30 de noviembre 2021
AA
La madrugada del 30 de octubre, la niña Idalia Blandón Zeledón, de ocho años, despertó cansada. Un día antes tuvo un leve ardor en la garganta y un poco de tos; nada para alarmarse hasta que la fatiga fue evidente. El médico que la atendió de urgencias fue lapidario: “la niña se está ahogando”.
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La saturación de la menor bajó hasta 64. Al ingresar a la clínica previsional, en Estelí, donde está afiliada su madre, Marcela Zeledón, los médicos la conectaron de inmediato a un tanque de oxígeno y la estabilizaron. La niña atravesaba una neumonía severa. Su mamá les consultó si era covid-19, pero solamente le respondieron que cualquier caso respiratorio es sospechoso del virus.
Durante los siguientes cuatro días, la saturación de Idalia no mostraba los signos de mejoría deseados: variaba de 84 a 89. Los médicos advirtieron a su madre que “sí la saturación no subía, la iban a intubar”. Marcela no alcanza a describir lo que sintió cuando escuchó que su pequeña podía ser conectada a una máquina. “Ese dolor es inexplicable. Ver a tu hija conectada a ese oxígeno, cansada. Yo solo -estaba- tomada de Dios”, relata.
Se arrodillaba y suplicaba por la sanación de su hija, quien en sus ocho años casi no se había enfermado. Al ver que Idalia no mejoraba, otro médico empezó a tratarla como paciente covid y, al quinto día de ingresada, orientó que le practicaran una prueba PCR para detectar el virus, pero el resultado del test se mantuvo confidencial.
Marcela no aceptaba que su hija se había contagiado del virus SARS-CoV-2, que produce la covid-19. Sin embargo, la opinión de especialistas independientes a quienes consultaba mientras la niña seguía en la clínica, coincidían que era “covid-19”. Era “horrible” saber que tu hija estaba completamente sana y de repente “le da eso”, cuenta.
El más ligero movimiento cansaba a Idalia, que también experimentó vómito, fiebre de 38 grados, tos y dolor en el pecho. Su condición fue mejorando y tras una semana internada en la clínica, los médicos dieron el alta, afirmando que padecía asma.
Sin embargo, Marcela no estaba convencida con el diagnóstico y viajó a Managua para que un neumólogo revisara a su hija. Nuevamente, le realizaron placas de tórax y diversas pruebas que determinaron que la niña había sobrevivido a la covid-19. Le explicó a Marcela que no hay ninguna enfermedad respiratoria, a excepción de la covid, que provoque una disminución de la saturación de oxígeno de las dimensiones que vivió su niña. A la niña también la revisó un cardiólogo privado para descartar afectaciones en otros órganos.
La principal medida de prevención sigue siendo el lavado constante de manos. Médicos reiteran no "bajar la guardia" ante la covid-19. Foto: Agencias | Confidencial
Padres alertas ante síntomas de covid-19
Marcela compartió su experiencia en su perfil en Facebook y recibió cientos de comentarios de padres y madres de familia, que como ella, creían que el virus se manifestaba en los niños como una gripe ligera o en el mejor de los casos, pasaba totalmente desapercibido.
Ese fue el principal propósito de compartir su historia: alertar a los padres a que cuiden a sus niños, que no se confíen y que a la mínima señal acudan al médico. Marcela aún se reprende. Cree que sí el viernes 29 de octubre, cuando su hija le mencionó que le dolía la garganta, la hubiera llevado al médico, su salud no hubiese empeorado.
En Nicaragua se desconoce cuántos niños se han contagiado del SARS- CoV-2 y menos cuántos de los casos se han presentado de forma moderada o grave, como ocurrió con Idalia.
En septiembre pasado, la Organización Panamericana de la Salud (OPS), advirtió que, en los primeros nueve meses del año, se registraron más de 1.9 millones de casos de covid-19 en niños, niñas y adolescentes en la región. La directora de OPS, Carissa Etienne, recordó que los menores de edad pueden desarrollar la enfermedad grave.
Pediatras y neumólogos también advirtieron un crecimiento de contagios pediátricos durante la segunda ola de contagios que afectó al país. Y aunque señalaron que los síntomas eran leves, no se debía descuidar la protección de los niños.
Estelí, donde viven Marcela e Idalia, fue una de las zonas más afectadas por la covid-19. Solo en agosto, fallecieron cerca de 280 personas en el hospital San Juan de Dios, confirmaron fuentes médicas a CONFIDENCIAL.
Antes de contagiarse, Idalia llevaba una vida normal: asistía a clases presenciales, jugaba con otros niños y aunque en su escuela cumplen un estricto protocolo de prevención de contagios, Idalia le contó a su mamá que los menores compartían la merienda, y a veces, tomaban agua de la misma botella.
Esa pudo haber sido una vía de contagio, pero Marcela tampoco descarta una visita a un parque de juegos mecánicos siete días antes de los primeros síntomas.
Idalia continúa recuperándose en casa, no asiste a clases y aunque los médicos le dijeron a Marcela que la niña debe continuar con su rutina normal, admite que teme una recaída y por ello, ha fortalecido las medidas de prevención. Además, espera unas semanas más para vacunarla contra la covid-19.
