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Las pruebas del “acto terrorista” en el incendio de Catedral

La reseña de un atentado y la versión policial desarmada por los expertos; aunque Policía dio conclusiones; el Cardenal sostiene que fue “planificado

Ana Cruz

9 de agosto 2020

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El rojo intenso que cubría el interior del techo de la capilla de la Sangre de Cristo, en la Catedral de Managua, fue ennegrecido por el humo. La cúpula plástica que protegía la venerada e histórica imagen quedó calcinada, y el Cristo, tallado en caoba e intacto por más de 380 años —sobreviviente de guerras y terremotos—, quedó firme en su cruz, aunque severamente dañado por las llamas. Eran las 11:20 de la mañana, del 31 de julio, víspera de las suspendidas fiestas patronales de la capital en honor a Santo Domingo de Guzmán, cuando la noticia del incendio en la capilla de la Sangre de Cristo estremeció a la comunidad católica nicaragüense y llegó hasta el Vaticano.

La capilla ardió por unos diez minutos hasta que los bomberos lograron sofocar el incendio. Casi de inmediato, Rosario Murillo declaró desde el despacho y residencia de El Carmen que el siniestro ocurrió por una veladora que hizo contacto con una cortina, aunque la Policía aún no había hecho ninguna declaración oficial. El cardenal Leopoldo Brenes, a cargo de Catedral como arzobispo de la Arquidiócesis de Managua aclaró pronto que en el lugar no había velas ni cortinas, y calificó el hecho como “un acto terrorista”.


El lunes, la Policía presentó su informe final: “Vapores de alcohol acumulados en el interior de la cúpula de la Sangre de Cristo, al mezclarse con el aire caliente (temperatura 36.1), produjeron el fuego en un proceso conocido científicamente como solvatación”. Los ingenieros químicos desarman la versión policial. Y el cardenal sostiene que la Iglesia respeta, pero no comparte las conclusiones de la Policía. En el detalle de los hechos y los testigos, las contradicciones incrementan aún más.

Testigos y testimonios

Según la Policía, durante el incendio solo dos personas se encontraban en la capilla, pero otras dos —desde el exterior— afirman que previo al incendio un sujeto encapuchado se mostró interesado en llegar hasta la imagen de la Sangre de Cristo y minutos después vieron el fuego.

Alba Ramírez, una vendedora de velas de la Catedral, afirmó a Canal 10 que observó a “un tipo que vino y preguntó dónde era la Sangre de Cristo. Era un muchacho, un joven, todo como alocado con una camisa encapuchada. Nosotros le dijimos que era para este lado la Sangre de Cristo, pero a los minutos nos dimos cuenta que se estaba incendiando”.

Una mujer, identificada por Canal 10 solo como la secretaria de la Catedral, también afirmó ver al encapuchado interesado en ingresar a la capilla.

“Nosotros estamos al lado de arriba de la iglesia. Él pasó, andaba con una camisa puesta como capucha y otra camiseta en la boca y entonces le digo ¿para dónde va? Porque no hay pasada para aquel lado, entonces, me dice voy a orar, no le digo, solo es en la Sangre de Cristo, tiene que irse por el otro lado”, dijo la secretaria ante la cámara de Canal 10.

Al final de la tarde del 31 de julio, la Policía emitió su primer comunicado y especificó que el incendio fue extinguido a las 11:40 de la mañana, además, descartó cortocircuitos, un recalentamiento del sistema eléctrico o el uso de artefactos explosivos. Tampoco habló de veladoras. En cambio, resaltó que en la capilla había un “atomizador plástico con alcohol”, pero este se apreciaba intacto en la imagen publicada por la institución, y estar justo a la par la urna de la imagen de la Sangre de Cristo que quedó totalmente destruida.

Cambian versión tras interrogatorios

El primero de agosto, la Policía llegó desde temprano a la Catedral y se llevó por la fuerza a la testigo ocular del incendio Xiomara Castro, que en ese momento apoyaba en labores de limpieza.

Castro y Manuel Bravo Alvarado, otro testigo del incendio, fueron interrogados durante seis horas por la Policía. Ese mismo día, al final de la tarde, la Policía emitió un segundo comunicado, atribuyéndoles declaraciones sobre una veladora dentro de la capilla, retomando la afirmación de Murillo.

Con esas declaraciones, la Policía comenzó a ampliar la teoría del atomizador, que el ingenio nica popularizó en redes como “la superbotella”. También afirmaron que el testigo Manuel Bravo “no observó a nadie que hubiese lanzado algún objeto, ni escuchó ninguna explosión”.

La imagen de la Sangre de Cristo calcinada después del atentado en Catedral de Managua. Foto: Jorge Torres/EFE

Brenes: responsable “calculó todo”

El cardenal Brenes, quien sostiene la denuncia del atentado, detalló quien provocó el incendio “hasta planificó por dónde iba a salir”, pues “hay una verja que se nos robaron hace poco y por ahí salió. O sea que él calculó todo: cómo entrar, por dónde hacerlo y luego por dónde escapar. Esto estaba planificado”, dijo el arzobispo.

CONFIDENCIAL intentó sin éxito conversar con los testigos. Los primeros que hablaron con la Policía no han podido ser ubicados, y los otros dos de la Iglesia no están accediendo a entrevistas.

Alma Ramírez, la vendedora de veladoras, también fue sacada a la fuerza de su hogar por la Policía, que no informó nada sobre ella en su informe del incendio.

El tres de agosto, la Policía organizó una conferencia de prensa exclusiva para medios oficialistas en la que concluyó que “el incendio no fue intencional y se descarta mano criminal”, e impuso como causa el fenómeno de “solvatación”.

El peritaje policial apunta como fuente de los vapores a un atomizador con alcohol isopropílico al 96%, encontrado en la primera grada de la urna de la Sangre de Cristo y una veladora, ubicada en un candelabro a unos setenta centímetros de distancia.

Fue artefacto de “combustión rápida”

El ingeniero químico William Marín, en una entrevista con Esta Noche y CONFIDENCIAL, descartó la versión expuesta en la investigación policial sobre el incendio, pues asegura que es científicamente “improbable” que los vapores emanados por un atomizador, con un promedio de 200 mililitros de alcohol isopropílico, tuvieran la capacidad para generar el fenómeno químico conocido “solvatación”.

El experto explica que, para que la teoría de la Policía fuese cierta, se habría  requerido la existencia de tres barriles de alcohol abiertos, en un espacio completamente hermético. Además, advierte que previo al incendio los testigos hubieran percibido los vapores de alcohol y sufrir algún síntoma de intoxicación. Sin embargo, ninguno de los entrevistados reportó malestar.

El papa Francisco también se pronunció por lo que señaló como un “atentado en la Catedral, que ha sido muy dañada, casi destruida y ha dañado la imagen de la Sangre de Cristo que ha estado por mucho tiempo entre el pueblo fiel”.

Los representantes de la Iglesia sostienen su demanda de una investigación “seria y responsable”, que la Policía afirma ya concluyó.


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