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La ola represiva impactó a cuentas azul y blanco, pero tuvo un efecto búmeran en el orteguismo

Los usuarios orteguistas resultaron mermados en Twitter, Facebook, Instagram y Tik Tok. ¿Fue accidente o inmolación?

El ciberacoso es una realidad que debe ser analizada en su justa dimensión pero no es excusa válida para la censura política.

20 de julio 2021

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El debate público en las redes sociales nicaragüenses se ha visto afectado desde que el régimen de Daniel Ortega empezó su escalada represiva con la aplicación de las leyes de Regulación de Agentes Extranjeros y la de Ciberdelitos, durante el reciente mes.

Esta afectación inició con el allanamiento a la casa y posterior retención de la periodista y precandidata a la presidencia, Cristiana Chamorro, y tuvo su pico más alto con la detención del periodista e influyente tuitero Miguel Mendoza. Así, los usuarios de las redes sociales que adversan al régimen se sintieron amenazados y fueron a proteger sus perfiles, algunos cerraron sus cuentas con nombre propio y abrieron otras con seudónimos, disminuyó notablemente la expresión pública de estados informativos y comentarios, así como la expresión de otras funcionalidades que ofrecen las redes como los “Me Gusta”.


La paradoja es que la represión del régimen también afectó negativamente a todo el sistema de información digital del ámbito orteguista: en la transmisión de la información de sus medios de comunicación vía on line y en las redes sociales del partido FSLN (Twitter, Facebook, Instagram y Tik Tok) por lo que la pretensión de censurar el debate público ejerció un efecto bumerán en ellos mismos.

Red orteguista diezmada

El régimen se enfrenta a la mayor crisis de comunicación política digital pues tiene afectada su principal red social en Twitter, que venía haciendo crecer con esfuerzos notables y notorios. Sus mismos estrategas la pusieron en el centro de la diana de esta empresa de comunicación y pasó lo que pasó: cuando ocurrió el allanamiento y arresto domiciliar de la precandidata Chamorro y los días posteriores con el secuestro de los demás precandidatos, enviaron a sus cuentas a “contrarrestar” la información que emitían usuarios destacados nicaragüenses y de otros países que protestaban por la represión.

Los estrategas orteguistas se autoinmolaron al utilizar la táctica del ataque digital, pues no enviaron a dos cuentas a contrarrestar la información sino a muchas –para más INRI, algunas de sus más destacadas–, lo que constituye una infracción de las normas de Twitter que lo califica de linchamiento digital (tal y como reportamos con lo que provocaron en la cuenta de la expresidenta de Costa Rica, Laura Chinchilla y otras cuentas representantes de Estados y Gobiernos). Además del gran número de cuentas enviadas, otro gran fallo fue que la intención de contrarrestar la información “del imperio” con los hechos y “avances que fomenta el Gobierno del comandante y la compañera” no fue emitiendo comentarios con fines informativos, sino que utilizaron palabras soeces, denigrantes, amenazas y burlescas.

Así es como ahora sus más destacadas cuentas en Twitter están ralentizadas. La empresa les suspendió inmediatamente a las principales y luego les levantó el veto, pero ya el algoritmo de Twitter las hace funcionar con la mínima expresión. Algunas están suspendidas definitivamente. Pero ya todas están heridas y moribundas, sin impacto ni influencia. Este debilitamiento de sus canales de comunicación digital es consecuencia de la propia estrategia orteguista y solo se explica debido a un error involuntario o a otras causas.

Una posibilidad es que las mismas cuentas pecaran de “calentamiento digital”, esto es, reaccionaran envalentonadas creyendo que estaban en entorno nicaragüense donde reina la impunidad de las acciones orteguistas y se pasaran de palabras, con lo cual a las cuentas atacadas por el linchamiento ejercido se les facilitó ejercer su derecho a la defensa, y fueron denunciadas por comportamiento indebido para que Twitter pasara la guillotina.

La otra es que haya sido el propio Twitter –que ya las tiene vistas por el comportamiento de los últimos meses, por ejemplo el ejercido contra esta noticia que publicamos: Así opera la red orteguista-, que pusiera alto en seco para dar una lección definitiva ante los comportamientos abusivos de los miembros de esta red orteguista.

Y así fue como el régimen de Ortega se perjudicó a sí mismo echando por la borda el ingente trabajo que se necesita para hacer crecer una cuenta en las redes sociales. Lo sabe una de las cuentas más fuertes que tenían y que además tiene un alto perfil en la red Tik Tok, y que vio su cuenta de más de 17 000 seguidores ser suspendida debido a la estrategia de inmolación orteguista. Además, les afectó en su amplitud, porque algunos usuarios que siguen a estas cuentas pertenecientes al partido FSLN como simpatizantes, observaron cómo eran arrastradas por las leyes de las redes sociales y experimentaron que cuando Twitter y Facebook ralentizan una cuenta también afectan a las cuentas que siguen esa cuenta, y las ralentizan también, al considerarlas parte de la misma red abusiva.

La respuesta de la red orteguista, además, ha sido redundante en los fallos, no solo cuando empezaron a autoinculparse ante las redes sociales llamándose a sí mismos “sapobot”, lo que les implicó quitarse la careta ante los demás usuarios y ante las mismas empresas que en sus algoritmos detectan la palabra “bot”, sino también al responder publicando cuentas de respaldo surgiendo desde la misma IP. Hasta tres cuentas de respaldo hemos contado por cada una de las cuentas locomotoras de la estrategia rojinegra. Es decir, quieren que las empresas de redes sociales les detecten y les suspendan más rápido aún si cabe.

La red social del partido FSLN no es una red de usuarios que comentan de manera espontánea como la mayoría de los usuarios en Nicaragua, sino que es una red con contenido propagandístico, esclava de sus estrategas, repetitiva en sus contenidos, monocolor en su estilismo y estática ante el contenido orgánico de las redes sociales. También esa es la razón por la que las cuentas de partidos políticos de izquierda en otros países no se suman a esta red orteguista, y solo cuentan con el apoyo ideológico de la incipiente red cubana pro-régimen y la red venezolana pro-Maduro.

La estrategia del caracol de los azul y blanco

Ante la represión, la astucia. Así parece que enfrentaron la represión del régimen los usuarios de las cuentas que le adversan, mejor conocidas como cuentas azul y blanco y cuentas democráticas. Pues, casi a cuentagotas, durante los tenebrosos días en los que el régimen fue secuestrando a precandidatos, líderes del partido político Unamos, a Miguel Mendoza y llamando a citar a diestra y siniestra a periodistas y otros ciudadanos, estos usuarios aplicaron la estrategia del caracol: poco a poco algunos se escondieron en su cuenta para protegerse, pero se la llevaron –como una casa, una caracola- donde fueron a parar.

Alguna gente en Twitter, en esos primeros días, se autocensuraron y abstuvieron sus comentarios, otros protegieron sus tweets para que solo sus seguidores conocieran su opinión y aporte al debate público, muchas cuentas se quedaron abiertas, pero silenciadas, otra gente abrió nuevas cuentas con seudónimo, y en Facebook los perfiles administraron sus lectores para solo el grupo de amistades y familia –nada es público– y ahora mucha gente solo comparte actividades festivas y selfies en bikini.

Pero los números de impresiones en Twitter y usuarios conectados en Facebook revelan que todo el mundo está mirando las noticias de los medios de comunicación independientes –usuarios orteguistas y azul y blanco– y que la actividad de las redes sociales ha bajado un nivel de interacción comunicativa –el de la elaboración de contenido propio– pero ha aumentado en los niveles de impresiones y visualizaciones. Incluso, esto ha llevado también a una mayor interacción en las videollamadas –“hola, ¿qué está pasando, cómo ves la situación?, contame”– y en el trasiego de información por las redes más protegidas como Whatsapp y Telegram.

Es astucia digital

Pero se equivocan quienes creen que es el miedo lo que ha llevado a estas cuentas a la estrategia del caracol. Ha sido la astucia, desarrollada a través del conocimiento de los más de tres años de múltiples tácticas represivas por parte del régimen. Ahora, los usuarios de las redes azul y blanco conocen más el alcance y la osadía del régimen de Ortega y saben verlo venir. Por eso saben cerrarse y abrirse a conveniencia.

Siguen emitiendo contenido crítico y aportando al debate público aquellas cuentas de usuarios visibles y reconocidos que resisten todo lo posible, todas o casi todas las  cuentas de periodistas y medios de comunicación, muchas cuentas que emiten desde el extranjero y aquellas cuentas muy notorias (influencers comerciales), que no son orteguistas, pero que emiten contenido light, comercial, mientras que en circunstancias políticas específicas con un retweet son capaces de arrastrar gran cantidad de usuarios y hacer visibles los contenidos prodemocráticos.

Esta afectación profunda del debate público no beneficia a nadie, ni a Ortega ni a Murillo, ni a los azul y blanco, ni a la democracia. Ni al futuro. Seguiremos con atención cómo se desarrolla este fenómeno sin precedentes en el debate público digital en Nicaragua, pues lo entierra para siempre y sepulta a rojinegros y azul y blanco, o se autosanea por puro instinto de sobrevivencia. Porque el ser humano siente de manera profunda las ganas de comunicar.

Así es como la estrategia de represión del régimen afectó al debate público debilitando la libertad de expresión, asustando a los azul y blanco, pero hiriendo en el corazón a su propia red orteguista. Si para el 2018 fue el sistema de comunicaciones el que afectó a los sistemas políticos y económicos, en esta etapa es el sistema político (las leyes represivas) el que está afectando a los sistemas de comunicaciones y económico.

Cuando desde la red de comunicación política digital del FSLN compartieron la propaganda “en las redes enterraremos el corazón del enemigo” nunca calcularon que estaban ante un espejo.

 

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Mildred Largaespada

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