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“Se ha banalizado el discurso de la libertad sexual”

Laura Restrepo y Almudena Grandes: la literatura puede darle vuelta al rol de víctima o sumisa que generalmente se le da a la mujer

27 de mayo 2016

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“El escritor tiene la obligación de saber, el periodista tiene derecho a preguntar”, es la frase que la escritora Laura Restrepo (Colombia, 1950) nunca olvida sobre los años en que se dedicó de lleno al periodismo. Según la ganadora del Premio Alfaguara (2004) –quien está de visita en Managua en el marco de Centroamérica Cuenta para hablar, entre otras cosas, sobre la relación entre ficción y no ficción– el género de la entrevista permite a los reporteros descubrir las luces y sombras de cada personaje.

En la más reciente edición del programa Esta Noche, Restrepo aseguró que resulta difícil como periodista descubrir los motivos por los que una persona hace ciertas cosas, sobre todo crímenes. “Siempre hay un motivo detrás del motivo (inicial), que es lo más interesante. Eso lo obtienes sentándote a conversar con la gente”, afirmó quien ha publicado célebres novelas como “Delirio” (2004), “Leopardo Sol” (1993) y “Hot Sur” (2012).


En Pecado (2016), su última obra, Restrepo plasma el caso de una mujer que descuartizó a su pareja luego de que éste la violentara. La historia se basa en un reportaje que hizo con una joven a quien visitó en una prisión de mujeres de su país, y quien estaba recluida en el pabellón de criminales. “Tenía sus razones. En el reportaje estaba clarísimo que si uno estuviera en las circunstancias de ella, como mínimo le da su guarapazo en la cabeza al tipo. Ya cortarlo en pedacitos era un problema más delicado”, expresó.

Restrepo relató que cuando publicó la crónica titulada “La mujer que no dejó que le pegaran”, en la que está basada el relato, la trabajadora social de la prisión la advirtió que la mayoría de mujeres que estaban recluidas allí habían matado sus novias, maridos o compañeros porque les pegaban, las violentaban, les rompían la cara, o maltrataban a sus hijos. “Éstas en algún momento ya no pueden más. Lo devuelven (la violencia), se les va la mano, se cargan al tipo y van a parar encerradas de por vida. Emma era una de ellas (…) aunque no era ninguna santa”, explicó.

El reportaje de la periodista sudamericana apareció en el diario El País para la época en que se dio el furor de la trilogía de 50 sombras de Grey. Según ella, publicar esa crónica fue una manera de responder a una ideología que promueve la violencia dentro de las relaciones sexuales. “A Emma no le gustaba que le pegaran y contestó, pero contestó con todo. Esa idea de que la sexualidad mejora si el hombre te pega tiene como más ancho que de largo. Había que contestar a eso, creo yo”, concluyó.

El feminismo como revolución social

La escritora Almudena Grandes (España, 1960) también se ha unido al grupo de 70 narradores que vinieron a Nicaragua para participar en Centroamérica Cuenta. Durante el programa Esta Noche, la ganadora del Premio Sor Juana Inés de la Cruz aseguró que “Las edades de Lulú”, su novela más célebre, fue una reivindicación de la libertad sexual de las mujeres y de su capacidad para elaborar sus propias perversiones.

Grandes, quien ha publicado otras obras como “Atlas de la geografía humana” (1998), “Los aires difíciles” (2002) y “Castillos de cartón” (2004), explicó que su relato erótico apareció en 1989, una época en la que su generación se dedicaba a cultivar el exceso como una actitud política. “Era una forma de decirle la generación de nuestros padres que no queríamos ser como ellos. En España, durante la dictadura de Franco, el pecado era delito. Todos los delitos eran pecado”, dijo.

Según la novelista, “Las edades de Lulú” salió al mercado cuando se trataba de cultivar los excesos en las drogas, el alcohol, en la creación y en la forma de vivir la vida, de manera sistemática y sin ninguna culpa. Al comparar su obra con otras más recientes, como 50 sombras de Grey, asegura que ésta no tiene nada que logre “inquietar” a una mujer de clase media, ama de casa, porque el rol del hombre, presentado como “amo dominante”, para ella es un cordero.

Grandes lo retrata con una escena del primer tomo de la saga:

  • Él le dice a ella: te voy a azotar
  • Y ella dice: no
  • Y él dice: bueno, vamos a hablarlo (ríe)

“En comparación con este tipo de producto, yo creo que la literatura erótica escrita en los ochenta y los noventa, era mucho más reivindicativa, mucho más política y cargada de ideología que promovía eso, la capacidad de las mujeres para elaborar sus propias perversiones y cruzar sus propias líneas rojas sin ayuda de los hombres, o sin responder a arquetipos masculinos”, declaró.

Para Grandes, la única revolución social que triunfó en el siglo XX fue el feminismo y reconoce que aunque no logró imponer la igualdad entre géneros, sí consiguió algunas conquistas que han permanecido en el tiempo. “Las mujeres tienen mayor libertad sexual, probablemente, pero el discurso también se ha banalizado”, criticó.


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Cinthia Membreño

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