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Mario Sepúlveda: “Soy una víctima, no un héroe”

El hombre que los mantuvo unidos durante 70 días, mientras estaban soterrados a más de 700 metros de profundidad.

Juan Carlos Ampié

29 de noviembre 2015

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El 5 de agosto de 2010, alrededor de las 2:30 de la tarde, la mina San José, en Chile, se derrumbó dejando atrapados en sus entrañas a 33 mineros. Con ese derrumbe comenzó una historia dramática que duró 70 días. Fueron días de angustia, en los que el mundo estuvo pendiente de noticias que llegaran desde los 720 metros de profunidad donde los hombres se quedaron atrapados. Mario Sepúlveda es uno de ellos. Fue el líder que motivó a sus compañeros. En esta entrevista cuenta aquella experiencia, la fe en Dios que le dio las fuerzas para luchar por su vida, la fama que aquel entierro en las entrañas del mundo le trajo y su relación actual con los compañeros con quienes compartió aquel infierno. “Tuve miedo, lloré. Si hoy día yo digo que soy héroe, no lo soy, yo siempre he dicho y he dejado claro que nosotros somos víctimas de un trabajo y de un desarrollo mal elaborado de terceras personas”, dice Sepúlveda.

¿Mario, al momento de suceder el accidente en la mina, tu papel como líder sindical, digamos que te abrió el camino para tomar el liderazgo del grupo o tuviste que ganarte a tus compañeros?


Nunca luché, hablando un poco del accidente, nunca luché por un liderazgo, yo nunca quise serlo, sino que siempre hice todo lo que pude y estuvo a mi alcance por la vida que había vivido antes del accidente. Soy criado callejero, soy líder innato, y creo que el papel que hice fue cumpliendo un poco con lo que había aprendido en la calle como sobreviviente, yo dije claramente que ahí no me quedaba y que de cualquier manera iba a salir. Hice lo que hice por un tema de sobrevivencia.

Tengo sueños, mis sueños son criar a mis hijos, tener una generación nueva de Sepúlvedas profesionales, yo no me voy a quedar aquí esperando a que el cuerpo se vaya deteriorando y voy a esperar la muerte. Y así fue, creo que los doce compañeros que más luchamos allá abajo por salir, somos los doce que hoy día estamos (bien acá arriba), pero fue un tema de sobrevivencia, no fue por un tema de luchar por un liderazgo.

¿Cómo se balancea la voluntad personal de cada uno de los miembros del grupo con la persona que lleva el liderazgo? No solo tal vez en la mina, sino en general ¿Cómo es ese balance?

A ver, yo creo que unas de las cosas principales que tienen que tener los grandes líderes es saber delegar responsabilidades. Delegar responsabilidades significa confiar en otra persona, tener visión con respecto a lo que les está sucediendo en el momento o en la tarea encomendada, y eso lo hace súper importante. Los malos líderes son aquellos que se van por el ego personal y que no delegan responsabilidades, y el “yo hice todo, yo hago esto, yo hago esto otro”, esos generalmente son líderes fracasados, pero los líderes que delegan las responsabilidades en las personas de confianza, en las personas que tienen tanta experiencia como el líder principal, esos son los líderes que siempre sacan adelante proyectos o dificultades determinadas.

¿Qué implica para una persona colaborar con un liderazgo? ¿significa eso abdicar del pensamiento crítico?

Uno siempre está expuesto a todo, pero los líderes son gente que siempre está expuesta a las críticas buenas y malas. Ahí también uno tiene que tener una fuerza interior para soportar eso, porque a veces tú puedes hacer mucho, muchas cosas bonitas por la gente, de ayudar y salir delante de cualquier situación, y esa misma gente te traicionan al final, pero ellos tampoco se pone en el lugar de uno. A mí el tema del liderazgo me lo enseñó la vida, quiero destacar que a los trece años me quedé solito en la calle, tuve que salir a trabajar, tuve que salir en muchas ocasiones a golpear las puertas para ver si me daban alojamiento o algún platito de comida, pero algo que siempre me hizo digno, de que nunca pedí para que me dieran, sino siempre me lo gané, me gusta ganarme las cosas, no me gusta que nadie me dé, no me gusta sentarme a esperar a que alguien golpee la puerta y diga – toma, ahí tienes un dólar para que compres lo que necesites. No, siempre me lo he ganado. Y eso te hace diferente también.

¿En qué momento te convenciste de que serían rescatados?

Siempre, siempre. Tuve miedo, lloré. Si hoy día yo digo que soy héroe, no lo soy, yo siempre he dicho y he dejado súper claro que nosotros somos víctimas de un trabajo y de un desarrollo mal elaborado de terceras personas. Somos víctimas, yo no soy héroe. Pero creo que siempre, siempre tuve la esperanza, la fe, pero también me cansé, también lloré, yo también sentía la necesidad de que alguien me escuchara, pero lamentablemente cuando uno toma una responsabilidad, uno toma las consecuencias de ella. Yo lo que hice no lo hice para la televisión, no lo hice porque iba a ser más o menos famoso, lo hice simplemente por sobrevivencia, quien que me haya seguido bien, y el que no, allá ellos nomás, pero yo creo que era la forma de hacerlo, decir: -aquí vamos a salir de alguna u otra forma y vamos a salir todos juntos. El mejor equipo de trabajo que hicimos fue el equipo de los treinta y tres.

Mientras ustedes estaban en la mina se convirtieron en un evento mediático, todo el mundo estaba pendiente de ustedes, no solo Chile. ¿En qué momento te diste cuenta de la magnitud de la noticia que se había formado alrededor de tu circunstancia?

Mira, yo tengo una filosofía media loca, y de hecho todo el mundo dice que yo soy loco, y creo que sí, creo que yo soy loco lindo por la vida, la amo por sobre todo, después de amar tanto a Dios, amo la vida por sobre todas las cosas, y siempre supe que esto ya no iba a ser lo mismo, que se iban a abrir las puertas. Les dije a muchos compañeros que después de este accidente se van a abrir muchas puertas, van a haber muchas posibilidades para mostrarnos, a lo mejor en otras facetas, a lo mejor el gobierno chileno nos puede ver la posibilidad para que seamos embajadores de la buena nueva, ¿y cuál es la buena nueva?: decirle al mundo que Dios existe, porque claramente lo nuestro fue un milagro.

¿A raíz del accidente de la Mina San José cambiaron las condiciones de la industria minera en Chile de alguna manera? ¿Mejoraron las condiciones de trabajo para los mineros?

Siempre he dicho que la minería chilena, o la minería del mundo tiene tres divisiones: la primera es la gran empresa, la que invierte muchos recursos en seguridad, en recursos humanos, en capacitar a su gente, en considerar a sus trabajadores parte del proyecto, y que lo hacen muy bien, y que lo han hecho muy bien siempre.

La mediana minería, que es la minería que a nosotros nos dejó allá abajo, es la que esconde y trabaja faltándole el respeto a las leyes laborales y a las leyes que rigen con respecto a las seguridades y a los desarrollos que existen en cada país. Creo que eso siempre hace falta, le faltan el respeto a todo ese tipo de cosas.

Siguen habiendo accidentes. Yo siempre digo, nosotros vamos buscando los primeros culpables, le echamos la culpa a los empresarios, a quienes invierten en estos grandes proyectos, pero un alto porcentaje de los accidentes los provocan los mandos medios. Los mandos medios en muchas ocasiones se olvidan que estudiaron y que sacaron un título y juraron a la ética, y dejan de ser fiel a la ética debido a los bonos que existen, a los sueldos que son superiores a los de un trabajador común y corriente, y eso está mal. Yo creo que en ese sentido la gran minería, o la mediana minería, tiene que trabajar en capacitar más a los mandos medios para que los mandos medios den más oportunidades a los mandos, a los mandos de abajo y se acerquen, y tengan cercanía a la gerencia de las empresas.

Ese es el temor que tiene el mando medio hacia el trabajador. Aquí quienes tienen la experiencia laboral, les guste o no les guste, y a quien le guste, son la gente que está ahí donde las papas queman, como decimos nosotros los chilenos, y los mandos medios no los dejan acercar.

Y está la minería, la tercera división que digo yo, que son los (piquineros), que son gente que vienen trabajando toda una vida y que no tienen otra forma de salir adelante y subsistir, nomás que es la que saben. Creo que esa es una gran cosa de las que las grandes autoridades se deben preocupar, capacitar, no quitar el derecho a esa gente a trabajar, sino que capacitarlos y hacer el esfuerzo porque esa gente tenga la posibilidad de aprender un poco más.

Y también de aprender a trabajar con seguridad.

Por supuesto. Esa es una de las cosas que tiene que preocuparse la mediana y la gran minería, ayudarle a esta gente que trabaja en ese tipo de condiciones; porque quiero destacar, si bien es cierto esa gente tiene mucha experiencia laboral, pero no tiene estudios, y la mediana minería y la gran minería no los recibe en sus filas o en sus proyectos, porque ellos no tienen estudios.

Esas lecciones también se pueden aplicar en todos los países donde existe industria minera, como Nicaragua.

Por supuesto, de eso estamos hablando. Hay algo que me sorprendió en estos dos días que he estado: Nicaragua a lo mejor no sabe lo que tiene, pero me pude dar cuenta que en Nicaragua se puede andar tranquilo, tienen una seguridad extraordinaria, yo he visto permanentemente la policía, y ese es un ejemplo que deben expandir ustedes al mundo. A lo mejor ustedes van a ser los pioneros y quienes les enseñen a muchos países, tanto centroamericanos, europeos y americanos, o sudamericanos, de lo lindo que hacen con la seguridad. Es muy bonito, pero a veces la gente tiene que salir de su país para darse cuenta de lo lindo que tiene.

Recientemente se estrenó una película, Los treinta y tres, ¿qué se siente para vos ver un pedazo tan importante de tu vida dramatizado por estrellas de Hollywood?

Muy emocionante, muy bonito, es una película que deja muy bien parado nuevamente a Chile, gracias al accidente de estos treinta y tres obreros, habla muy bien de nuestro país, habla muy bien del trabajo en equipo, del profesionalismo, que las cosas bien organizadas, bien planificadas pueden tener éxito, como en el caso del rescate de los mineros. Creo que es bonito ver una película en la pantalla grande, es muy emocionante, pero nada que me quite el sueño, porque creo que la película muestra el diez por ciento de lo que vivimos allá abajo.

¿Seguís en contacto con tus colegas de la mina? ¿cuán cohesivo es el grupo de los treinta y tres?

Mirá, tenemos obligaciones por contrato de juntarnos, pero amigos no somos, no lo vamos a ser, yo soy súper sincero con eso, es muy difícil mantener a treinta y tres personas con ideologías, con formaciones, con valores diferentes el uno al otro, unidos por siempre. Hoy día un alto porcentaje de nosotros somos enemigos, y esto hay que saber enfrentarlo, y espero que algún día podamos nuevamente sentarnos a la mesa todos juntos y darnos cuenta que el propósito de Dios fue uno solo: sacarnos de ahí con vida para decirle al mundo de que él existe, de que hay que darle importancia a las cosas espirituales, no tanto a las cosas materiales, y eso lo digo con mucho orgullo, con mucha firmeza.

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Juan Carlos Ampié

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