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Autocuarentena: Así es el día a día de seis nicas autoconfinados contra la covid-19

El cardenal Brenes, una jubilada, una madre, una estudiante, un taxista y un grupo de periodistas relatan cómo la pandemia cambió su vida cotidiana

La cuarentena voluntaria en Nicaragua. Juan García | CONFIDENCIAL

Confidencial Digital

20 de junio 2020

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La inercia del régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo ante la pandemia del coronavirus SARS-COV2 y el temor a contagiarse de la enfermedad, ha llevado a los nicaragüenses a internarse en una autocuarentena o cuarentena voluntaria. Muchos ya han cumplido tres meses resguardados, con pocas salidas desde que se reportó el primer caso en el país, el pasado 18 de marzo.

Seis nicaragüenses relatan a CONFIDENCIAL cómo viven su nuevo día a día en autocuarentena, entre ellos el cardenal Leopoldo Brenes, arzobispo de Managua; la periodista jubilada Elizabeth Romero, la madre de familia Fabiola Sandoval, la estudiante Christian Olivares, el taxista Marlon Castro y los periodistas de Radio Darío.

"Me da miedo que alguien se me acerque"


Elizabeth Romero es periodista y está "jubilada". La pasión por su oficio la mantiene activa así que desde hace más de un año dirige su propia iniciativa mediática La Obrera de la Tecla, cuyas publicaciones ahora ha tenido que reportearlas a distancia. También ha tenido que cambiar su rutina para retirar su pensión.

Elizabeth Romero es periodista jubilada. CONFIDENCIAL

La pandemia nos está cambiando la vida a todos. Soy hipertensa y tengo 61 años, he tratado de protegerme del virus desde que los médicos comenzaron a alertar de las consecuencias de la pandemia, a finales de marzo. Desde ese momento yo no salí más a la calle, me quedé en mi casa y todo lo que he trabajado para mi sitio web lo he hecho a través de llamadas por teléfono o monitoreando.

Prácticamente no he salido a la calle, dejé de ir a mis lugares de reunión, algunos compromisos que tienen que ver con la organización gremial, dejé de ir a misa incluso dos semanas antes de que la Iglesia las suspendiera.

Soy jubilada y solo salgo para ir a cobrar al INSS. Trato de ir en un horario en el que yo considero que va poca gente, pero aun así voy con precaución: llevo mi alcohol en gel, mascarilla, hasta mi lapicero para que cuando tenga que firmar no toque nada de lo que está ahí. Hasta llevo una bolsa plástica y le pido al cajero que ahí me eche el dinero.

Además, antes de la pandemia, yo me iba en una ruta. Ahora me llevan y me traen en carro, me echo alcohol y limpio todo, hasta los billetes. En la calle ando con miedo de que se me acerque alguien, pensando si caminar lento o adelantarme cuando alguien va a la par mía. Es todo un nerviosísimo, esta situación lo tiene a uno con psicosis... esa incertidumbre de ¿cuánto tiempo va a durar esto? Estar pensando en lo que puede pasar, también es desgastante.

Las misas por Facebook Live del cardenal Leopoldo Brenes

El cardenal Leopoldo Brenes prácticamente no usaba redes sociales. Ahora trasmite misas por Facebook Live con un altar montado por él mismo, da consejos y acompañamiento por Whatsapp, y hasta tomó un curso por Zoom

El cardenal Leopoldo Brenes durante una entrevista en el programa Esta Semana | CONFIDENCIAL

Nosotros sabíamos que la pandemia podría traer cantidades de muertos y no queríamos que eso se diera en Nicaragua. Como arzobispo agradezco a sacerdotes y fieles que escucharon la voz de la Conferencia Episcopal y se han replegado de los templos. No soy fanático de estar haciendo publicaciones en las redes, pero viendo la necesidad me instalaron Facebook. Llevo cuatro domingos celebrando la misa aquí, en mi casa. 

Las hermanas de Catedral me dijeron: “Monseñor usted es vulnerable, tiene 71 años, y no vemos conveniente que esté aquí”. Entonces, yo instalé un altarcito aquí, en el corredor de mi casa. 

Los domingos tempranito coloco todo, miró las imágenes, encuadro bien, 15 minutos antes de  la misa llamó al canal y les mandó imagen para ver qué tal están, también les envío sonido. Cuando faltan cinco para las 8:00 mandó la imagen nuevamente, espero en la puerta de la sala a que mi imagen salga en la televisión, entonces camino unos diez pasos para llegar al altar y ahí comienzo a cantar. Yo me preparo bien para la eucaristía, tengo todo en un folder para no enredarme. 

Después de la misa veo la transmisión en Facebook y también revisó el Canal Católico. Veo las fallas que tuve para corregirlas, reviso el sonido, las cosas del altar y me he fijado que hay entre 5000 y 7000 personas siguiendo la Eucaristía, tanto el domingo como el jueves. Es una experiencia nueva, pero lo hago con gusto y vivo mi misa sabiendo que hay una gran cantidad de personas pendientes de la celebración. 

Yo no entendía mucho de la aplicación de Zoom, pero me enteré que un sacerdote amigo iba a dar un curso en México y me inscribí. Así comencé a conocer un poquito del Zoom y es lo que estoy utilizando. Igualmente estoy usando WhatsApp para comunicarme exclusivamente con los sacerdotes, para llevarles un mensaje y para manifestarles mi cercanía. 

"Esta situación me desespera"

Fabiola Sandoval tiene un niño y una niña en edad escolar. Su esposo trabaja a remoto y ella también está a cargo de un pequeño negocio que pasó de ropa y maquillaje a artículos de protección y limpieza. En su día a día debe combinar los quehaceres y tareas en un entorno totalmente diferente

Fabiola Sandoval es ama de casa y maquillista profesional, la pandemia le ha cambiado la vida. Cortesía | CONFIDENCIAL

Un día antes de que se conociera el primer caso de coronavirus yo le envié un mensaje a la profesora de los niños y le dije: “Voy a sacar a los niños de la escuela, porque me da miedo todo esto”. Yo estuve leyendo bastante sobre el virus y sé que aquí tenemos problemas con el agua. Al inicio no estaba segura de no enviarlos, no quería que perdieran su año. Afortunadamente al día siguiente suspendieron las clases, porque es un colegio privado.

Tengo dos hijos, la niña está en primer grado y el varón está en quinto. Es un poco difícil tenerlos en casa todo el tiempo porque mi esposo trabaja desde la casa y los niños tienen que estar en silencio prácticamente. Tengo que dividirme entre las cosas de la casa y estar ayudándole a la pequeña hacer las tareas, porque el niño es buen alumno y hace sus cosas solo, pero eso de estar con ella diciéndole vamos a estudiar, vamos a hacer la tarea, es difícil.

Antes nosotros lo llevamos a la escuela, almorzaban, descansaban un ratito, después los llevaba a donde la maestra de refuerzo, ya después jugaban un rato por el parque, y ya veníamos a cenar y se dormían. Ahora es totalmente diferente, gracias a Dios que no están acostumbrados a estar en la calle y se distraen con el internet y la Tablet, pero es un poquito difícil estar con los niños todo el tiempo encerrados. 

Hay momentos en que yo digo: ¡Ay Dios santo! Me desespero porque los niños se ponen a jugar y obviamente pegan gritos y yo tengo que estar diciéndoles no hagan ruido, vengan para acá, ya saben que su papá está trabajando, ahorita si pierde el trabajo va a ser muy difícil que encuentre otro y ahí me los llevó.

"Muchos conocidos han fallecido por covid-19"

Christian Olivares es estudiante de quinto año de Trabajo Social y Gestión del Desarrollo en la Universidad Centroamericana (UCA), en su tiempo libre hacía voluntariado en Operación Sonrisa e iba a la iglesia regularmente. Ahora recibe clases en línea y solo ve a sus amigos a través de reuniones virtuales. 

Christian Olivares, estudiante universitaria. Cortesía | CONFIDENCIAL

Durante estos tres meses de la pandemia mi vida ha cambiado completamente. Antes,  yo iba a clases todos los días y dos veces por semana iba a Operación Sonrisa, donde soy voluntaria. Me levantaba a las 4:30 A.M., para viajar de Tipitapa a Managua porque tenía que estar en clases a las 7:00 de la mañana. Ahora me levanto a las 8:00 A.M, y estoy en mi casa todo el tiempo.

En estos últimos días me he sentido ansiosa. Veo que pasan los días y todo empeora, muchas personas de mi entorno y conocidos han fallecido por covid-19. También me he sentido triste, he tenido insomnio cuando antes no lo padecía, pienso demasiado en qué ocurrirá con mi carrera, ya que en 2018  interrumpí mis estudios por la crisis sociopolítica.

El cambio de modalidad ha sido difícil.  No me gustan las clases virtuales, pero es la única solución debido a la situación en que estamos y porque no quiero posponer más mis clases. Los maestros han sido accesibles todo el tiempo. Nos han acompañado en este proceso y eso me hace sentir menos estresada. La carga de trabajo es igual, solo que todas las clases son teóricas,  los trabajos se entregan en el periodo que los maestros dicen  y tenemos sesiones virtuales con todos los compañeros de clase. 

Me da temor salir a la calle y contagiarme de covid-19, pero tengo que ir –una vez al mes– a mi citas odontológicas. Las veces que he ido he usado alcohol en gel, alcohol líquido, llevé como tres mascarillas y un protector facial, y cuando regresé a mi casa llegué a bañarme y desinfectar mis cosas.

"Uno no sabe si la persona que sube está infectada"

Marlon Castro es un taxista de confianza de estudiantes universitarios en Managua. Tenía clientes fijos capaces de esperarlo hasta dos horas cuando tenía mucha demanda. Ahora hace recorridos esporádicos y desinfecta su vehículo todos los días. 

Marlon Castro, taxistas de confianza de estudiantes universitarios. // Foto: Archivo: CONFIDENCIAL

La pandemia me ha afectado fuerte porque la mayor parte de mis clientes son estudiantes de las universidades que son de los departamentos, pero al no haber clases todos está en su casa cuidándose. También trabajaba con personas que viajaban al exterior y hacía muchos viajes al aeropuerto, algunos hostales me llamaban para trasladar a los huéspedes, pero ahora todo está cerrado.

Estoy pasando una crisis muy dura porque el carro es financiado, pero debido a los acontecimientos de 2018 y esta pandemia no he podido honrar la deuda. Estoy trabajando con los pocos clientes que me llaman porque en las calles se ve bastante desolación y las personas que yo muevo salen a hacer lo necesario.

En el primer mes, cuando las universidades comenzaron las clases en línea, me afectó bastante. El mes de mayo fue bastante impactante, incluso, a veces salía a hacer unas carreras de gente que me llamaba y el tráfico era poco, también había poca gente en la calle. Ahorita en este mes de junio, en la última quincena, se ha visto un poquito más de movimiento en la parte del comercio, algunos lugares ya están abriendo con medidas de seguridad.  

Al principio salía con bastante miedo, hoy en día salgo con más confianza, pero siempre con temor de contagiarme. Como subo personas que ya son clientes tengo la confianza de pedirles que usen tapabocas. Yo siempre utilizo mi tapabocas, gafas transparentes y el alcohol. Desinfecto el carro cuando termino mis labores, tengo un aparatito para fumigar; entonces, en la noche lo dejo con el desinfectante para que le quede penetrado y al día siguiente lo lavo.  

En mi carro yo no subo a personas que no anden el tapabocas. Uno no sabe si la persona que está subiendo está infectada o si esa persona está bien protegida. Ellos me pueden transmitir el virus o yo se lo puedo transmitir a ellos.

Radio Darío, la emisora en resguardo domiciliario

El equipo de Radio Darío decidió vivir la cuarentena voluntaria en las oficinas de la emisora. Meses atrás se protegían de la persecución, amenazas y ataques de fanáticos orteguistas en la ciudad de León, ahora su mayor temor es contagiarse del coronavirus y transmitirlo a sus familiares. 

El equipo de prensa de Radio Darío permanece en cuarentena voluntaria ante la pandemia. Cortesía | CONFIDENCIAL

Durante las noches, la cabina de locución de Radio Darío se transforma en habitación. Los periodistas de la emisora se han resguardado en este lugar ante la pandemia del coronavirus. Aquí “nadie está encerrado a la fuerza”, pero “hemos decidido quedarnos y establecer condiciones de salud que nos permitan tener a nuestras familias bien”, destaca Jorge Vallejos, responsable de la dirección técnica de la radio.

“Vivir en el lugar donde trabajas implica también trabajar más y trabajar en horarios no usuales”, enfatiza la periodista Katia Reyes, la única mujer en el equipo. Ella ha improvisado su habitación en el estudio de grabación de la radio y todas las noches se comunica por videollamadas con su familia, a quienes no ha visto en los últimos tres meses, desde que el coronavirus SARS-COV2 llegó a Nicaragua.

Aníbal Toruño, director de la radio, ha organizado con su equipo de trabajo una serie de medidas de protección ante el coronavirus. Medidas que representan nuevos retos para la emisora que fue quemada por paramilitares orteguistas el 20 de abril de 2018.

Venimos “de unos momentos bien difíciles”, pero eso “nos dio la experiencia de convivir en grupo y ayudar con las cosas que necesita el personal, en cuanto a tener la protección adecuada para seguir trabajando juntos”. 

Leo Cárcamo es el periodista de mayor edad, está consciente de que pertenece a un  grupo vulnerable al coronavirus y ha decidido quedarse en la radio porque “estoy trabajando, estoy haciendo lo que me gusta, estoy compartiendo con ustedes y además estoy sirviendo al pueblo”, asegura. La cuarentena voluntaria “me ha servido como un retiro”, porque interactuar con el equipo “me hace sentir mejor que estar en mi casa encerrado, ya me hubiera enloquecido”. 

Las coberturas se realizan a través de llamadas telefónicas o videollamadas, explica el periodista Francisco Torres, quien tiene diez semanas en cuarentena en la cabina de locución de la radio. La cuarentena los ha inspirado a crear productos nuevos para la radio, el sitio web y las redes sociales. 

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