano que podía obsequiarle Robinson Crusoe. Con la intención de poner ante sus ojos una edición atractiva, con papel durable, pedí a Anielka me mostrara la mejor publicación que estuviese disponible en Hispamer, —el sentido de la vista está muy desarrollado. Cuando tuve en mis manos la edición hecha por Gaviota. Proveedor Everest, comencé a esculcarla y al desplazarme por sus páginas me percaté de mi error. El vocabulario utilizado no está al alcance de una niña de nueve años —muchas palabras iban a resultarle incomprensibles— aunque estaba seguro que a Maykelin las ilustraciones le iban a encantar. No debemos olvidar que letra e imágenes nacieron al mismo tiempo. Ahora tiende a olvidarse y a confrontar.

Anielka me llevo a la sección de niño y me puso en manos de Sadys. La jovencita puso frente a mis ojos distintos autores de libros infantiles, entre las diversas obras me alentó —para que le regalara— una edición de Las mil y una noche. Me gustó mucho. De inmediato me entraron dudas acerca de la pertinencia de su lectura ateniéndome a su edad. No me atreví a comprarlo, espero no haberme equivocado. Aún me pregunto si debí adquirirlo. ¿Era el libro más adecuado? No lo sé. ¿La subestimé? Después hice una primera escogencia. Todas las obras seleccionadas eran alusivas a los cuentos que tuve ocasión de leer en la Biblioteca Infantil fundada por el Clan Intelectual de Chontales, en el Parque Central de Juigalpa, bajo la dirección de la niña Elaisita Sandoval Vargas. Cuentos que muchas generaciones han leído.

Cuando apareció Rommel creí que había llegado el ángel de mi salvación, me dijo que había mejores libros que los cuatro cuentos que había escogido, todavía añadió para atraerme, y a un menor precio. Conociendo mis gustos entre los distintos libros que estuvimos viendo me animó que escogiese El fantasma de Canterville de Óscar Wilde. Comencé a hojearle. Al avanzar un poco supe que no era un libro para su edad. Aproveché la ocasión para deslizarme por sus páginas y de pronto me detuve indignado. Encontré un cuento —Cumpleaños de una infanta— donde Wilde dice que los gitanos son seres vulgares, casi indignos. ¡Jamás iba a regalar un libro donde se persiste en difamar a los gitanos! Me parecía increíble qué habiendo sido Wilde discriminado por sus inclinaciones sexuales, actuase igual por motivos raciales.

Entonces comprendí lo difícil que se me hacía escoger libros para niños, un arte más difícil todavía de pergeñar que han sabido sortear y cultivar con éxito Pedro Alfonso Morales, Mario Montenegro, Alberto Sánchez Arguello, Gabriela Selser, Gloria Espinoza y Sergio Ramírez, etc. Me percaté que me había metido en berenjenales. Terminé adquiriendo Blanca nieves de los hermanos Jacob y Wilhelm Grimm. Todavía me pregunté ¿y si ya vio Maléfica con Angelina Jolie? No me importó. El otro fue Pinocho de Carlo Collodi. Los dos de Editorial Selector. El primero la hará soñar, pensé. Maykelin imaginará un mundo distinto al suyo y creerá que es posible alcanzarlo, en el otro se dará cuenta lo malo que es mentir, en un país donde la mentira se ha instalado en todos los niveles de nuestra sociedad. El próximo año haré con tiempo la escogencia.


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Guillermo Rothschuh Villanueva

Guillermo Rothschuh Villanueva

Comunicólogo y escritor nicaragüense. Fue decano de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Centroamericana (UCA) de abril de 1991 a diciembre de 2006. Autor de crónicas y ensayos. Ha escrito y publicado más de cuarenta libros.

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