11 de septiembre 2021
AA
El Banco Central de Nicaragua (BCN), anunció que el producto interno bruto (PIB) creció 9.9% durante el primer semestre del año, por lo que elevó su previsión de crecimiento anual, del 4% al 6% previsto inicialmente, a entre 5% y 7%, según declaraciones del presidente de esa institución, Ovidio Reyes, al programa televisivo Estudio TN8.
“Ese 9.9% tiene sentido, porque se compara con el periodo previo de 2020, cuando la economía cayó drásticamente”, precisó un economista que optó por el anonimato para evitar represalias a su entorno familiar.
Los datos del Banco Central, también muestran al Índice Mensual de Actividad Económica (IMAE, que sirve de precursor al PIB), creciendo 16.7% al mes de junio, mientras las exportaciones de mercancías de julio totalizaban 312.7 millones de dólares, para un crecimiento interanual de 27.6%, después de cerrar el mes de julio de 2020, en 245.1 millones.
En los últimos años, el BCN se ha caracterizado por su optimismo al presentar sus proyecciones de desempeño, mientras los economistas independientes avizoraban menores tasas de crecimiento que las que ofrece el oficialismo, atacado por un mal que pone en duda su credibilidad: la falta de disponibilidad de estadísticas confiables, que permitan contrastar sus números.
Si bien una nueva cuarentena volvería a frenar la economía –como lo hizo a partir de finales de marzo de 2020, cuando el Gobierno reconoció el primer contagio- los reportes de varios gerentes de empresas –entre dueños y administradores de pymes y medianas- sugieren que se mantienen los niveles de consumo, al menos en los ítems de las categorías más populares.
“Los bienes de consumo han tenido un fuerte comportamiento de ventas en este primer semestre. Me da la impresión que hay mayor circulación de efectivo en estos últimos meses. El problema es que hay pocas estadísticas y, por consiguiente, es difícil identificar la fuente del crecimiento”, dijo el presidente de una cámara empresarial adscrita al Consejo Superior de la Empresa Privada (Cosep).
Añadió que “las empresas estamos tomando medidas más extremas, de forma más parecida a lo que se tuvo que hacer en abril y mayo del año pasado. Por lo general se ve que ya casi estamos llegando al mismo nivel de enfermos que el año pasado”.
Su impresión es que “hay fuerte demanda de productos de consumo”, pero “más cautela”, en cuanto a la adquisición de bienes duraderos, como los bienes raíces, donde “la gente está esperando a ver qué sucede, antes de tomar decisiones mayores”.
En efecto, el gremio de urbanizadores observa que “el repunte (de covid-19) ha bajado las ventas”, al punto que están pensando seriamente en cancelar la feria que tenían prevista para octubre.
En contraste, la venta de autos nuevos vivió en agosto su mejor mes desde abril de 2018. Si se colocaron 300 nuevos automotores por mes al iniciar el año, y 800 en los últimos tres meses, llegar a 1000 ejemplares vendidos en un mes es una gran noticia, tanto para ellos como para los bancos que los financian, a pesar que la Asociación de Distribuidores de Vehículos Automotor (Andiva), decidió cancelar su feria presencial, que tal vez efectúen de manera virtual, a finales de este mes.
Distintas formas de temor
La situación es bastante similar si se comparan bares, o empresas que distribuyen productos de consumo masivo, como lo explica el trabajador de una empresa formal que vende botanas, que solo quiso ser identificado como 'el Ruso', quien narra que ha visto cómo fallecían sus clientes, o algunos familiares de estos, lo que a veces se traduce en un cierre de las pulperías que ellos administraban, y en menores ventas (y premios y comisiones) para él.
La situación es distinta para Lenín Gutiérrez, dueño de la empresa de paquetería ‘Ya Llegué’, que opera en Rivas, cuyas operaciones pasaron de manejar 30 a 40 entregas diarias hace unas semanas, hasta los 60 mandados en la actualidad, pues “la gente muestra más temor, porque se dice que esta cepa es más asesina” que la que causó el brote de 2020.
“La pandemia incrementa nuestro volumen de negocios, pero preferiríamos que cerraran los centros de diversión, para frenar la tasa de contagios”, pidió.
Raúl Valdez, que entrega paquetes en Managua (fundamentalmente, alimentos de restaurantes tradicionales y de comida rápida), explicó su percepción de que el resultado del aumento de los contagios, no ha sido el mismo que en mayo de 2020, cuando “los pedidos se dispararon como locos, porque la gente estaba con más miedo”, comparó.
“Este año, hasta ahorita, la gente sigue pidiendo, pero en menor cantidad. Lo que veo es que se están arriesgando a salir”, aunque su criterio es que el comportamiento de las personas está signado por su nivel socioeconómico.
“La gente sigue teniendo miedo, pero quién más se cuida son los de clase media, media alta. Los que viven en residenciales reciben los pedidos en una mesa en las afueras de su casa. Ellos nos llaman para decir dónde dejarles sus pedidos, y no pagan en efectivo, sino que con tarjeta, mientras que la gente de los barrios se muestra menos cuidadosa con la prevención”, narró.
Finalmente, el gremio turístico reporta que “la actividad sigue deprimida. Los hoteles tienen una ocupación promedio entre el 10% y el 14%”, y prevén que eso se extienda en el tiempo, porque el rebrote ha incrementado el miedo al contagio.
