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"Naval no dio alerta para detener el transporte"

Hasta ahora la Fuerza Naval no ha presentado evidencias de que emitió la prohibicion de zarpe en Corn Island

Uno de los cuerpos de 13 turistas costarricenses que perecieron en un naufragio de una lancha en el Caribe de Nicaragua son recibidos en San José. EFE/Jeffrey Arguedas.

Cinthia Membreño

28 de enero 2016

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La existencia de una prohibición para zarpar en el municipio de Corn Island (RAAS) –una medida que la Fuerza Naval dijo haber emitido desde el viernes 22 de Enero– continúa siendo refutada por pobladores de la zona, así como la Cámara Nacional de Transporte Acuático, supervivientes del naufragio y la gerencia del hotel donde se hospedaron los costarricenses que emprendieron el tour a Little Corn Island.

“Ellos no dieron ninguna alerta para detener el transporte. Yo soy transportista (y sé que) cuando la Fuerza Naval para el transporte lo hace a nivel nacional. Si eso hubiera ocurrido, también hubieran parado a los ferris. Las autoridades no dieron ningún alto, la gente estuvo navegando normal. Lo que pasa es que usted puede salir a determinada hora y después de treinta minutos, ver que el mar se pone bravo”, expresó Milton Arcia, presidente de la Cámara Nacional de Transporte Acuático.


Por su parte, Shanell Aguilar, gerente del Hotel Arenas Beach de Corn Island, declaró a Confidencial que las autoridades tampoco les informaron sobre la prohibición de zarpe.

En esto coincide Róger Ramírez, costarricense, miembro de la Cruz Roja de su país y quien no participó en el tour que terminó en tragedia. Éste aseveró vía telefónica que nadie les notificó de una prohibición como ésta. Florencio Castro, otro de los supervivientes, también narró que ningún oficial se acercó a los turistas para impedir que navegaran ese día.

Lo que sí recuerda Róger Ramírez es que los estadounidenses y británicos que también tomaron el tour hacia Little Corn Island en la embarcación “Reina del Caribe” mencionaron, después del naufragio, que en el hotel donde ellos se hospedaron sí se hizo una consulta al respecto. “Nos contaron que el personal llamó a Capitanía (Marina) y les habían dicho que sí podían salir. Les dijeron eso, pero a nosotros, que éramos parte del tour de costarricenses, no nos indicaron eso”, expresó.

El presidente de la Cámara de Transporte Acuático afirmó que la “Reina del Caribe” no fue la primera en salir el sábado 23 de Enero, sino que otras tres también lo hicieron. Según Arcia, la embarcación “Róger Saúl”, propiedad también de Róger Hilario Blandón, zarpó a las 6:00 am. Luego lo hizo El Isleño y después, El Águila Express.

Fermín Blandón –hijo de Róger Hilario Blandón– manifestó que aunque no estaba en la zona, se enteró de que la población de las Islas del Maíz está inconforme “porque no hubo ningún tipo de prohibición a esa hora, ni el día anterior ni para el día siguiente”, dijo.

Desde el lunes pasado, Confidencial ha tratado de comunicarse con el coronel Manuel Guevara, vocero del Ejército, para aclarar si la prohibición de zarpe se dio y si fue de forma oral o escrita, pero éste no ha respondido a su celular. También hemos contactado al departamento de Relaciones Públicas de la institución, para conseguir una copia del documento en caso de que también se haya hecho impreso, pero hasta el momento no ha sido posible.

Precario sistema de zarpe

El sábado pasado, la Fuerza Naval y el gobierno de Daniel Ortega manifestaron que la embarcación de Róger Hilario Blandón no contaba con permiso para zarpar ese día. “Esto se da por la negligencia y actitud temeraria de estos dueños de embarcaciones que, sabiendo cómo está la situación, se prestan a realizar estos viajes a costa del riesgo que representan”, criticó Marvin Corrales, jefe de la Naval.

Pero Fermín Blandón, hijo del capitán del barco, explicó que las embarcaciones consiguen los permisos de zarpe a posteriori. “El sistema que nosotros manejamos en conjunto con la Fuerza Naval es de un solo zarpe por cuatro viajes. Este zarpe nos cubre todo el día y se emite hasta las cuatro y media de la tarde, cuando se realiza el último viaje en lancha”, expresó.

Lo anterior también fue corroborado por el presidente de la Cámara Nacional de Transporte Acuático. “El que despacha las embarcaciones es el inspector de transporte acuático. Ellos (los pangueros) pagan el zarpe hasta después que hacen los viajes”, indicó Milton Arcia. Agregó también que por cada permiso se pagan 30 córdobas, así que el desembolso total es de 120 córdobas por día.

Según Arcia, la Dirección de Transporte Acuático es el ente regulador de los transportistas que salen de cada puerto o muelle. Dicha entidad es una dirección del Ministerio de Transporte (MTI) que emite un permiso de operación que puede renovarse anualmente, al cumplir ciertos requerimientos técnicos. La Fuerza Naval regula el tránsito acuático, asegurando el cumplimiento de la primera entidad, indicó Arcia.

“El puesto de la Naval está en Big Corn Island. Incluso, ellos no bajan al muelle, el que despacha las embarcaciones es el inspector de transporte acuático (…) Así funciona el sistema desde hace años, porque en esas islas no hay una afluencia de gente como la que se ve en Ometepe (…) En Corn Island no está desarrollado el turismo al cien por ciento”, manifestó el presidente de la Cámara.

Un tour privado

Shanell Aguilar, gerente del Hotel Arenas Beach, manifestó que en Big Corn Island existen tres muelles, entre ellos el municipal, habilitado para que todas las embarcaciones de turistas salgan hacia Little Corn Island.

No obstante, Aguilar indicó que el viaje hacia la isla pequeña se organizó por aparte, entre el guía turístico y el capitán de la embarcación, lo que habría permitido que los pasajeros no tuvieran que ir hasta el muelle en cuestión. “Ellos (el panguero y el timonel) llegaron a la playa donde está el hotel, los turistas se montaron y se fueron. No salieron de ningún muelle”, reveló.

Dicha información también fue corroborada por Róger Ramírez, quien observó a su cuñada montarse a la embarcación desde la playa que queda frente al hotel. “Hasta pusieron una piedrita para que los pasajeros pudieran montarse”, expresó el costarricense vía telefónica.

Sin registro en Instituto de Turismo

El sitio web de noticias AmeliaRueda.com informó este lunes que Pete Travels, la touroperadora que llevó al grupo de ticos hasta Corn Island, no está inscrita en el Instituto Costarricense de Turismo (ICT) y tampoco en el Ministerio de Economía, Industria y Comercio (MEIC).

“Este touroperadora no cuenta con declaratoria de interés turístico ni posee inscripción legal”, confirmaron tanto el gerente de Gestión Turística de ICT, Gustavo Alvarado, como el titular de cartera del MEIC, Welmer Ramos.

Según el portal de noticias, el único indicio de la empresa en el ICT es la inscripción que Esteban Hernández Granados, representante legal de la empresa, hizo de un microbús marca Mercedes Benz 2015, con capacidad para 21 pasajeros y que está a disposición de Pete Travels.

“Se registró como transportista”, manifestó Alvarado. Éste también aclaró que, en Costa Rica, muchas compañías operan sin estar inscritas en las instituciones correspondientes, pues no es obligatorio.

Esteban Hernández es, según la administración del Hotel Arenas Beach, el guía que acompañó a los costarricenses al viaje que terminó en tragedia. Confidencial se comunicó vía telefónica con él, pero pidió que se le enviara el cuestionario vía correo electrónico porque iba de camino al hospital. Pero hasta el momento no hemos recibido respuestas sobre el arreglo que éste tenía con Roger Hilario Blandón, capitán del barco que naufragó.

Recuento de una tragedia

Róger Ramírez –de nacionalidad costarrincense, conductor permanente de una ambulancia y miembro de la Cruz Roja de su país desde hace veinte años– no abordó la embarcación que naufragó el pasado sábado 23 de Enero en el litoral Caribe gracias a una molestia que su esposa presentó en la espalda. El movimiento incesante de la lancha golpearía la columna de su señora, por lo que ambos decidieron no hacer el tour a Little Corn Island. Su cuñada, en cambio, se fue en aquel viaje y desafortunadamente, regresó sin vida.

Vía telefónica, Ramírez relató a Confidencial que ese sábado disfrutó de la playa ubicada frente al Hotel Arenas Beach, el local donde el grupo de ticos se hospedó al llegar desde el Aeropuerto Augusto C. Sandino, de Managua, el viernes anterior. “Fue un día bonito. Había una brisilla e incluso dije: mira, así es como me gusta la playa, sin mucho sol. Disfrutamos del luugar y a eso de las diez de la mañana empezamos a sentir un poco de viento. A las once los vientos se pusieron fuertísimos y ya no se podía estar en la playa. Adentro del mar se miraba oscuro, como si estuviera lloviendo”, contó.

El costarricense indicó que al ver esto, su esposa y él se preocuparon por la excursión del grupo que estaba a quince kilómetros de distancia, en Little Corn Island. Ramírez asegura que habló con personal del hotel donde se hospedaban y que éstos les aseguraron que lo más difícil no era el viaje de regreso, sino el de ida. “Nos tranquilizamos relativamente, almorzamos y cerca de las dos de la tarde una señora tocó nuestra puerta. Era la esposa de uno de los señores que había tomado el tour avisándonos que una panga se había volcado en el mar, pero no sabíamos si era la misma”, recordó el cruzrojista.

Ramírez y su esposa salieron del hotel despavoridos tras escuchar la noticia. Tomaron un taxi que los llevó al muelle municipal de Big Corn Island. Allí observaron a un tumulto de gente. Los pobladores estaban recibiendo los cuerpos de los fallecidos durante el naufragio. Se abrieron paso entre ellos y fue entonces cuando se dieron cuenta que su cuñada, quien en un inicio no iba a hacer el tour hacia Little Corn Island pero cambió de opinión esa misma mañana, había muerto.

Agradecidos con la comunidad

Róger Ramírez, miembro de la Cruz Roja de Costa Rica, dijo que no tenía con qué pagar el trato humano que le brindó la población de Corn Island tras el naufragio en el que falleció su cuñada. “En toda desgracia siempre hay algo bueno. Ellos llevaron con nosotros el sufrimiento y el dolor que estábamos sintiendo. La comunidad entera se desplegó”, relató.

El costarricense recuerda que al llegar a la clínica de Big Corn Island, una señora le compró un chip nuevo para que pudiera llamar a Costa Rica y un oficial de la policía también se ofreció a encontrarle un teléfono para contactarse con su familia. Otra señora llegó con camisetas y abrigos al muelle, y se la tiraba a la gente que tenía mucho frío para que se cubriera, explicó.

“Todas esas cosas quedan guardadas como gratitud eterna al pueblo de Corn Island (…) En Managua, la Policía Nacional nos anduvo en vehículos de arriba a abajo. La medicatura forense nos trató con todo respeto. Es algo digno de resaltar”, concluyó Ramírez.


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Cinthia Membreño

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