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Especialistas aplauden “cierre de fronteras” ante coronavirus

Costa Rica y Honduras “nos están protegiendo”, dicen médicos, y urgen aplicar medidas preventivas en Nicaragua

Vista general de una calle vacía en San José, Costa Rica. Las autoridades también han ordenado el cierre de las fronteras. // Foto: EFE

Iván Olivares

18 de marzo 2020

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La mañana de este martes 17 de marzo, el doctor Octavio Caldera, especializado en infectología, explicaba los factores que aumentan el riesgo de contagio del covid-19, ante varias decenas de empresarios adscritos a la Cámara de Comercio y Servicios de Nicaragua, cuando se dio cuenta que estaban demasiado cerca unos de otros, pese a que la recomendación es que la gente se mantenga a un mínimo de metro y medio para evitar infectarse.

De inmediato les dijo “deberían separarse. Alejen sus sillas si quieren”, pero nadie se movió.


“El problema principal”, dijo después a CONFIDENCIAL, es que no han sido afectados de forma directa. “Hasta que no comiencen a ver las cosas seriamente, no van a tomar los cuidados adecuados”, añadió mientras reconocía que solo tres o cuatro de ellos aprovecharon que había un dispensador gratuito de alcohol en gel para desinfectarse las manos.

Pocas horas después, a menos de cien metros de distancia, su colega, el también doctor y epidemiólogo Leonel Argüello, tampoco lograba separar a centenares de personas que le escuchaba en un salón de la Cámara de Industrias de Nicaragua (Cadin), aunque en este caso, ya no había más espacio en el local.

“Hay que generar conciencia, y para eso tenés que explicarle a la gente cuál es la magnitud del problema. Mientras la gente no perciba que esto les puede suceder a ellos, y lo vean como algo lejano, no reaccionará”, explicó.

El experto considera que “hay que mostrarles que lo que pasó en otra parte puede pasar aquí. Luego enseñarles cómo se transmite esa enfermedad, y cómo se puede prevenir, para que apliquen las medidas” de prevención.

A diferencia del público que acudió a la Cámara de Comercio, los asistentes a la actividad de Cadin fueron invitados a lavarse las manos con agua y jabón primero, y a desinfectarlas con alcohol gel después. Todos lo hicieron.

“Es que lo que no se controla no se cumple”, aseveró Argüello para explicar la actitud de las personas, lo que es válido incluso entre profesionales de la Medicina, tal como lo demuestran diversos estudios, explicó.

Si bien evitó calificar la respuesta gubernamental ante la crisis, porque “cada gobierno tiene su protocolo”, Argüello dijo que estaba de acuerdo con algunas de las medidas tomadas, y en desacuerdo con otras, resumiendo que, al final, “la ciencia es la dice qué es lo que hay que hacer”.

“Uno le informa al político, que es el que decide, lamentablemente. Los políticos, no los científicos. Los problemas técnicos necesitan soluciones técnicas. Los problemas políticos, necesitan soluciones políticas”, aseveró, diferenciando las responsabilidades de cada sector.

Argüello refirió que, aunque el Gobierno de Nicaragua decidió no cerrar las fronteras, “de todas maneras, ya nos las cerraron hondureños y ticos. Hay que dar gracias a los países hermanos, porque van a impedir que personas infectadas vengan de esos países. Nos están protegiendo”, valoró.

La clave es frenar ritmo de contagios

Hace unas semanas, mientras hacía gestiones en el aeropuerto de Bluefields, el doctor Leonel Argüello notó que todo el personal de Migración que le atendía usaba máscaras cubrebocas, en lo que consideró un esfuerzo inútil de proteger la vida de los uniformados.

Los expertos aseguran que el cubrebocas sólo es útil para que los enfermos no diseminen el virus, pero ineficaz para proteger a quienes están sanos.

Relata que le dijo a la joven que lo atendía: “Usted sabe que esa máscara no la protege de nada, ¿verdad?”, y que ella le respondió: “Tengo que usarla, porque nos dieron esa orden”, así que él le dijo que la usara, para que no la despidieran por esa razón. “Al final, me pidió un número para que yo le enviara información, y quedó de compartirla con su jefa”.

Argüello y Caldera respaldan la recomendación internacional de efectuar y mantener una estricta limpieza de manos, acompañada de la indicación de no tocarse el rostro, pero por sobre todo, aplicar el concepto que se ha puesto de moda en el mundo: el distanciamiento social.

Es por eso que ambos aplauden la medida decretada por El Salvador, que fue el primer país de Centroamérica en cerrar sus fronteras, y si bien admiten que eso no impedirá la entrada del virus a ese territorio, sí servirá para graduar la tasa de contagios, de modo que no ocurran todos a la vez, y no hagan colapsar el sistema de salud.

“El cierre de las fronteras salvadoreñas permitirá que los casos vayan presentándose poco a poco”, aseveró Argüello, coincidiendo con Caldera, quien explica que “la aplicación de todas esas medidas de contención”, bajará la cantidad de contactos, disminuyendo la posibilidad de contagio masivo, lo que “hará que tengan menos casos por día”.

En el caso de Nicaragua, Caldera destaca que “tenemos suficiente personal capacitado”, porque cualquier médico internista sabe manejar los casos comunes, regresando a una idea básica: si bien es cierto que “hasta 60% de la población podría llegar a enfermarse”, es necesario asegurarse que ello ocurra poco a poco.

A modo de ejemplo, dijo que “si se enferman 30 personas a la vez”, una unidad de salud será incapaz de atenderlos, “pero si llegan de cinco en cinco, sí”.

“Nuestro sistema de salud es débil, porque somos un país pobre, pero eso no quiere decir que no tengamos capacidad. Necesitamos tener un comportamiento acorde con nuestras condiciones. Necesitamos cuidarnos más, porque tenemos menos recursos”, recordó.

“Lamentablemente, habrá muchos contagiados, pero el punto es el tiempo en que ocurran esos contagios. No es lo mismo que 50 personas quieran pasar por una puerta a la vez, que si lo intentan una por una. Es lo mismo para los sistemas de salud”, graficó.

Sigue aquí toda la cobertura de CONFIDENCIAL ante la amenaza del coronavirus en Nicaragua.

 

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Iván Olivares

Iván Olivares

Periodista nicaragüense, exiliado en Costa Rica. Durante más de veinte años se ha desempeñado en CONFIDENCIAL como periodista de Economía. Antes trabajó en el semanario La Crónica, el diario La Prensa y El Nuevo Diario. Además, ha publicado en el Diario de Hoy, de El Salvador. Ha ganado en dos ocasiones el Premio a la Excelencia en Periodismo Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, en Nicaragua.

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