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De elecciones y elecciones

En Cuba, se realizan elecciones, y más libres y democráticas, porque todo el mecanismo electoral funciona con la participación del pueblo

Dos turistas viajan en un viejo auto descapotable por una calle de La Habana. Alejandro Ernesto | EFE | CONFIDENCIAL.

Onofre Guevara López

19 de diciembre 2017

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Una de las grandes falsedades que se dicen contra Cuba, se esgrime con doble filo: dicen que allá no hay elecciones, y cuando se reconoce que sí las hay, se agrega que “solo el Partido Comunista pone candidatos”. Eso lo repite gente tenida por culta y un ex ministro de educación lo acaba de decir en La Prensa, con una desfachatez propia de ignorantes, aunque lo hacen por odio y prejuicios ideológicos. Si fueran honestos con sus propias convicciones, en vez de mentir explicarían los por qué no les gustan. En este comentario, “y en su nombre”, diré por qué no les gustan.

Primero se debe hablar de las causas que hacen las diferencias entre las elecciones en Cuba y las de otros países. En su esencia y en sus formas, las elecciones responden a los intereses de clase de quienes ostentan el poder político y económico del Estado de cada país. En Cuba, responden a los intereses de un pueblo culto, libre y revolucionario que está construyendo nuevas estructuras económicas, políticas, jurídicas y culturales de acuerdo a su historia. Esa sociedad en construcción, en muchos aspectos, ya está en un nivel de desarrollo superior al de sus vecinos regionales, porque un sistema social nuevo, no puede funcionar sobre estructuras viejas. Si no fuera así, su Revolución no tuviera la legitimidad histórica que tiene, ni sus adversarios buscaran cómo destruirla.


Otra de esas diferencias, es que el triunfo revolucionario sobre la dictadura de Batista no se limitó a su derrocamiento, sino también a cambiar todo el sistema social corrupto de viejas clases dominantes que, aun sin ser todas batistianas eran beneficiarias de la explotación del pueblo, de su pobreza, su analfabetismo, de las injusticias heredadas del colonialismo español y de la dependencia ante el país vecino, desde 1898. Los exponentes de esas clases y de sus partidos huyeron tras Batista.

Sus nuevos delitos los cometen desde Estados Unidos en complicidad con sus gobiernos, comenzando con el de Eisenhower y de Kennedy. Invasiones,  voladuras de barcos en puertos, campañas calumniosas, asesinatos, sabotajes a la economía con el bloqueo, y otras formas de violencia. Esto produjo el divorcio definitivo de pueblo con esas clases, menos de los sectores que un día fueron partes de su clientela política. Lo que sobrevivió en Cuba de los influenciados por los partidos de la burguesía, los terratenientes y las mafias, se fueron yendo de Cuba de modo constante.

El pueblo cubano mayoritario y revolucionario, asumió las tareas y los sacrificios de la reconstrucción social, en tanto la relación con los políticos de las ex clases dominantes queda reducida a unos pocos individuos relacionados con la Oficina de Intereses de los Estados Unidos, primero,  y ahora de la embajada de ese país, que les sigue financiando para que hagan “oposición”. Dentro de esa realidad, ¿quién necesita en Cuba a los partidos políticos de la derecha, y a sus jefes “americanizados”?

Del pasado electoral en Cuba, solo quedan sus malos recuerdos: carnavales demagógicos, con políticos profesionales identificados y financiados por corporaciones financieras, industriales, comerciales y mafiosas, porque sus candidatos en el gobierno les garantizaban sus privilegios, y toda la clase capitalista se aseguraba rebajas y exoneraciones de impuestos, medidas de ajuste económico en perjuicio de la población trabajadora y sus conquistas sociales. Los políticos profesionales “elegidos”, ya en el gobierno se enriquecían más y aseguraban la continuidad del sistema con la represión policial y jurídica contra el pueblo y sus organizaciones.

Hasta parece ocioso asegurar que el pueblo cubano no necesita de ese tipo de elecciones. Pero en Cuba, se realizan elecciones, y más libres y democráticas, porque todo el mecanismo electoral funciona con la participación del pueblo organizado no solo como elector, sino como administrador y vigilante del proceso electoral, además de selector de candidatos. Solo veamos aspectos básicos de la Ley Electoral, Ley 72, cubana:

(*) Establece que los procesos electorales son de dos tipos: a) elecciones generales, en las que se elige a los diputados a la Asamblea Nacional del Poder Popular, su presidente, vicepresidente y secretario, al primer vicepresidente, vicepresidentes, secretario y demás miembros del Consejo de Estado, a los delegados a las asambleas provinciales y municipales del Poder Popular y a su vez presidentes y vicepresidentes, cada cinco años.

b) Las elecciones parciales, en las que se elige a los delegados a las asambleas municipales del Poder Popular y sus presidentes y vicepresidentes, cada dos años y medio. (Actualmente están en este proceso).

Cuando ninguno de los candidatos obtiene más del 50% de los votos válidos emitidos, se convoca a segunda vuelta. Y como parte del mismo proceso electoral, se elegirán, los delegados que constituyen la Asamblea Municipal, a su Presidente y Vicepresidente.

Principios generales de la Ley electoral cubana:

*Todos los ciudadanos con capacidad legal para ello, tienen derecho a intervenir en la dirección del Estado, bien directamente o por intermedio de sus representantes.
*El Partido no propone, no postula ni promueve candidatos, es el propio pueblo, los electores los que tienen esa facultad la que ejercen en asambleas públicas en acto libre y soberano. (El desmentido a la mentira preferida de tantos ilustres sabios).
*Inscripción universal, automática y gratuita de los electores en el registro electoral.
*El voto es libre, igual y secreto y cada elector tiene derecho a un solo voto.
*Tienen derecho al voto los cubanos que hayan cumplido 16 años, excepto los incapacitados mentales previa declaración judicial de su incapacidad y los incapacitados judicialmente por causa de delitos.
*Derecho de los mayores de 16 años de edad a ser elegidos. Cuando se trate de diputados a la Asamblea Nacional se requiere tener 18 años.
*Derecho de los miembros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias y demás miembros de los institutos armados a elegir y ser electos.
*Inexistencia de campañas electorales discriminatorias, millonarias, ofensivas, difamatorias y denigrantes. Los candidatos no pueden hacer campañas a su favor. (Bastan sus méritos, y los vecinos nunca van a proponer a politiqueros que no se los han ganado con su trabajo y conducta en su comunidad).   
*Total transparencia en los comicios.
*Alta participación del pueblo en las elecciones.
*En el caso de las elecciones para delegados a las asambleas municipales se pueden nominar o postular, en cada circunscripción, entre dos u ocho candidatos conforme establece la Ley Electoral. Siempre debe de haber por lo menos dos candidatos postulados en cada circunscripción.
*Las urnas son custodiadas simbólicamente por niños y adolescentes. (Único caso en el mundo, y sin la presencia de militares armados).

*Obligación de los elegidos de rendir cuenta de su actuación ante los electores. (¿Conoce aquí usted a un diputado que haga eso?
*Los elegidos pueden ser revocados en cualquier momento de su mandato por las causas y según el procedimiento establecido en la ley. (Aquí los destituyen “el comandante” y “la compañera”, cuando no les obedecen).
*Los Delegados no son profesionales en su función; mantienen la actividad laboral que desempeñan y sólo excepcionalmente, y mientras dure su mandato, devengan su salario por la respectiva Asamblea como es el caso de los presidentes y vicepresidentes. (¿A cuál diputado “nuestro” le gustaría no recibir los miles de dólares mensuales y otros privilegios inmorales?)  

(*) Los textos en cursiva corresponden a la Ley Electoral cubana; los comentarios entre paréntesis, son míos)

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Onofre Guevara López

Onofre Guevara López

Fue líder sindical y periodista de oficio. Exmiembro del Partido Socialista Nicaragüense, y exdiputado ante la Asamblea Nacional. Escribió en los diarios Barricada y El Nuevo Diario. Autor de la columna de crítica satírica “Don Procopio y Doña Procopia”.

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