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Testigo relata el calvario de Jobany

Estudiante mexicano solamemte quería regresar a casa

El estudiante mexicano Jobany Torres Becerra en los juzgados de Managua. Carlos Herrera | Confidencial.

Maynor Salazar

20 de junio 2016

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Aunque estuvo menos de 24 horas en su casa, María Campos Alvarado recuerda a Jobany Torres Becerra como uno más de sus hijos. El estudiante originario de Zacatecas, México, llegó a la casa de esta mujer de 58 años, ubicada en el barrio El Rodeo, de Managua, el primero de junio a las 5:30 de la tarde.

El barrio El Rodeo, está ubicado al este de Managua, a escasos dos minutos del aeropuerto internacional Augusto César Sandino. Torres Becerra llegó  luego de dos días de viaje desde Rosita, ubicada en la Región Autónoma del Caribe Norte de Nicaragua, donde realizaba unas pasantías para la empresa minera Hemco. Campos observó al estudiante mexicano sentado en unos adoquines, con los ojos lagrimosos y decidió acercarse porque pensó que lo habían asaltado.


“Estás llorando papa”, le preguntó Campos. “No, no lo estoy, pero sí estoy solo, y quiero irme a mi casa”, respondió Torres Becerra, quien acto seguido mostró el pasaporte a la señora que recién había conocido.

Sin mucho palabreo, el estudiante relató el viaje que había tenido desde Bonanza y le confesó a Campos que tenía miedo, que estaba nervioso, que creía lo andaban buscando.

“Yo me asusté, le pregunté si había matado a alguien, si había robado, pero dijo que no, que se había escapado del lugar donde realizaba unas prácticas porque estaba agobiado, cansado”, cuenta Campos.

“En ese lugar no puedo salir, es muy pesado estar ahí, me siento secuestrado porque son bien estrictos”, confesó Torres Becerra, ya un poco más tranquilo, dentro de la casa de Campos, mientras tomaba un té de manzanilla para calmar sus ansias.

Esa noche, Torres Becerra, no comió nada. Se comunicó a México con sus padres y  luego de finalizar la llamada con ellos, le dijo a la Campos que era un hecho, que su boleto estaba comprado y que al día siguiente se iría a México.

“Me dijo que le daba miedo lo que pensaran sus padres, pero yo le dije que no debía tenerlo, que le iban a entender y que lo que sí hizo mal fue en irse de la empresa, del pueblo, sin decir nada a sus superiores, pero no creímos que iba a pasar a más. En la noche Jobany estuvo con los otros muchachos que duermen aquí y platicó, les contó su historia, y después se fue a dormir”, continúa Campos.

El día de la captura

El jueves por la mañana, Torres Becerra despertó, se bañó y tampoco quiso comer. Campos y su hija Eveling, le dieron dinero para que esperara en el aeropuerto y si tenía hambre que comiera algo. “Le di mi número de celular, le dije que me llamara por cualquier cosa y se fue”.

Torres Becerra llegó al aeropuerto, se acercó al mostrador de la aerolínea que lo llevaría a México, con una gaseosa en la mano, que se compró con el dinero que le dio Campos.

“Mi sorpresa es que como a las nueve de la mañana, vienen varias patrullas a mi casa, se baja un oficial y con tono altanero me pregunta si conocía a Jobany, le dije que sí, que durmió aquí. Me contó que lo vio en el aeropuerto y que sintió rabia, porque mientras las autoridades lo buscaban él estaba tranquilo bebiendo una gaseosa”, dice Campos.

“Y lo patée, le dije que era un hijodelagrantalporcual, que no sabía en qué se había metido”, dijo el oficial que llegó a la casa de Campos.

Durante la plática que tuvieron el oficial y Campos, uno de sus nietos fue hasta una de las camionetas y vio a Jobany detenido, nervioso y triste.

“Mi nieto me dijo que ahí estaba, me sentí mal, él es como uno más de mis hijos, de los muchachos que yo atiendo en mi casa”, relató Campos, quien desde ese día no supo más de Torres Becerra, sino hasta que lo vio por televisión nacional, cuando las autoridades lo presentaron, con golpes en la cara y los ojos rojos.

Campos cuenta que en ese momento sintió impotencia y que sintió pesar del muchacho mexicano, al que seguramente lo habían golpeado en Auxilio Judicial.

“Mi hija y yo estábamos viendo, yo pensé que ya estaba en México, revisaba mi teléfono por cualquier llamada, pero cuando lo vi, me puse triste. Lo que dijeron las autoridades, de que él se golpeó solito, eso es mentira, el muchacho no estaba loco, estaba cuerdo, y no creo, no me pasa por la cabeza que se haya hecho eso él mismo”, dice Campos con tono molesto.

El jueves 16 de junio, tres días después de que Torres Becerra fue presentado a los medios, Campos tomó un dinero que su hija le ofreció para pagar la multa del muchacho de Zacatecas. Fue a Auxilio Judicial y pidió hablar con el oficial Manzanares, quien también llegó a su casa  realizarle preguntas sobre el estudiante mexicano.

Manzanares la atendió, le explicó que Jobany no estaba en Auxilio Judicial, sino en el aeropuerto, con la cónsul de su país esperando viajar hacia México.

“Pues me sentí alegre y triste. Se fue, de haber sabido me voy al aeropuerto”, finaliza doña María Campos, quien menciona que en estos días, continúa preguntando a sushija si en su celular o el de ella, hay una llamada perdida, de un número internacional, quizás, una llamada de Jobany.

Hemco se pronuncia

Consultada al respecto, Marcela Castillo, Vicepresidenta de Relaciones Empresariales de la minera Hemco, explicó que esa empresa tiene convenios con diversas universidades locales (BICU y Uraccan); nacionales (UNI y UCA), y extranjeras, como la Universidad Autónoma de Zacatecas (UAZ).

El convenio pretende “fomentar la búsqueda de talento. Nos interesa captar a buenos estudiantes de carreras muy especializadas, e ir creando una base de datos de futuros profesionales”, detalló.

Al llegar a la empresa, los estudiantes reciben una capacitación básica en temas de seguridad. Luego se les asigna un guía o tutor que les hace el seguimiento académico, en dependencia de los requisitos que tiene cada universidad. Castillo explicó que los pasantes viven en las instalaciones de Hemco en Bonanza, o en locales contratados por Hemco en la misma ciudad del triángulo minero, pero no entiende por qué Jobany le dijo a doña María Campos que él se sentía “como secuestrado”.

“Igual que el resto de colaboradores, los pasantes son libres de moverse al terminar la jornada. Somos muy cuidadosos del bienestar y seguridad de los muchachos, pero sin medidas extremas, solo las necesarias. A todos se les trata por igual”, aseguró.

Medios de comunicación mexicanos informaron que el director de la Unidad Académica de Ciencias de la Tierra de la UAZ, Rubén del Pozo Mendoza, informó que el convenio con Hemco se mantendrá vigente, pese a la odisea que le tocó vivir al estudiante Jobany Torres Becerra.

(Con la colaboración de Iván Olivares)

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Maynor Salazar

Maynor Salazar

Periodista. Investiga temas de medio ambiente, corrupción y derechos humanos. Premio a la Excelencia Periodística Pedro Joaquín Chamorro, Premio de Innovación Periodística Connectas, y finalista del premio IPYS en el 2018.

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